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CulturaMujeres en el escenario

Mujeres en el escenario

Por Ana Teresa Benjamín
Fotos: Javier Pinzón y David Mesa
Ilustraciones: Cortesía Comisión 500 años

La idea era sacarlas de bambalinas. Mostrarlas con sus dudas, sus ideales, sus luchas. Escuchar sus voces. Sentir en piel viva sus insistencias. Regocijarse con sus victorias, que además eran victorias para muchas.

Citadinas sin bambalinas es un libro concebido en el marco de la celebración de los quinientos años de fundación de la Ciudad de Panamá, que quería rescatar del olvido la historia de las mujeres que han vivido en esta ciudad frente al mar en distintas épocas y en sus circunstancias particulares, para “recorrer” con ellas la historia de un país que, como la de muchos otros, casi siempre se ha contado desde la perspectiva masculina. 

El resultado es un conjunto de ochenta historias ficcionadas que, como dice el escritor Héctor Collado, acerca “con ternura a los niños y a los jóvenes al conocimiento del quehacer de aquellas que nos precedieron”. Un libro donde puede leerse cómo la historia está atravesada y formada por mujeres que construyeron pensamiento y acción y que, aunque está pensado para los más pequeños, igual lo disfruta un adulto porque los textos “están llenos de riesgos y de propuestas de cambio” —como resalta el también escritor Javier Stanziola— que buscan remover estereotipos tan naturalizados que a veces ni se cuestionan. 

Citadinas sin bambalinas está, además, bellamente ilustrado por más de sesenta artistas que, muy a su estilo, interpretaron cada uno de los textos escritos por Lilmaría Herrera, Consuelo Tomás y Martanoemí Noriega, esta última también ilustradora. 

De la primera edición de Citadinas se imprimieron 750 ejemplares de tapa dura y ¡se han ido todos! Una segunda edición de mil ejemplares se espera en junio, así que ¡atentos! Las citadinas conquistan.

Joaquina Pereira. Ilustración de Amir Lucky.

Lilmaría Herrera: escritora, traductora, comunicadora, cuentacuentos y actriz de teatro para títeres. 

Todo empezó con El gato con botas. Lilmaría no tenía forma de saberlo entonces, pero ahora reconoce que su primer encuentro con la literatura se produjo cuando su papá, Alfonso Herrera y Franco, le leía con paciencia infinita el popular cuento de origen francés, una y otra vez. Luego vendrían las anécdotas sobre la provincia de Darién, esa tierra llena de selva, gentes y comidas que le parecían fantásticas; las biografías gordas de personajes célebres que había escrito su abuelo y las cartas que, a mano y en el más formal de los estilos, debía contestar a un tío que vivía en Argentina. 

Lilmaría creció entre cuentos, y cuando se hizo adulta no sabía qué ser. O cómo. Quiso ser taxista, policía, cajera. Estudió derecho y se desencantó. Se imaginó en el mar, como otro tío que fue marino y cirquero. “Siempre he admirado a la gente que hace muchas cosas y, sin quererlo, ese fue mi camino”, dice ahora, vía telefónica, desde el rincón chiricano en el que ha elegido vivir.

El camino se le fue despejando cuando, mientras estudiaba Periodismo, se dio cuenta de que lo suyo era escribir. Luego trabajó como maestra de preescolar y supo que le gustaban los niños. Más tarde laboró en la Biblioteca Nacional y allí, mirando las sesiones de cuentacuentos del escritor Héctor Collado, se dijo: “Oye, yo quiero hacer eso”. 

Lilmaría es una de las tres autoras del libro Citadinas sin bambalinas, y sobre él dice: “Es un libro hecho por mujeres de tres generaciones distintas y, si bien es presentado como literatura infantil, puede ser disfrutado por todas las edades. Es una obra con valor histórico y sociológico, pensado para visibilizar a mujeres constructoras del alma de la Ciudad de Panamá”.

Carmen Cedeño. Ilustración de Natalia Pía Conde Díez.

Consuelo Tomás: poeta, narradora, trabajadora social, actriz de teatro para títeres y comunicadora. 

Consuelo Tomás ha hecho preguntas indeseables. Le ha escrito al olvido, a la risa y a otras propensiones. Se ha negado a rendirse. En su último libro de poemas, “juega” con el epitafio y saluda a la muerte.

Nacida en Isla Colón, la escritora panameña vivió hasta los tres años en su natal Bocas del Toro hasta que un día su padre decidió mudarse a la capital, para que “tuviéramos una buena educación y viviéramos más cómodos”. En ese entonces, explica, en la isla no había ni acueducto. Fue así como terminó “trasplantada” en la ciudad, si bien cada verano se iba a su tierra con sus hermanos para, nada más llegar, quitarse los zapatos y “soltarnos como si fuéramos bestias” a disfrutar del campo y de la playa. 

Amante de la música —”las palabras y el ritmo son una buena mezcla” —, a Consuelo le cuesta entender este siglo y sus parámetros, mientras se declara rotundamente feminista: “No soy militante, pero si hay que poner la cara, la pongo”. 

Siendo así, era casi natural que fuera una de las autoras de la obra reseñada. Sobre su importancia dice: “Citadinas sin bambalinas hace justicia a la memoria de grandes mujeres que hicieron mucho, no solo por la ciudad sino por el país, en momentos en que ellas enfrentaban inmensos obstáculos para ser protagonistas en la vida pública. Es un documento de investigación; un libro artístico, porque incluye artistas de la plástica; y didáctico, pero de un modo lúdico”.

Georgina Jiménez. Ilustración de Daniela GW.

Martanoemí Noriega: ilustradora, muralista y escritora. 

Al principio, Martanoemí fue publicista. Ideaba para que otros compraran cosas que no necesitaban, y muy pronto aquella vorágine la inundó de dilemas. Por eso empezó a tomar sopa. De brócoli, para más señas. Mucha, siempre acompañada de un libro. 

En esas estaba cuando en medio de un sorbo y otra tristeza, cayó en sus manos el poemario Todo en regla. Miró el nombre de la autora: Lilmaría Herrera. “Cuando la conocí le dije que me había gustado tanto el libro que quería ilustrarlo”, cuenta. 

De aquel encuentro nacieron sueños y estrellas: la editorial cartonera Pelo Malo, los versos en los murales, el proyecto Cuentos para rodar. La publicidad es ahora solo un recuerdo, porque los días de Martanoemí transcurren pensando en cómo será la mejor manera de ilustrar este libro, aquel festival, aquella pared de barrio. 

En Citadinas sin bambalinas, Martanoemí fue la coordinadora del equipo de ilustradores, ilustradora ella misma de doce cuentos y escritora. Sobre el valor del libro dice: “No solo es importante porque rescata la historia de todas estas mujeres, sino que lo hace de una forma refrescante por la forma de contarlas y por las ilustraciones”.

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