24 horas en Bogotá
Bogotá, una ciudad en constante crecimiento, invita a quien se atreve a caminar por sus empinadas callecitas del oriente a empaparse de caos, cultura y movimiento. ¿Poco tiempo para recorrerla? Aquí el reto de Bogotá en 24 horas.
Por Demian Colman
Fotos: Demian Colman
Desayuno en La Puerta Falsa
Comenzamos en el corazón de la ciudad, calle 11 con carrera 6, tomando chocolate santafereño con pan y queso en esta “puerta” con más de cien años de tradición. Atrévase a tomarlo como los lugareños: queso al fondo de la taza hasta que se derrita y pan mojado en el chocolate.
Visita a la plaza de Bolívar
Camine hasta la carrera 7 con calle 11 y descubra la plaza de Bolívar. Dé un vistazo panorámico a sus casi 14.000 metros cuadrados: hacia al oriente la Catedral Primada y el Colegio Mayor de San Bartolomé (el más antiguo del país); al norte, el Palacio de Justicia; al occidente, la Alcaldía Mayor de Bogotá, y al sur, el Capitolio Nacional. Escudriñe este monumento nacional mientras escucha el sonido de tambores, flautas y guitarras de artistas callejeros.
Descubra la plaza Núñez
Tome la carrera 7 hacia el sur, sin olvidar mirar hacia arriba para admirar la arquitectura que enmarca el estrecho pasaje. La plaza es el jardín de la Casa de Nariño (palacio presidencial) y fue recientemente abierta al público. Si desea visitar la Casa de Nariño agende su turno en visitas.presidencia.gov.co.
Inspírese con Botero
Los más importantes museos de la ciudad están en esta zona: Museo de Santa Clara, Casa del Marqués de San Jorge, Francisco José de Caldas y Museo Colonial, entre otros. Sin embargo, como tenemos pocas horas, sugerimos concentrarse en el Museo Botero. Regrese entonces a la calle 10 y doble por la 5B. Su impresionante colección de 208 obras, donadas por Fernando Botero, incluye 85 de destacados artistas internacionales como Monet, Dalí, Picasso, Renoir y muchos más.
Camine al Chorro de Quevedo
El camino continúa por las estrechas y empinadas calles de La Candelaria, centro histórico y cultural de la capital colombiana. En sus casas bajas de tejados de barro y ventanas de madera se ofrecen variadas experiencias gastronómicas y culturales. El objetivo es llegar a la calle 12B con 2, donde está la piedra fundacional de la ciudad. Hoy, el Chorro es el lugar de encuentro para escuchar a los cuenteros (narradores orales de gran tradición en la ciudad) o tomar bebidas tradicionales, como chicha, canelazo o aguardiente. Termine ojeando el pasaje artesanal de la carrera 2.
El Dorado
Camine 800 metros por la 7 hacia el norte con la mirada siempre atenta al arte callejero. El objetivo es alcanzar el Museo del Oro, en la calle 15. Si bien la leyenda de El Dorado se aplica a toda América, es aquí donde usted puede evidenciar qué la originó. Cuatro salas exploran el trabajo de los metales, la relación entre la gente y el oro en la Colombia prehispánica, la cosmología indígena, el simbolismo y finalmente las ofrendas.
Un septimazo
Estamos cortos de tiempo, así que puede recorrer un par de cuadras para tomar un taxi o caminar veinte minutos por la 7 hasta la calle 28. En el camino verá el Planetario y la hoy plaza cultural La Santamaría, que antes fue una plaza de toros. Suba hacia la 4, pues la idea es almorzar en el tradicional barrio La Macarena. Si le gustan las experiencias con sabor local, aventúrese a la plaza de la Perseverancia (carrera 5 con 30), pero si desea algo más sofisticado elija La Juguetería (calle 27 con 4) o simplemente camine por la carrera 4, entre la 26 y la 30, y elija su opción entre un buen puñado de restaurantes.
Seguimos de museos
No se tarde mucho comiendo, pues en la calle 28 con 7 está el Museo Nacional. Construido en 1870 para ser una cárcel, el edificio fue readaptado como museo en 1940 y ofrece una visión de la historia de Colombia a través del arte.
Conozca la libertad
Es hora de volver a correr. Estamos a dos km de la Casa Museo Quinta de Bolívar, donde vivió el Libertador durante sus visitas a Bogotá, el cual cierra a las 5 p.m. Aquí Bolívar y Manuelita compartieron ideas de libertad, planes de batalla y elegantes cenas en medio de momentos que cambiarían el rumbo de la Gran Colombia. Recorra los jardines y explore entre sus muros.
Vistas desde el cielo
Estamos a trescientos metros de la entrada al cerro de Monserrate. La iglesia, en la cima de los 3.152 m. s. n. m., es el ícono de la ciudad. Puede tomar el funicular o el teleférico y ya en la cima buscar la plaza, frente a la iglesia. Tendrá una vista única de la ciudad por un lado y de la cordillera oriental al otro. Lleve un buen abrigo, pues si por la mañana sufrió de calor, ahora sentirá frío. Vale la pena quedarse mientras el sol baja y las luces de la ciudad empiezan a iluminar.
Busquemos comida
Desplázase hacia el norte, hacia los famosos circuitos de la Zona Rosa y el parque de la 93, donde hallará multitud de opciones. Yo le recomiendo, estratégicamente ubicado en medio de tanta actividad, Le Grand (calle 92 con 10), un elegante restaurante francés que ofrece una cena tranquila acompañada con la mejor pastelería, para relajarse un poco después de este largo día.
La hora de la «rumba»
Debe estar agotado, pero la vida del turista es dura y no hay tiempo para descansar. Estamos en un punto estratégico para la noche bogotana. Aquí encontrará excelentes “rumbeaderos” de los que gustan a la juventud bogotana. Le recomiendo, en el parque, El Mono Bandido (carrera 12 con 93), una alternativa juguetona en donde puede tomar un trago en una “playa”, una piscina de pelotas o un columpio.
Un nuevo día
¿Por dónde empezar? Un buen desayuno, claro, y Usaquén es otro polo gastronómico, donde hay varias opciones exquisitas. Aquí recomiendo Café Rosé (calle 118 con 5), por sus detalles encantadores y su menú de ensueño. Usaquén es también sede de un gran mercado artesanal y punto de partida del Tren de la Sabana, para cuando tenga más tiempo.
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