Resurge Isla Grande
La apertura del nuevo hotel Ordovician, que eleva a otro nivel la oferta de Isla Grande, puede ser el pretexto para volver a visitar este destino del Caribe panameño poco promocionado y lleno de atractivos naturales.
Por: Margarita de los Ríos
Fotos: Javier A. Pinzón
A pocos minutos de Isla Grande se encuentran las Piscinas Naturales producidas por un riachuelo dentro de una isla de manglar cuyo color y transparencia les otorgan una singular belleza.
El entorno de Isla Grande ofrece zonas de snorkel, buceo con tanque y avistamiento de delfines.
Después de ascender los 112 escalones que llevan a El Faro, usted tendrá la más bella panorámica del entorno de Isla Grande.
La primera excursión que nos propone Einar Serracín, nuestro anfitrión en Isla Grande, es visitar las Piscinas Naturales. Vinimos con el objetivo de conocer el nuevo hotel, pero estuvimos de acuerdo en que un hotel sin el destino no vale nada, así que nos embarcamos en un bote y nos dirigimos en línea recta hacia un parche de mangles a muy corta distancia de la isla.
El Caribe está quieto y su azul brilla pleno a la luz de un sol mañanero. Muy pronto llegamos a la isla de manglares y la lancha toma un sendero de agua. Con tan solo entrar al riachuelo, el azul índigo del océano se aclara hasta convertirse en un perfecto azul turquesa con fondo de arena blanca. Nos lanzamos a esta especie de paraíso en la tierra y nadamos en un agua transparente, en la tranquilidad de un destino que no ha sido acosado por masas de turistas y luce intacto. La vista de abajo es tan increíble como la que nos muestra el dron una vez lo elevamos y nos sentimos apenas unos puntos en un paraíso perdido.
Pero el lanchero ha trazado su ruta y debe llevarnos también a Isla Mamey, un refugio del Caribe panameño que fue el secreto mejor guardado por años y hoy fue descubierto por quienes gustan de la aventura. Uno de los mejores arrecifes para el esnórquel está en torno a esta isla, que también ofrece, de manera contrastante, su costado de olas agrestes que chocan con fuerza contra las rocas, creando un ambiente salvaje.
Otro recorrido por entre el manglar nace de Mamey y va hacia Puerto Lindo, en un recorrido conocido por los locales como los Túneles del Amor, romántico nombre para un pasadizo, adonde las aves llegan por millares al atardecer a buscar su refugio.
De regreso a Isla Grande pasamos por Isla Linton, desde cuya costa nos saluda un enorme mono solitario que quedó abandonado cuando pusieron a salvo una colonia que habitó en la isla por varios años.
El Ordovician
Al llegar al hotel, la primera panorámica que nos ofrece son ocho enormes suites sobre el mar, dotadas con todo tipo de detalles, incluyendo ventanas en el piso para observar desde la habitación los corales y la fauna marina. Las demás habitaciones están anexas a la montaña, algunas con estilo Santorini. Todas las habitaciones están cuidadosamente decoradas, con muebles de madera elaborados con mano de obra local y cuadros en las paredes pintados también por una artista de Portobelo.
En esta isla de pocas playas, el hotel construyó la suya, que envuelve una enorme piscina de agua marina. Así no importa si el Caribe está agitado o tranquilo, aquí el agua siempre está quieta para nadar, practicar remo o navegar en un standpaddle.
El hotel tiene una exquisita gastronomía bajo la dirección del chef Stiven Hernández, quien creo una fusión caribeña-vietnamita bien explosiva al paladar y cumple a cabalidad con el principio de la granja a la mesa, gracias a la huerta que tienen en la parte alta de la isla. También ofrecen coctelería de autor bajo la dirección de Aquilino Kantule, quien explica sus sofisticadas mezclas mientras sirve generosamente los vasos.
Este desarrollo obedece a una inversión de la pareja de retirados norteamericanos Rick y Loan Hill, quienes decidieron dedicar sus últimos años a generar dinero para una fundación que, según sueñan, revertirá todas las ganancias en Costa Arriba, de Colón. Según explican, la idea es construir una escuela en un terreno de 25 hectáreas, donde funcionará también un campus deportivo para la formación de atletas de alto rendimiento.
La isla
Pese a su ostentoso nombre, Isla Grande tiene apenas 30 km2. Sin embargo, en su escasa geografía guarda un verdadero tesoro de recursos naturales y tradiciones locales.
Sin carreteras ni autos, este es un lugar perfecto para caminar bajo el sol y con la mejor vibra. Si desea caminar hasta el pueblo, encontrará restaurantes tradicionales con especialidades afrocaribeñas, en donde se adoba con leche de coco y son tan indispensables los mariscos como el guandú. Una comunidad internacional que se ha ido asentado en la isla amplía la oferta gastronómica a delicias italianas y españolas.
Algunos puntos icónicos de la isla son la playa de la Punta, la más grande y de mejor arena de toda la isla y la célebre imagen del Cristo Negro, que representa la profunda fe de los católicos en esta región. Hay un sendero que lleva cuesta arriba hasta El Faro, levantado en el siglo XIX por los franceses que intentaron construir el Canal de Panamá, el cual ofrece la oportunidad de ver la vegetación silvestre y regala una bella panorámica al final de sus 112 escalones.
La isla ofrece múltiples oportunidades para hacer buceo con tanque y esnórquel, pesca deportiva, stand paddle y kayak, entre otras actividades. Por el lado del Hotel Sister Moon revienta una célebre ola que atrae a surfistas del mundo entero y ha sido protagonista de eventos internacionales.
Cómo llegar
Para llegar a Isla Grande se parte del muelle de La Guaira, en Costa Arriba, de la provincia de Colón. Desde La Guaira tome un bote de quince a veinte minutos para llegar a la isla.
Para llegar a La Guaira diríjase por la carretera Panamá-Colón hasta el desvío de Sabanitas, de ahí siga por la carretera de Costa Arriba por aproximadamente hora y media. Si se dirige al Ordovician, debe detenerse en Juan Gallego, donde el hotel tiene su propio muelle y pronto instalarán club de playa y restaurante.
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