Colombia en dos ruedas

La pasión por la pedaleada, la abrupta geografía andina y la necesidad de movilidad y recreación en las esquinas remotas del país crearon la combinación perfecta para hacer de cada colombiano un ciclista y de cada carretera una posible pista para este deporte. Hoy el ciclismo constituye un importante activo turístico del país.

Por Julia Henríquez

Fotos: Gregg Bleakney y Julian Manrique

“El día que llegamos a Cartagena me dolía todo menos la bicicleta. Habíamos salido de Medellín cinco días antes en un recorrido de más de 706 kilómetros, distribuidos en cinco etapas. El ascenso más relevante fue el alto del Cativo, con una pendiente media del 6%, para lograr cruzar la cordillera de los Andes antes de nuestro maravilloso encuentro con el mar Caribe. La ruta tuvo casi 6.000 metros de ascenso acumulado. Era el reto más grande que me había impuesto en mi corta carrera de ciclista aficionado. Haber logrado la meta y llegar a Cartagena me produjo tanta satisfacción, que no puedo equipararla con ningún otro reto de mi vida. Cinco años atrás, poco antes de cumplir cincuenta años, había aceptado la invitación de un compañero de trabajo para abandonar el carro y comenzar a recorrer en bicicleta los diez kilómetros que separan mi apartamento de la oficina. Ese día no imaginé que pronto estaría recorriendo el país al ritmo de las bielas”.

El relato es de Ignacio Silva, ejecutivo bogotano, quien, al igual que el 4,5% de colombianos, convirtió la bicicleta en su medio de transporte. Es el resultado de generaciones de ciclistas que se formaron a puro muslo en el campo, sembrando papa en Boyacá o café en Antioquia, fortalecieron sus piernas a fuerza de subir y bajar la accidentada geografía colombiana y lograron su sueño de competir y protagonizar las principales carreras del ciclismo mundial. Hoy, esa tradición subió como espuma y permeó todas las clases sociales.

No era igual hace unas ocho décadas, cuando llegaron las primeras bicicletas a Colombia. Aunque al principio solo tenían acceso familias de alto ingreso, muy pronto se popularizó entre ellas el uso del automóvil y las bicicletas bajaron de estrato: mensajeros, carteros, bomberos, policías y campesinos tuvieron su caballito de acero. Faltaba poco para que los campesinos, que transitaban por caminos de abruptos ascensos y vertiginosos descensos, comenzaran a ser el orgullo nacional en las grandes competencias de ciclismo internacional.

La racha de victorias comenzó hace 48 años con el antioqueño Giovanni Jiménez Ocampo, primer ciclista colombiano que corrió en Europa. Luego surgió Martín Emilio Cochise Rodríguez, también antioqueño, quien en 1973 se convirtió en el primer colombiano en ganar una etapa en el Giro. Siguieron Lucho Herrera, Fabio Parra y una larga lista de nombres relevantes, hasta llegar a Nairo Quintana, Rigoberto Urán y Egan Bernal. Sus triunfos enorgullecieron tanto a los colombianos, que, sin notarlo, elevaron el estatus de la bicicleta hasta convertirla en objeto de culto.

Los entrenadores de las prestigiosas carreras del ciclismo europeo comenzaron a enviar a sus pupilos a entrenar en las carreteras colombianas y los locales como Ignacio descubrieron el placer de conquistar las atrevidas curvas andinas en dos ruedas, dejando que el viento los empuje y el sol ilumine su camino. Ahora, las agencias de turismo invitan a los extranjeros a combinar las vacaciones con retos inolvidables y paisajes que solo se pueden disfrutar desde una cicla. Incluso Procolombia, agencia de promoción de exportaciones, ha hecho una campaña. Rodar por las rutas de Colombia es un nuevo estilo de vida y otra forma de turismo y recreación.

La Vuelta a Colombia

Quizás el fenómeno de la explosión de la bicicleta en el país empezó en los años 50, con la primera Vuelta a Colombia, una carrera por la cordillera andina gestada en una reunión de amigos aficionados al ciclismo para replicar en el trópico las carreras europeas. Hoy en día este reto atrae a ciclistas del mundo entero. Este año la carrera tuvo diez etapas a lo largo de 427,9 km. Su versión femenina tuvo lugar el pasado agosto.

El Giro de Rigo

Rigoberto Urán nació en Antioquia y su infancia fue signada por la violencia: su padre, quien le inculcó el amor al deporte, fue asesinado. En lugar de desesperar, Rigo, como es conocido por sus seguidores, decidió honrarlo pedaleando hasta obtener las metas más prestigiosas.

Desde hace cuatro años el campeón organiza El Giro de Rigo, un fenómeno multitudinario donde los aficionados se sienten tal como los profesionales cuando corren en Europa: las carreteras se cierran, hay respaldo de la Policía, servicios de emergencia, zonas de descanso y hasta masajes al final de la jornada.

Después de cuatro ediciones por diferentes regiones del país, este año el Giro de Rigo recorrerá los Llanos orientales el próximo noviembre. El plan tiene dos modalidades: el Reto Joropo (85 km) y el Reto Vaquero (185 km). Los cupos se llenaron con meses de anticipación, así que desde ya está programando 2023.

GF Nairo Quintana

Nairo nació en las montañas cundiboyacenses, en el seno de una familia campesina cuyo padre había sufrido un grave accidente. Junto con sus hermanos, Nairo utilizó la bicicleta para ir y regresar de la escuela más rápido y poder emplear sus tardes ayudando en la economía familiar. Quintana pedaleó hasta la fama, cambió los Andes por las montañas europeas y dio un giro total a su vida y la de su familia.

Nairo desarrolla la iniciativa “Los verdaderos capos de Colombia”, para demostrar que estos son los deportistas que trabajan por un mejor país y llevan una vida sana. El próximo Gran Fondo Nairo (GF) se llevará a cabo en noviembre en Medellín. Es un evento de tres días en cuatro categorías, que van de 55 kilómetros a 153. Este año, México se unirá desde San Luis Potosí.

Otros retos

La franquicia internacional GFNY está montando desde ya el reto Bogotá que tendrá lugar en marzo del 2023 alrededor de la laguna de Guatavita, con un total de 121 kilómetros con ascensos de hasta 5.5%