Rumba en las alturas
Texto y fotos: Roberto Quintero
La vida nocturna en el Casco Antiguo de Ciudad de Panamá se ha renovado con la aparición de bares de azotea o rooftop bars, empotrados en lo alto de los edificios más antiguos del país. Cada uno tiene su estilo, pero todos gozan de una vista increíble de la ciudad vieja, la nueva y el océano Pacífico.
La idea es reseñar los nuevos, no sin antes hablar de las bondades de los pioneros de este movimiento. Barlovento, con vista hacia la famosa Avenida Central, es uno de los más emblemáticos. Este bar bajo las estrellas, que también sirve comida, tiene un ambiente tranquilo durante la semana, con música lounge y minimalista; pero los fines de semana le suben el tono a la terraza, programando los mejores éxitos bailables.
El rooftop bar del hotel Tántalo es uno de los sitios más populares para rumbear en el Casco Antiguo, ya que ofrece algo distinto cada día. En esta terraza los atardeceres parecen de ensueño y las noches son la excusa perfecta para armar una buena fiesta. La especialidad de la casa son los mojitos y las tapas. El restaurante del hotel, en la planta baja, también ha logrado destacar.
Justo al lado está Gato Blanco, un pequeño bar lounge con un ambiente muy distinto, ya que programa música underground y electrónica de buena calidad. Los géneros musicales que más suenan en esta azotea son jazz, melodic house, minimal, house, disco y deep house. Llegue temprano, porque a las once de la noche ya está lleno.
Los nuevos chicos de la cuadra
Casa Casco, epicentro de la diversión, tiene cinco pisos de entretenimiento distintos que están perfectamente integrados para que los visitantes tengan una experiencia completa. En los tres primeros pisos hay restaurantes: Mano de Tigre (comida fusión), Nación Sushi (gastronomía del sureste asiático) y Marula (cocina de autor basada en la gastronomía internacional). De aquí en adelante comienza la rumba: en el cuarto piso hay un club-disco con capacidad para 240 personas, ideal para los amantes del baile. En el quinto piso se descubre una lujosa terraza con una vista de 360º de la ciudad. “El rooftop es una de las anclas más fuertes que tiene el edificio. Ves la ciudad desde cualquier ubicación y entiendes lo que significa Panamá hoy: la ciudad moderna, el Casco Antiguo, el Canal de Panamá, iconos como el Cerro Ancón y el Puente de las Américas, todo lo puedes ver desde aquí”, destaca Leonardo Herrera, gerente de operaciones.
El rooftop bar de Casa Casco tiene DJ distintos cada día, con música de géneros diversos. También tiene una carta reducida de los tres restaurantes para tapear sin necesidad de bajar. De sus cocteles vale la pena probar el mojito Casa Casco, hecho con ron y tequila. ¡Un hit! El sitio está muy cotizado, por lo que es recomendable reservar con anticipación.
Central Panamá es un gastrobar enfocado en la cocina creativa con raíces panameñas. “Tortillas, torrejas, tamales… toda esa fritanga que nos gusta es la base de nuestra cocina, pero tratamos de hacer de un plato tradicional algo nuevo”, explica la chef Ana Torres. Para disfrutar de esta experiencia gastronómica pruebe el One Pot (que se pronuncia “uampá”), un plato tradicional de Portobelo, en la provincia de Colón. Aquí lo preparan con arroz, pulpo, camarón, arañitas y calamar, además de agregarle queso gouda. Y la coctelería también se inspira en lo autóctono, como lo demuestran el Panamanian Gin (¡preparado con un toque de culantro!) y el Eusebio A. Morales, en honor al escritor y político panameño que vivió en la casa donde hoy se ubica el bar.
El sitio posee dos ambientes. Adentro hay dos pisos, cuyas paredes principales son enormes ventanales que permiten disfrutar de la vista a la Bahía de Panamá. La decoración, con motivos panameños, evidencia el interés en mostrar lo autóctono de forma sofisticada con una ambientación que propone luz tenue y música a un volumen moderado. Y arriba está la cereza del pastel: un bar instalado en una pequeña azotea al aire libre, que da la extraña sensación de estar cómodo y relajado tomándose unos tragos en la cima del cielo. “Es la azotea más alta del Casco”, aclara orgulloso José Pino, propietario del local. Por su horario de atención (5 p.m. a 1 a.m.), Central Panamá es ideal para arrancar la noche. Entre semana hay música en vivo y de jueves a sábado van a incorporar la fusión de DJ con instrumentos de viento.
Y por último está Lazotea, en lo alto del Hotel Casa Panamá, cuyo eslogan revela la identidad del lugar: “Comida, tragos y música”. Es un restaurante y rooftop bar sencillo y directo en el mejor sentido posible. Propone un ambiente de fiesta cool, informal y alternativo, que tiene buen gusto sin ser ostentoso. Es la única azotea del Casco que tiene una piscina, la cual se puede disfrutar por un consumo mínimo de 25 dólares. Si busca un ambiente más reservado, también tienen un salón cerrado más íntimo y elegante cuya tendencia gastronómica es la cocina de autor, a cargo del chef Pablo Viluce. Uno de sus cocteles insignia es el Gin Tonic con frutos rojos, un trago muy refrescante. De jueves a sábado ofrecen una cartelera de reconocidos DJ nacionales e internacionales para encender la noche. Por si todo esto fuera poco, ¡la vista del océano Pacífico y del horizonte panameño es un lujo!
Otras novedades
Si bien es cierto que están de moda, los bares de azotea no son la única novedad en la vida nocturna del Casco Antiguo. Recientemente abrió un sitio dedicado al ron, cuya gran singularidad es que también es el bar de la primera marca de ron artesanal hecho en Panamá: Pedro Mandinga. “Nuestro ron es único. Además de ser artesanal, es el primer ron hecho de raspadura orgánica, traída a la ciudad directamente desde las tierras altas de Chiriquí”, explica Jacky Jaffe, gerente general. Y el valor agregado de probarlo in situ es que todos los cocteles del rum bar son preparados con ingredientes que resaltan el sabor de la raspadura.
Gracias a la decoración, apenas al entrar el visitante siente que se transporta en el tiempo a uno de esos típicos barcitos caribeños de antaño. Antes de sumergirse en la carta de cocteles, pida una muestra de los dos tipos de ron que producen para que pueda degustarlos: el Silver, con notas de banano, algodón de dulce y caramelo con un paladar suave; y el Spiced, con notas predominantes de naranja, vainilla y canela con un sutil y exótico picante que crea un sabor naturalmente dulce. Otros dos buenos trucos: aproveche la happy hour hasta las 6 p.m. y, si es verdadero amante del ron y los procesos artesanales, pregunte por las visitas gratuitas para conocer la destilería de Pedro Mandinga, así podrá vivir la experiencia completa. Y sí, el lugar posee un menú de comidas para acompañar la juerga.
La Séptima Central es un bar restaurante que está pega’o, como decimos en buen panameño. Uno de los grandes atractivos del sitio es su decoración ecléctica, que es al mismo tiempo loca y muy llamativa: mesas y sillas altas, al mejor estilo de bar de tapas; una suerte de jardín colgante que pende sobre cajas de madera que sirven como lámparas; varios grafitis decoran las paredes rústicas y esa enorme barra de tragos que llega hasta el techo y viste por completo la pared principal del bar.
La dinámica es ir a comer algo rico y tomarse unos buenos tragos, en pareja o con amigos. Entre las recomendaciones del chef figura, para comenzar, un típico plato playero de Venezuela: “Vuelve a la vida”, una mezcla de mariscos (pulpo, almejas, camarones…) marinados durante cuatro días en vinagre, limón y salsa de tomate, servida sobre una base de leche de tigre de frutos rojos. Y como plato fuerte, la pesca del día: que en este caso fue un pescado dorado servido sobre un puré de hinojo y vegetales a la parrilla. ¡De muerte lenta! Para acompañar, uno de sus cocteles más populares es el budú, preparado con vodka, triple sec, blue curazao, Red Bull y jugo de maracuyá.
Pero eso no es todo. Si usted quiere mover el esqueleto, de jueves a sábado, a partir de la medianoche, se corren las mesas, aparecen los DJ para disparar buena música bailable y se forma la rumba hasta las cuatro de la mañana.
No se puede cerrar un recorrido por las noches del Casco Antiguo sin mencionar el Teatro Amador. Quizá no sea tan nuevo, pero es un gran referente de la diversión nocturna panameña. Además de ser un estandarte del movimiento de música electrónica nacional, donde se han formado los mejores DJ locales y recibe a las grandes figuras internacionales del momento, también es un escenario versátil en el que se producen conciertos, obras de teatro, veladas humorísticas, noches de cine, espectáculos de circo, exposiciones y, claro está, también algunas de las mejores fiestas del país.