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Ushuaia

Ushuaia: veraneando en el sur del sur

El fin del mundo, la ciudad más austral, la única ciudad argentina al lado occidental de los Andes… Ushuaia no es solo eso: cultura, historia y aventura rodean a esta mínima ciudad portuaria para dar a quien la visite mucho más de qué hablar.

Por Julia Henríquez

Fotos: Demian Colman y Getty Images

La Ciudad

Ushuaia es la capital del fin del mundo. Allí está el cartero del fin del mundo, el tren del fin del mundo, el museo del fin del mundo. Y no es porque estemos en un destino apocalíptico; es porque adelante no queda más que mar. Ushuaia es el fin de la enorme ruta que baja desde Alaska y recorre tantas culturas e historias en el camino. Es el lugar donde los mapas se dan vuelta y dicen “el sur es nuestro norte”.

En el profundo sur del sur, cuando solo geógrafos aventureros y misioneros ingleses habían llegado al encuentro con los nativos, fue fundada la ciudad de Ushuaia, en 1884, en lo que hoy conocemos como la provincia de Tierra del Fuego. Esta bella bahía frente al Canal del Beagle, escoltada por montañas nevadas, era visitada tan solo por enormes ballenas y numerosas manadas de pingüinos.

El día que Argentina dio por fundada la ciudad, la bienvenida estuvo a cargo del misionero Thomas Bridges. Muy pronto el caserío comenzó a crecer de forma tan colorida como espontánea. Hoy sus calles empinadas y curvas muestran casas hermosas, espacios que parecen detenidos en el tiempo y también casas que quedaron sin terminar, abandonadas a su suerte.

El puerto

Centro turístico de la ciudad, está compuesto por un conjunto de casas de madera pintadas de vivos colores que hierven de actividad en verano, pues es allí donde se ofrece una variedad inmensa de recorridos tanto dentro de la ciudad como a su alrededor.

Allí mismo un centro de artesanías invita a todo tipo de artesanos a desplegar sus creaciones, animando a los turistas con una charla y, por qué no, a regresar a casa con un souvenir único y personal.

Los Museos

La Galería Temática de Historia Fueguina, que abrió sus puertas en octubre de 2013, es un museo elaborado con más de 36 escenas y 120 figuras de tamaño real. Ideado por historiadores, antropólogos, investigadores y artistas, cuenta la historia de ese maravilloso lugar de manera entretenida y didáctica. Reúne las costumbres de sus antepasados, la llegada de las misiones inglesas, la colonización argentina, el presidio y la historia moderna.

Y si de historia se trata, el Museo Marítimo y del Presidio hace un recorrido por la historia de Ushuaia y Tierra del Fuego alrededor de su construcción más emblemática: el presidio, que fue, en realidad, la primera forma como Argentina se acercó a estas míticas tierras. El museo se divide en cuatro partes: Museo Marítimo, del Presidio, Antártico y de Arte Marino.

El museo se puede recorrer todos los días junto a un guía que explica en detalle lo sucedido dentro del recinto; pero como todo en Argentina es teatro y juego, también existe la posibilidad de participar como actor en una visita teatralizada, donde te pones en los zapatos de quienes algún día habitaron los fríos pasillos.

Ushuaia

Glaciar Martial

A pocos kilómetros de la ciudad y con acceso pavimentado, se llega a la entrada del glaciar Martial, a 1.050 metros sobre el nivel del mar. Allí, dependiendo de la estación, podrás vivir la naturaleza desde diferentes realidades.

En invierno funciona como centro de esquí, con sillas que te facilitan la subida y te regalan un paisaje que te deja sin aliento. En verano, se llega caminando por senderos que recorren bosques, praderas y verdes valles hacia el blanco profundo del glaciar.

Laguna Esmeralda

Uno de los recorridos más fascinantes del fin del mundo lleva a la Laguna Esmeralda. Para llegar, es necesario caminar por un desvío que nace en el kilómetro 20 de la Ruta 3. Una caminata entre el bosque, turberas, ríos y diques construidos por castores te deja la sensación de haber recorrido Tierra del Fuego en todos sus posibles paisajes. Al llegar a la cima, el viento golpea como afirmándote que lo que ves es real.

Abajo, en el borde de la laguna, unos caminantes hacen picnic y se tumban a disfrutar de las recompensas que les da la naturaleza cuando uno se atreve a explorarla con respeto. La paz que se vive allí te aleja de toda realidad, regalándote pedacitos de vida.

Faro Les Éclaireurs

Ushuaia no solo se recorre en el continente, pues para ver realmente sus tesoros escondidos es necesario acercarse al puerto y tomar una de las miles de opciones que permiten navegar por el Canal del Beagle.

El Faro Les Éclaireurs se alza en una de las islas frente a la ciudad. Aunque no es el legendario Faro del Fin del Mundo descrito por Julio Verne (que está unos kilómetros más al sur), la visita a la isla será más que gratificante.

Junto al faro, tomando el sol y sin preocupación alguna descansan los lobos marinos, que ni se molestan con la visita de las embarcaciones que diariamente van a saludarlos.

Faro Les Éclaireurs

Isla H

La Isla H es una de las pocas islas que se pueden recorrer en una caminata de dificultad baja. Protegida para conservar la flora y la fauna de la región, el recorrido debe hacerse en compañía de un guía, que muestra nidos de aves, arbustos y flores nacionales mientras cuenta detalles sobre la importancia de cada uno de estos elementos.

La historia de las islas y la evolución del entorno se pueden ver en cada paso, por lo que el silencio y el respeto con el medio ambiente es algo que se pide a todo el que se atreva a pisarla. El recorrido es un mágico encuentro con la biodiversidad del lugar.

Isla Martillo: el broche de oro 

Todo viaje tiene su final, pero aunque pasen los años y sean muchos los paisajes recorridos, cada uno guarda un lugar especial en la mente de quien los recorre. Siempre hay un punto máximo del cual uno nunca se puede desprender. En el caso de Ushuaia es Isla Martillo.

Isla Martillo te ofrece la posibilidad de, prácticamente, caminar de la mano de estos personajes de película que parecen estar siempre tan bien vestidos. Su curioso caminar y cara amigable hacen que el frío se olvide y las ganas de partir sean nulas.

Es el cierre perfecto a la visita del fin del mundo, ese nombre tan apocalíptico para un paraíso escondido entre montañas donde cada rincón revela una sorpresa. Aquí los días de verano son interminables y el cansancio se siente solo cuando abordas el avión de regreso a casa.

Pinguino

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