Barcos y Ballenas en el Hub de las Américas
Por: Catalina Gómez
Fotos: Javier Pinzón, Alejandro Balaguer
Las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae), navegantes del Océano Pacífico, han escogido las aguas someras y calmas de Panamá para tener a sus crías. Sin embargo, así como las ballenas identificaron la geografía de este país como un sitio importante, los seres humanos también lo hicieron, hasta que las ballenas y los barcos del comercio mundial se entrecruzaron, pues sus rutas de navegación, de miles de kilómetros, convergieron en el Golfo de Panamá.
La entrada del Canal de Panamá y sus puertos de la costa del Pacífico reciben anualmente unos 17.000 barcos de la marina mercante mundial, a solo 57 kilómetros del Archipiélago de las Perlas, principal lugar de crianza de las ballenas jorobadas. ¿Qué hacer para que las funciones de Panamá como Hub de las Américas no interfieran con las iniciativas mundiales para proteger a las jorobadas, cuya población se está recuperando, y a otros cetáceos amenazados?
Una investigación científica publicada en la revista Marine Mammals Science, a comienzos de 2013, tomó como ejemplo a otros países para proponer una respuesta a este dilema. Héctor M. Guzmán, científico del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y líder de la investigación, utilizó por primera vez transmisores satelitales para seguir el movimiento de los cetáceos y sobreponerlo en tiempo real a las rutas de entrada y salida de los barcos al Golfo de Panamá, y así calcular las potenciales colisiones entre barcos mercantes con las ballenas visitantes. Otra publicación, igualmente encabezada por Guzmán y publicada este año en la misma revista, nos revela que la población visitante de ballenas jorobadas puede alcanzar hasta mil individuos en aguas del archipiélago.
Las colisiones entre barcos y ballenas han sido reconocidas como un riesgo considerable para la especie. En Panamá se han reportado unos trece casos en menos de tres años, pero se calcula que este dato está subestimado. Países como Canadá y Estados Unidos han adoptado medidas para reducir el riesgo de esas colisiones, implementando lo que en la industria de la navegación marítima se conoce como Dispositivos de Separación de Tráfico (DST), los cuales son avenidas marítimas virtuales establecidas legalmente para facilitar la navegación mundial segura en áreas de mucho tránsito de embarcaciones, disminuyendo así posibles accidentes.
Guzmán y su equipo evaluaron el potencial que estas medidas tendrían en Panamá y encontraron datos interesantes: implementar un Dispositivo de Separación de Tráfico en la entrada del Golfo Panamá reduciría en un 93% el área potencial para colisiones entre barcos y ballenas. “Es increíble cómo una herramienta de ordenamiento espacial marino, ampliamente conocida en el mundo de la navegación comercial, pueda ayudar tanto a la protección de ballenas”, indicó Guzmán, quien estima que dicha medida además reduciría un 95% las interacciones potenciales entre barcos y ballenas.
La buena noticia es que la investigación de Guzmán no quedó archivada en una biblioteca científica. Hace una década, el capitán Fernando Jaén, piloto práctico y capitán de puerto de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) había diseñado diversos DST para aumentar el orden y la seguridad de barcos mercantes en aguas del Caribe y el Pacífico de Panamá, pero la propuesta no fue considerada importante en esa época y la archivaron.
Motivados tanto por la seguridad de los barcos como por la protección de las ballenas, ambos profesionales trabajaron juntos en esta tarea durante dos años. Ahora, comenta confiado el capitán Jaén, “con la implantación de estos Dispositivos de Separación de Tráfico, Panamá eleva sustancialmente la seguridad marítima en sus aguas”. Además considera que “aunque los dispositivos están ubicados fuera de las aguas del Canal de Panamá, serán utilizados por todos los buques que transiten la vía interoceánica; por lo tanto nuestros clientes serán los principales usuarios y beneficiarios de estos sistemas de organización de tráfico marítimo”.
Precisamente, fue la Autoridad Marítima de Panamá (AMP) la que elevó la propuesta del diseño de los dispositivos a la Organización Marítima Internacional (OMI), organismo especializado de las Naciones Unidas encargado de la seguridad y prevención de la contaminación marítima, y autoridad que velará por su implementación y cumplimiento. “Los DST nos ayudan a reducir riesgos de colisión y derrames, asegurando una navegación más ordenada para que nuestra industria siga creciendo como lo ha venido haciendo hasta ahora”, afirmó Roberto Linares Tribaldos, administrador de la AMP.
Para que la propuesta tuviera éxito, era necesario considerar cómo afectaría a la industria marítima, que mueve más de 250 millones de toneladas métricas de carga al año en Panamá. Por ello fue fundamental el apoyo obtenido por Jocelyne Anchor, directora de la Cámara Marítima de Panamá (CMP) y presidenta de la Comisión de Medio Ambiente de esta entidad. “Nuestro norte es apoyar al sector marítimo y logístico a crecer sosteniblemente. Para lograr un crecimiento ordenado hay que reducir todo tipo de riesgo; en el caso de la navegación, la colisión y el posible derrame es un grandísimo riesgo que no solo impacta al medio ambiente sino también la imagen del país-industria, incluyendo la suspensión de tráfico en un área debido a un incidente”, comenta Anchor.
Si bien la implementación de estos dispositivos estará a cargo de la AMP, la industria siempre estará presente. La Cámara Marítima de Panamá tiene claro su papel: “La CMP está comprometida a cuidar el medio ambiente de Panamá, en especial el marítimo. Somos conscientes de la necesidad de tomar medidas preventivas que eviten daños a nuestro ecosistema, que causen pérdidas millonarias a nuestra industria y ocasionen accidentes que luego lamentaremos todos. Apoyamos a la AMP y la ACP en estas medidas y estamos seguros de que nuestros miembros acatarán estos requerimientos para proteger nuestra riqueza más grande, que es el sector marítimo”, aseguró Willy Delvalle, presidente de la CMP y representante del gremio que agrupa a 210 empresas del sector marítimo.
A pesar de que fue un arduo trabajo en equipo, Guzmán recuerda que “la parte más compleja de este proceso no fue convencer a las autoridades panameñas o a la Cámara Marítima. La propuesta de Panamá fue claramente redactada y consensuada. Sabíamos que la información científica obtenida era contundente y hablaba por sí sola. Sin embargo, las secciones de sustentación técnica ante delegados de muchas naciones reunidos en el Sub-Comité de Seguridad de la Navegación de la OMI, en Londres, a veces se tornaron tensas”. No obstante, afirma Guzmán, “la confianza entre los delegados del Gobierno de Panamá en nuestra posición fue decisiva y elocuente, lográndose mantener casi íntegra la propuesta original, que recomendaba, entre otros aspectos, la reducción de la velocidad de las embarcaciones durante la época alta en la migración de las ballenas”. El capitán Kevin Coulombe lo describió perfectamente en la edición de octubre de 2013 de la revista Seaway: “Panamá fue muy apasionada al incluir un texto donde se enfatiza que la velocidad de los botes es un factor determinante en las colisiones con ballenas, y documentó con datos científicos cómo velocidades superiores a los diez nudos son letales”.
Adicionalmente, el diseño de los DST consideró otros dos factores importantes; al organizar los barcos en carriles establecidos se protegerá la integridad de once ecosistemas sensitivos, incluyendo la Zona Especial de Manejo Marino Costero del Archipiélago Las Perlas, Isla Iguana y el Parque Nacional y Patrimonio Mundial Coiba, al reducir los riesgos de contaminación como resultado de accidentes marinos. También se beneficiarán los pescadores artesanales, industriales y recreativos, los cuales podrán realizar sus actividades en áreas costeras dentro de la plataforma continental sin afectar la navegación o seguridad marítima de las grandes embarcaciones.
De esta forma, el Hub de las Américas aumenta su importancia y liderazgo regional, pues Panamá seguirá cumpliendo con su misión conectiva para la industria marítima de una forma más segura para los barcos y más amigable para las ballenas jorobadas y para otras especies de cetáceos.