fbpx
ExperienciasCulturaJuanes, un espíritu roquero
Juanes

Juanes, un espíritu roquero

El cantante colombiano Juanes, junto con su biógrafo, Diego Londoño, fueron protagonistas durante el reciente Hay Festival de Cartagena por el lanzamiento del libro Juanes by Diego Londoño – 1.577.836.800 segundos. El evento brindó la oportunidad para charlar con el artista e indagar sobre su pasado.

Por Daniel Domínguez Z.

Fotos: Getty Images

La música siempre se dejó sentir en el hogar de la familia de Juan Esteban Aristizábal Vásquez, en Medellín. Los seis hermanos (en especial los cuatro varones) cantaban y tocaban la guitarra día y noche. Además, eran protagonistas en los actos cívicos de la escuela y hasta en las misas. Su repertorio incluía boleros de Los Panchos y Lucho Gatica, rancheras de Jorge Negrete, tangos de Carlos Gardel, pasillos de Julio Jaramillo y música típica colombiana (guasca, carrilera, vallenato…). Eran la versión sureña de los Jackson Five o, si se quiere, la versión paisa de la familia Partridge.

“Desde muy pequeño, la música significó para mí la forma más clara de relacionarme con el universo”, anota Juanes. “Y es que mi papá silbaba desde que se levantaba”. En esa casa se interpretaba música de antaño y los hermanos (Juan, Javier, José y Jaime) tocaban a Gardel. “La música siempre estuvo presente”, ratifica.

El antioqueño confesó que, antes de ser Juanes, hubo momentos determinantes en su vida de armonías. El primero de ellos ocurrió el 8 de abril de 1981, cuando asistió a su primer concierto: Los Visconti, en el Teatro Pablo Tobón Uribe. También fue importante escuchar completo Sabotage, de Black Sabbath, su primer álbum de rock duro; asistir al concierto de la banda colombiana Kraken en Las Torres de Bomboná, lo que consideró su bautizo roquero; comprar su primera guitarra, una Morris Hurricane Stella, con problemas electrónicos, que ni sabía usar; hacer parte de la banda de thrash metal Ekhymosis y, con ellos, brindar su primer concierto como músico, el 19 de marzo de 1988. Después: escuchar en la radio su primera composición. Su carrera había despegado.

Juanes

Sonidos juveniles

Pero todo había iniciado mucho antes, a los diez o doce años, cuando tuvo una revelación. “Tocaba la guitarra en la sala y sentí, de repente, que ese instrumento era una proyección de mi alma. Y sí, aún hoy, tomo mis decisiones en torno a la guitarra; con ella expreso lo que siento: lo bueno, la luz, la oscuridad… Con la guitarra compongo”. En aquel entonces Juanes sacaba de oído las canciones, porque aún no sabía leer partituras.

Preguntamos, aún desconcertados: ¿cómo fue que un día abandonó todo, familia, novia y una carrera universitaria en Diseño Industrial, y se fue para Estados Unidos?

“Yo era metalero en la Medellín de los años 80, con jóvenes que eran asesinados y bombas que estallaban. Encontrábamos en la música una salida a la violencia en una ciudad muy difícil”. Ekhymosis se disolvió. Era 1996 y Juanes lo resolvió: vendió todo lo que tenía (guitarra, amplificador, computadora y moto), reunió US$3.000 y empacó discos, libros e ilusiones en una maleta naranja que lo acompañó por moteles de estrellas fugaces por Miami, Nueva York y Los Ángeles. No hablaba una palabra de inglés, pero llevaba su corazón repleto con los sonidos de Bob Marley, The Beatles, AC/DC, Yes, Fito Páez, Prince, Kiss, Bruce Springsteen, Soda Stereo, Nirvana, Van Halen, Queen, Metallica…

Juanes

“Después de tres años sin que pasara nada, cuando ya quería tirar la toalla, era mi madre la que me decía: ‘Quédese; usted tranquilo, siga adelante’”, nos cuenta hoy. Cuando la situación era desesperada, se estaba agotando el dinero y el sueño de triunfar estaba por desinflarse, llegó el momento decisivo: una llamada del argentino Gustavo Santaolalla, productor de Los Prisioneros, Molotov, Julieta Venegas, Jorge Drexler y otros. Firmaron. El parcero de Medellín tomó como nombre artístico Juanes y, en el 2000, grabó su disco debut: Fíjate bien. Fue con Surco, una división de Universal Music. Después vendrían Un día normal (2002), Mi sangre (2004), La vida es un ratico (2007), P.A.R.C.E. (2010), Juanes MTV Unplugged (2012) y otros. 

Juanes habla luego de cómo es su proceso creativo, “caótico”, dice. “Nunca sé cómo salen las canciones, simplemente salen. Sí hay mucha dedicación, pensando con la guitarra, ahondando en los sentimientos. Hay que esperar, buscar. Sí hay mucha disciplina en búsqueda de las palabras y las melodías. Luego viene el estudio de grabación, que obliga a tomar decisiones cada segundo sobre una cantidad de cosas. Y pese a todo, cuando escucho las canciones en la radio aún me digo: ‘Debí hacer esto o lo otro’”.

La incertidumbre

La sucesión de tantos ensayos, discos, espectáculos, aplausos, entrevistas, autógrafos y viajes de un lado a otro del mapamundi le produjeron un quiebre emocional y anímico. Como veía poco a su familia, su esposa Karen Cecilia (modelo y presentadora colombiana) pidió distancia: ella, al cuidado de sus hijos Paloma y Luna (Dante vendría tras la reconciliación de la pareja); él, en su carrera. 

Juanes vio la necesidad de una pausa. Con un alto costo comercial y repercusiones con su nombre, tomó un año sabático. Se cansó de ser Juanes. Ya no soportaba verse en las pantallas y revistas. Su mánager de entonces no supo entenderlo, pero él lo necesitaba para renacer con más bríos. “Después de aquello decidí hacer la música que quiero hacer, no la música de moda. Hoy me siento pleno a nivel artístico y de cómo estoy llevando mi carrera”.

El pelilargo de ropa negra y maestro de los decibeles, que tiene siete tatuajes, admite que luego de salir de esa tormenta descubrió un secreto: para tener el alma en paz debe estar con su familia el mayor tiempo posible y ser fiel al cariño del público. 

Hoy el colombiano comparte que tiene un ritual antes de salir al escenario: come de manera frugal (salmón, ensalada, sushi), hace mucho ejercicio (trota y salta la soga) y ensaya hasta que todo esté perfecto. Ah, y siempre lleva consigo la camándula de la Virgen María que le regaló su madre.

Aun así no falta el pánico escénico: minutos antes de enfrentar a su público se pregunta nervioso: “¿Por qué me metí en esto?, ¿qué hago acá?”. No dura mucho: unos segundos después ya está disfrutando la experiencia tal como aquel muchacho de Ekhymosis que, al terminar sus conciertos, bajaba de la tarima a vender sus discos. 

1 Comment

  • Ricardo Antonio Diaz Garcia

    Definitivamente un artículo que tiene la magia y el magnetismo que seduce y te atrapa. Cada párrafo te lleva a querer conocer más sobre este excepcional artista y cantante hasta finalizar el mismo.
    Excelente artículo con información valiosa y con el sello investigativo y estilo de DANIEL DOMINGUEZ.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

aa