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5 cosas que hacer en Yucatan

Los 5 de Yucatán

Yucatán, que tiene clima de guayabera y sazón de metate y pibil, descansa entre la primavera y el verano, entre Quintana Roo y Campeche, entre el mar Caribe y el golfo de México. Yucatán aúna ciudades modernas y ancestrales, selvas y playas. Yucatán es una interminable historia cultural.

Por Juanjo Herranz

Fotos: Secretaría de Fomento Turístico de Yucatán

1. Valladolid, capital del oriente maya

Valladolid es epicentro de ruinas milenarias, ríos con cocodrilos, lagunas rosadas y pueblos misteriosos. Conocida como la “Sultana de Oriente”, es una ciudad en calma, segura y con una gastronomía de largo recorrido. 

Las calles son tan coloniales como mayas. Las mujeres mayas y sus alegres huipiles (trajes típicos de la región) pasean entre las casas levantadas en época de la Conquista. Casas que son un parchís (parqués, ludo) de muchos colores. Rosa, amarillo, verde, naranja, crema, rojo, blanco, salmón, granate… Un parchís para tantos jugadores como colores tiene el Pantone. Enumerar colores cansa y en el bazar, frente al zócalo, es fácil encontrar una mesa para descansar y comer algo: carnitas, chuleta, pastor, empanizado, champiñones, raja, chorizo… Resistirse a estas bondades envueltas en tortillas de maíz no es sencillo. Al revés que en el parchís, cuento un taco y como veinte. 

Valladolid, México

2. Chicén Itzá, una de las Maravillas del Mundo

Las denominadas Maravillas del Mundo deben tener la habilidad de maravillar y Chichén Itzá, no cabe duda, la tiene. La base de la pirámide se vislumbra entre los árboles y, cuando llegas al claro, el templo de Kukulcán emerge con una geometría imponente. Treinta metros de altura, 91 escalones en cada uno de los cuatro lados, un último escalón compartido que completa la suma de 365 (los días que tarda la Tierra en dar una vuelta al Sol), una construcción que manifiesta los conocimientos de astronomía y matemáticas de los mayas. 

La temperatura de Yucatán es alta durante todo el año y más aún en verano. Chaac, el dios de la lluvia, al que le rezaban los mayas, cobra mucho sentido. Los zopilotes vuelan sobre la pirámide; el jaguar ruge entre los árboles (realmente ruge, pues los artesanos venden unas piezas de cerámica que reproducen el rugido y no paran de hacerlo sonar), y el eco de la cúpula de la pirámide, trasladado y amplificado por las escaleras, emite un graznido de quetzal cuando se aplaude desde puntos concretos. Puedes imaginar al príncipe de Chichén Itzá con los brazos en alto, la ovación de los allí presentes, un eclipse anunciado por los sabios de la ciudadela… casi dan ganas de arrodillarse ante la majestuosidad del entorno. 

Chichén Itzá recibe hasta dos mil personas al día. Es mejor llegar temprano para poder disfrutar una visita más genuina.

Chichén Itzá

3. Xocén, centro del mundo maya

Calles polvorientas, muros de piedra, niños caminando a la escuela, tiendas de abarrotes y huipiles colgados al sol. Xocén, a simple vista, es un pueblo maya más. Sin embargo, tiene dos peculiaridades: una cruz santa y un libro vivo. Cuentan que cuando el cielo fue creado, una gota de la resina que formó el firmamento se derramó, marcando un punto concreto: el centro del mundo, el lugar donde descansa la santa cruz. La iglesia que guarda la cruz, en Xocén, viste piedra y luce una campana en el lateral. Adentro no se pueden tomar fotos. Dicen que esta cruz tiene vida y que su interior es de puro oro. Cuando se ha intentado desenterrarla, no se ha conseguido llegar al final de la inserción de la cruz porque, según dicen, está unida con el centro de la tierra.

Este pueblo, a doce kilómetros de Valladolid, guarda otro misterio, el Libro Vivo de Xocén o Libro Sagrado de las Profecías. Según la leyenda, este libro, de un metro por un metro, tiene vida y alberga todos los secretos del mundo. Sus páginas se pasan solas, una página cada 1.° de enero. En esa página se pueden leer todos los eventos que ocurrirán en el año: sequías, ataques o nacimientos. Si intenta pasar sus hojas, se rompen y el libro sangra. Lamentablemente, dicen que fue prestado a una comunidad cercana y se perdió. La profecía indica que cuando el libro regrese será el fin del mundo. Recorrer Xocén es dar un paseo por los misterios del mundo maya. 

Xocén

4. Las Coloradas, las lagunas rosadas

A 120 kilómetros de Valladolid se encuentra la laguna de Las Coloradas, famosa por el color rosado de sus aguas y porque allí anidan flamencos, que son del mismo color. Caminando, en bicicleta o en un autobús, se puede conocer la laguna y acercarse a estos animales de movimientos alegres. 

Las 2.500 hectáreas de aguas rosas, tan infrecuentes, producen la sensación de estar recorriendo algún planeta lejano. El sol yucateco, siempre vivaz, y el viento cálido acompañan el paseo. Los flamencos se amontonan en el linde con la ría. Allí, en grupos de diez, quince o veinte, picotean la laguna buscando comida o, acrobáticamente, alzan una pata, encogen el cuello y duermen mecidos por el viento. Los flamencos se alimentan de artemias, pequeños crustáceos de la familia de los camarones, que producen betacaroteno, igual que los tomates. Los flamencos adquieren su plumaje rosado porque se alimentan de estos animales. La mejor época para ver flamencos es durante su época de reproducción, de abril a septiembre. Cualquier época del año es buena para tomarse fotos en sus aguas de ciencia ficción. 

Laguna Las Coloradas

5. Río Lagartos y los cocodrilos

A veinte minutos de Las Coloradas, donde el río se encuentra con el mar, está Río Lagartos. Los pelícanos descansan sobre los botes anclados y bordean el mar en un vuelo certero. La lancha enfila la ría, sale del puerto y entra al manglar, una zona que se debate entre la tierra y el río.

El guía otea las orillas y antes de cinco minutos ha reducido la velocidad. “Huelo un cocodrilo”, dice sonriente. En efecto, allí está. Un cocodrilo de más de dos metros descansa en la orilla. Estos animales tienen sangre fría y es fácil encontrarlos tomando rayos de sol. Nos acercamos mucho, porque están acostumbrados a las personas. Son imponentes y longevos, pues llegan a vivir hasta sesenta años. 

La Reserva de la Biosfera de Río Lagartos es rica en aves: más de 460 especies de aves migratorias y endémicas, incluyendo al águila osprey, el cormorán, el pelícano, la garza y el pato buzo. Nos encontramos con todos ellos mientas regresamos al puerto. Volvemos rápido después de un recorrido de dos horas ría arriba. La lancha levanta la proa, el viento azota el cabello y el sol picotea los brazos, mientras empieza a caer la tarde.

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