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Destino MiamiMiami: perfil furtivo de una coqueta incorregible

Miami: perfil furtivo de una coqueta incorregible

Por; Gloria Shanahan
 Fotos: Edgar Cadena

Aunque lo nuestro no fue amor a primera vista, hoy puedo decir que la quiero. Me gusta la espléndida playa del “parque del farito” (oficialmente Bill Baggs), el grafito de Wynwood, la intención de un refresco saludable en el Palacio de los Jugos que invariablemente termina en chicharrón y conocer de memoria dónde quedan los secretos de la ciudad que no ven los ojos del turista.

El plan original era ser una más del grupo de transeúntes que adoptan Miami por un corto tiempo. Esa idea de lo efímero ayudó a enfrentar la ausencia absoluta de cualquier colina que pudiese siquiera semejar mis majestuosos Andes; la insoportable existencia de las monstruosamente grandes cucarachas palmetto, la humedad, la falta de transporte público eficiente y las hipersensibilidades políticas.

Esta ciudad tan disfuncional para los locales es el patio de recreo del planeta y salón de juntas de los emprendedores, lo cual la obliga a crecer, madurar, seguir siendo atractiva, mejorar su capacidad hotelera y buscar métodos innovadores de transporte. Entre ellos destaca el recién adoptado sistema “car2go”, que renta autos por hora; están disponibles para alquilar y devolver casi en cualquier calle. Este mini-vehículo tiene capacidad para dos personas con bolsas de compra tamaño joyería. Hay también rutas gratuitas de buses, decorados como trolleys, y carritos de golf que acarrean a los turistas y compradores entre distintos puntos de la ciudad.

En la tradicional ciudad de mostrar hay cosas que se asumen; como la gloriosa oferta gastronómica y el ritual de cenar fuera de casa entre semana. También están los sitios obligados, como el bulevar peatonal Lincoln Road, en Miami Beach, donde los locales se mezclan con los turistas para ver y ser vistos o para pasear perros tan excéntricos como sus dueños y esperar la noche con su dimensión paralela de clubes y discotecas. Aquí se topa uno de narices con un inexplicable código social: los no iniciados nunca comprendemos por qué si ayer pude entrar hoy no.

Hoy me inspira la otra Miami; aquella de la que nadie hablaba, la que no era de mostrar debido a su pobreza, abandono y segregación. Esa Miami ahora tiene voz propia. Su diálogo se genera al norte del downtown, en la zona urbana de Buena Vista (así, en español) donde colindan dos vecindarios históricos: el Pequeño San Juan y el Pequeño Haití. Se extiende alrededor de quince cuadras de sur a norte y menos de diez de este a oeste. Este espacio tiene tres microcosmos independientes en sus estilos de vida, separados por la capacidad de ingresos, pero donde el objetivo común de divertirse permite mezclarse a la hora más democrática, la happy hour, entre mojitos, arte y música.

Quienes apenas disponen del tiempo necesario para la reunión de negocios con dosis de golf, playa, compras y la consabida visita al banco, se están perdiendo la verdadera sazón de la ciudad. Wynwood, Midtown y el Distrito de Diseñadores le dieron una nueva cara urbana a Miami.

El área de los diseñadores ha estado por décadas ahí, entre las calles 36 y 41, pero era el refugio de los profesionales de la decoración interior y uno que otro galerista. En los últimos tres años crecieron, se organizaron mejor y llegaron los nombres mundiales de la moda para atraer al público afluente que utiliza los servicios de esos profesionales. Al caminar por la calle 40 (entre 1st y 2nd Avenue del NE) se encuentran en la misma cuadra las tiendas de Prada, Dior, Cartier, Hermès, Luis Vuitton, Christian Louboutin… En este pedacito de la moda las tiendas cierran a las siete, de manera que la cena es en Michael’s Genuine Food and Drink o en MC Kitchen y luego la rumba en los clubes Gavanna o Stage.

Un par de calles al sur, Midtown es el tramo vertical que brotó con el boom de la construcción de condominios de 2005. Edificios para profesionales de ingresos medios surgieron en la mitad de una zona que necesitó revitalización y paciencia en plena recesión, cuando pocos aventureros decidieron ser los primeros moradores de inmensos edificios desolados donde por años solo se veían una o dos luces encendidas. Ahora llegaron los demás; todos al tiempo y ya tiene congestión de tráfico casi permanente, ante la sonrisa complacida de los comerciantes del área.

Esta zona fue muy estimulada por el despegue colosal de la Feria de Arte Basel. Cuando los mercaderes del arte mundial vieron que la capacidad (y los precios) de la sede principal en Miami Beach era absurda frente a la demanda, montaron toldo aparte en Midtown, donde también tienen lleno completo. Ahora un bus comunica las dos áreas de exhibición y todos contentos. Este año Art Basel es del 5 al 8 de diciembre y sus efectos, exhibiciones al aire libre y legado cultural perduran durante semanas y meses.

En esta zona de Midtown la competencia es más grande entre los restaurantes y bares, pero Sugar Cane, Mercadito, Cheese Course y Montaditos siguen conquistando el corazón y el apetito de los locales. La oferta comercial en el centro comercial Shops of Midtown va de los prácticos Target, Ross y Marshall’s, a los simpáticos West Elm y Living Art de decoración, ropa de marcas famosas escondidas en Loehmann’s y tiendas de artículos para mascotas. Con plazoleta central y fuente decorada con piezas del artista Romero Britto, el ambiente de Midtown es familiar.

Continuando hacia el sur, Wynwood es quizás el área más interesante. Es de origen humilde, segregada y compuesta por casas tímidamente erigidas detrás de bodegas y talleres, separadas por terrenos descuidados y cercas de alambre. Era, hasta hace menos de seis años, un ‘giro equivocado’ para los transeúntes ajenos al sector. Conocida como “El Barrio” entre los puertorriqueños que prosperaron en las décadas de los 50 y 60, poco a poco se sumió en el abandono. Pero para los artistas que necesitaban espacios amplios, las bodegas estaban allí y Miami Beach se estaba volviendo demasiado costosa.

El urbanizador y visionario neoyorquino Tony Goldman, quien tuvo mucho que ver con el resurgimiento de SoHo en Nueva York y de la Calle 13 en Filadelfia, encontró la solución para que los artistas trajeran su creatividad, espíritu pionero y se decidieran a transformar esas bodegas vacías. Goldman creía en los museos al aire libre. En 2009 compró algunos de esos edificios, propuso un restaurante, creó un parque e invitó a los grafiteros del mundo, quienes salivaron ante esos potenciales murales, lienzos de concreto listos para ser descubiertos tras paredes sedientas de pintura. Desde 2010 se convirtió en un secreto bohemio. La moda es de fedora, tatuaje y botas de combate, y el arte es callejero.

La zona atrajo público al área con la apertura nocturna de todos los establecimientos para un “Art Walk”, los segundos sábados de cada mes a partir de las siete de la tarde. Ahora no es solo los fines de semana. Los universitarios esperan los martes para ir a Wood, una pintoresca taberna donde ese día los tacos son gratis para quienes consumen alcohol, y donde el último martes del mes hace su aparición un grupo de amigos en tutú de ballet, exhibiendo un tema diferente en cada ocasión. Un auto que ahora es mesa de bar y parrilla, una cabeza de búfalo con ajustador por anteojos y un ambiente relajado, hacen de esta esquina (calle 26 con 2nd Avenue NW) un imán de actividad.

Justo en frente están los restaurantes Joey, italiano, y Wynwood Kitchen and Bar, sureño-latino, ambos deliciosos, que abren a la hora del almuerzo. En las inmediaciones, al café Panther llegan los chicos en bicicleta para intercambiar ideas. Otras opciones de bar y lounge son Cafeína y Gramps. Los nostálgicos pueden ver películas desde sus autos en Blue Starlite, o cine experimental en O Cinema. La nueva cervecería artesanal de producción local Wynwood Brewing Company (WBC) es la primera en el área y sella el arribo de esta área como zona establecida de la rumba.

Hoy, más de un centenar de galerías y almacenes de toda índole forman parte de este ecléctico sector. En vericuetos difíciles de adivinar se encuentran empresas de producción de televisión, ingenieros de sonido y de iluminación y talleres de diseñadores de moda. No obstante, lo prudente es llegar con indicaciones exactas y con un conductor designado para la hora de la salida. A pesar de su renacimiento, las zonas aledañas resultan desconcertantes y desoladas, por lo que es mejor no perderse.

Miami hoy tiene fibra de ciudad. Con sus problemas y disparidades es real; muestra la poesía de sus entrañas más allá de su estereotipo de ligereza y no se asusta con su sombra. Reconoce y presume de sus aleaciones culturales y poco a poco se acomoda en su nueva piel, sin dejar de ser adolescente coqueta, curiosa ante las nuevas aventuras y siempre atenta a la diversión.

Cómo llegar
Desde Norte, Centro, Suramérica y el Caribe, Copa Airlines lo lleva, través de su Hub de las Américas en Panamá, a la ciudad de Miami, cinco veces al día. Desde Brickell Avenue, la forma más conveniente de visitar Wynwood puede ser con el trolley gratuito que recorre el área desde Brickell hacia el norte por Biscayne Boulevard y que desde mayo fue extendido hasta el Distrito de Diseñadores. De seis de la mañana a once de la noche entre semana y entre las ocho de la mañana y las ocho de la noche los fines de semana, pasa cada quince minutos y permite disfrutar con tranquilidad las zonas que uno prefiera explorar con más detenimiento.
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