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BitácoraLa Compañía: un nuevo hotel de lujo en Panamá

La Compañía: un nuevo hotel de lujo en Panamá

Conociendo La Compañía, un complejo histórico convertido en un hotel de primera categoría en Panamá.

Por Redacción Panorama de las Américas

Fotos: Thomas Andersen / Cortesía Hotel La Compañía

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La apuesta era alta: convertir un complejo histórico, con estructuras construidas entre los siglos XVII y XIX, que involucran influencias española, francesa y norteamericana, en un hotel de primera categoría en la región, preservando el legado patrimonial en el marco de una instalación lujosa, contemporánea y viva. Venga con nosotros a conocer y disfrutar del feliz resultado: el Hotel La Compañía, en el Casco Antiguo de Panamá.

«Esto es casi una cruzada, hay mucho por hacer», pensaba Fidel Reyes después de atravesar las ruinosas estancias del edificio, ubicado en el Casco Viejo de la capital panameña. En medio de un patio interior cubierto de escombros hasta casi un metro y medio de altura, el hotelero mexicano escuchaba a Chris Lenz, quien había adquirido la propiedad y hablaba de su visión para transformarla. Estaban rodeados de historia: al sur y al oeste, pues en el antiguo convento de los jesuitas había funcionado, por poco más de 17 años, la Real y Pontificia Universidad de San Javier, promesa fallida de luz y conocimiento superior para Panamá y Centroamérica.

Y había más: el ala sur, arruinada por dos fuegos en el siglo XVIII, fue restaurada en la década de 1880 por la compañía francesa que se empeñaba en construir el canal, para alojar a sus empleados importantes. Al este funcionó el Hotel Washington, primer establecimiento de su tipo en la ciudad, y al norte, las familias Eisenmann y Eleta inauguraron el American Bazaar, primera tienda por departamentos de la ciudad, en 1904. Lenz pretendía levantar un complejo que respetara y preservara toda esa historia, que fuera arquitectónicamente armónico y comercialmente funcional. Era una cruzada, noble y ambiciosa, y Reyes no tardó en sumarse.

En abril pasado, tras años de trabajo (pandemia incluida), el Hotel La Compañía, que así se llama, abrió sus puertas como parte de The Unbound Collection by Hyatt, siendo el primer hotel de la marca en Centroamérica y el Caribe. El equipo de Panorama de las Américas lo recorrió junto a Reyes, quien no duda en considerarlo el pináculo de su carrera. La atención al detalle y el afán de preservación y exaltación histórica se manifiestan desde que se transponen las puertas del vestíbulo. A cada lado del gran recibidor, dos altorrelieves de mármol blanco muestran sendos eventos históricos de Panamá: el descubrimiento del Mar del Sur por parte de Vasco Núñez de Balboa, en 1513, y la toma de Panamá, La Vieja, por parte del pirata Henry Morgan, en 1671, preámbulo del traslado de Panamá al actual Casco Antiguo, en 1673. Desde sus cuatro esquinas miran personajes que, con luces y sombras, también fueron determinantes en la historia del país: Ferdinand de Lesseps, Phillipe Buneau-Varilla, Theodore Roosevelt y Manuel Amador Guerrero.

Al ala sur que acoge el vestíbulo se le llama francesa, pues la Compañía Universal del Canal de Panamá construyó aquí los primeros alojamientos para sus empleados franceses; sin embargo, en la esquina contigua al inconcluso templo de la Compañía de Jesús quedan restos del antiguo convento jesuita, rescatados, preservados e incorporados al nuevo complejo. Tras dos fuegos, un terremoto y décadas de olvido, poco quedaba, pero los inversionistas lograron rescatar el espléndido portón de entrada al claustro, coronado por el año de construcción: 1739. El año también da nombre al restaurante contiguo (uno de los cinco del hotel) dedicado al legado de grandes panameños —artistas, deportistas, músicos e intelectuales—, cuyos retratos, algunos autografiados, cubren las paredes.

Junto al restaurante queda el bar El Exilio, que rememora el malhadado sino de los jesuitas que construyeron el convento, expulsados de Panamá y el resto de los dominios españoles en América por la pragmática sanción emitida por Carlos III en 1767. El afán investigador de Chris Lenz llevó a descubrir en Cartagena una carta que listaba los cinco barcos en donde los exilados jesuitas abandonaron Panamá. La barra del bar está adornada con réplicas de sus respectivos mascarones y el menú del bar abre con una página de papel termosensible que revela una copia del decreto de expulsión del monarca hispánico.

El ala occidental del hotel, llamada “ala colonial española”, es la más antigua del complejo, pues, aunque fue reconstruida tras el fuego de 1737, conserva vestigios del primer edificio jesuita, levantado en 1688, como posiblemente lo sea el pozo visible bajo el piso del restaurante El Santuario, que se especializa en cocina del nuevo mundo con toques panameños y cuenta con novedades como una esquina y una esquina india que incluye el único horno tandori de Panamá. Así como el sector francés mantiene un ambiente Belle Époque, con delicada tornería de hierro y madera, la sección española presume la austeridad ibérica. Acá priman la madera y los trabajos de abovedamiento y pavimentos de ladrillo cocido, estos últimos hechos por artesanos mexicanos que aún dominan técnicas coloniales. Para las maderas tropicales se contrató a un especialista de Java (Indonesia), mientras la tornería metálica estuvo a cargo de panameños. “Se buscó a especialistas que manejaran las técnicas de construcción utilizadas originalmente. Queríamos ser lo más fieles posibles al concepto del edificio”, comenta Reyes.

Siguiendo la premisa, el “ala americana” fue acondicionada buscando un aire general de Beaux Arts, pero estilo americano. La estrella de este sector es el antiguo American Bazaar, inaugurada en 1904, por las familias Eisenmann y Eleta, que ahora alberga un restaurante especializado en gastronomía americana, naturalmente. Luigi’s, con su cucina povera (cocina popular en italiano); así como Hari’s (con mobiliario del famoso diseñador Harry Segil) y Capella Rooftop, con vistas de la ciudad, para las movidas vespertina y nocturna, completan la propuesta recreativa en esta ala.

El Hotel La Compañía está abierto desde abril pasado, pero las últimas atracciones serán inauguradas en noviembre. De todos modos, ya ha comenzado a cambiar la dinámica en el Casco Antiguo de la capital panameña. Con tanta historia y memorabilia contenida entre sus paredes, La Compañía es un destino por derecho propio, incluso para los locales, pero no es un parque temático. “Hacer un Disney habría sido más fácil, pero no habría honrado el pasado del edificio. Desde el principio, tuvimos claro que dejaríamos que la propiedad hablara por sí misma y nos guiara según lo que íbamos encontrando. Al final, el edificio cobró vida propia y hoy nos cuenta una historia de más de tres siglos”, concluye Reyes. Hoy, La Compañía es el place to be de la capital panameña, un sitio que honra la tradición e historia del país, pero que al mismo tiempo es contemporáneo, sofisticado y muy cosmopolita.

Más información accediendo a hlcpanama.com.

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