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PersonajesLuis Tosar: un actor entre actores

Luis Tosar: un actor entre actores

Por: Roberto quintero
Fotos: Carlos E. Gómez.

Luis Tosar tiene apenas 43 años de edad y ya se ha consagrado como uno de los grandes actores de España. Un logro envidiable y nada sencillo de obtener, considerando que el cine español tiene muchísimos intérpretes de gran valía y renombre. ¿Que cómo lo logró? Sin duda nació para actuar y tiene un talento indiscutible para dar vida a personajes, algo de lo que poco se jacta al dar una entrevista, manteniéndose siempre al filo de la humildad y la sencillez, pero que se hace ostensible cuando sale a escena. Luego, tiene mucho respeto por el oficio y escoge muy bien los papeles que interpreta. Y por último, o como un resultado de todo lo anterior, en los últimos diez años nos ha dado actuaciones sólidas, y realmente asombrosas, que han quedado grabadas a fuego en la historia del séptimo arte, como las desempeñadas en Los lunes al sol (2002), Te doy mis ojos (2003) y Celda 211 (2009), tres trabajos por los que fue galardonado en los Premios Goya, máxima distinción del cine español.

Comenzó en la televisión a finales de los años 90, pero hoy confiesa que le seduce muy poco la pantalla chica. También reconoce que es muy exigente consigo mismo, que pocas veces le han ofrecido un papel cómico que valga la pena interpretar, que no tiene alma de director y que le encantaría hacer más cine en Latinoamérica. Todo esto y más en la entrevista exclusiva que ofreció a Panorama de las Américas, en su reciente visita a Panamá.

Eres considerado un actor dramático, pues haz hecho muy pocas comedias en tu carrera. ¿No te gusta el género o no te ofrecen papeles cómicos?

A mí me gustaría hacer mucha más comedia, pero lo que pasa es que si no me hace gracia cuando la leo, se me hace muy difícil interpretarlo. Y no me hace mucha gracia en general las que leo. Se hace mucha comedia en España, pero no hay mucho que me divierta especialmente. A mí me gusta más una comedia más fina, que navega en terrenos que no son tan obvios ni tan claramente paródicos, y eso no es tan abundante. Por eso tiendo más hacia el drama, porque ahí me han ofrecido proyectos que me han entusiasmado más. También es cierto que tengo mucha tendencia al cine social, el cine de compromiso, y ahí tampoco es que la comedia camine a sus anchas. Sí que la hay, pero no es tan habitual.

¿Qué hace falta para que te entusiasme un proyecto? ¿Un buen guión, un buen papel? ¿Cómo escoges tus proyectos?

Un buen guión. En general la historia es lo que más prevalece. Luego puede ser que el personaje que te ofrecen es muy seductor y por ahí el guión no acaba de estar absolutamente redondo, pero en el momento en que te lo ofrecen sientes que te apetece trabajarlo y aceptas el riesgo. En realidad, las cosas aparecen y es cuando crees que tienes que hacerlas. Yo nunca tengo nada en mente que especialmente quiera hacer, ninguna cuenta pendiente ni nada por el estilo. Pero de repente aparece y dices: “Sí, quiero hacerlo”. Ahora, también está bueno poder reconocer cuando aparece algo para lo que no estás preparado o no tienes algo que aportar todavía.

¿Y si la historia es buena y el director es novel?

Me da igual, no tengo problema. A menos que sea un proyecto tan arriesgado que digas: “No sé si esto, en manos de alguien tan poco experimentado, se pueda llevar a cabo”. Pero incluso esto se puede resolver o plantear desde otro lugar, dependiendo del proyecto, del talento y las ganas que tenga el director o el equipo de trabajo a su alrededor.

¿Y escribir y dirigir? ¿Has intentado? ¿Te dan ganas?

No realmente. He codirigido alguna cosa de documental, me gustó la experiencia y creo que haré alguna otra cosa más; tengo un pequeño proyecto en mente. Pero ficción… la verdad es que me cuesta, me cuesta pensar como director y como guionista todavía más. No tengo la pulsión del escritor, no tengo la pulsión de sentarme y empezar a fabular, yo fabulo de otra forma más activa. Soy culo de mal asiento, qué quieres que te diga.

Está perfecto, lo tuyo es actuar.

Intento hacerlo lo mejor posible, dentro de lo que sé hacer. Y creo que aún tengo mucho trabajo por hacer, además. Todavía veo mucho trabajo mío que no me acaba de cerrar. Siempre tengo la fantasía de que algún día todo será perfecto. No va a ocurrir, por supuesto.

¿Hay algo que extrañas de tus inicios como actor? De cómo eran las cosas, quizás, o cómo percibías la actuación.

No creas que mucho; mantengo bastante ese espíritu. Procuro mantenerlo, esa es la ilusión. Sobre todo la capacidad de asombro, que como necesidad profesional es algo que los actores no podemos perder. También esa sensación de que nada se completa. Que si lo agarras por el lado sano es muy interesante, pues nunca dejas de sorprenderte y nunca acabas de especializarte. Así todo es nuevo y el reto es continuo, ¿sabes? Siempre hay algo nuevo por descubrir en cada proyecto.

¿Qué te parece lo que está pasando hoy en el cine latinoamericano?

A mí me da mucha envidia, la verdad. En Latinoamérica, a pesar de que hay cinematografías históricas ya instaladas, hay una sensación de constante búsqueda y de un cine muy guerrillero, en general. También es que la realidad socio-política de estos países produce que de repente haya películas que son súper poderosas. Lo que me hace pensar en que una de las ventajas de la crisis que estamos viviendo en España es que estamos volviendo a la realidad de las cosas. Nos hemos dado cuenta de que hay historias muy potentes que contar y que las habíamos olvidado un poco, porque estábamos viviendo muy bien durante los últimos años.

Tú has hecho cine en Latinoamérica. Operación E, por ejemplo. ¿Has recibido alguna otra propuesta?

La verdad es que cada vez empiezo a recibir más, sobre todo de Colombia, Chile y México, que son los países que frecuento más. También de Argentina, pero más como coproducciones con España. Lo que pasa es que es muy difícil concretarlas, sobre todo encajar agendas, cruzar el charco y estar fuera por tanto tiempo. Pero yo intento, me gusta mucho venir a Latinoamérica.

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