La ciudad de las palabras
Por: Iván Beltrán Castillo
Fotos: Lisa Palomino
La versión número veinticinco del ya legendario Festival Internacional de Poesía de Medellín volvió a comprobar la bellísima y providencial metamorfosis de una ciudad ayer convulsa y ganada por la extrema sordidez de la violencia, pero que, como una forma de resistencia, se abrió a la comunión cultural, al encuentro de experiencias sensibles procedentes de los más diversos puntos del planeta y que delegó en la poesía parte de su necesidad de esperanza.
Fundado en 1991 por el poeta Fernando Rendón, en compañía de Gloria Chavatal y del poeta y escritor Gabriel Jaime Franco ‚Äïquienes ya comandaban un proyecto editorial de gran calado: la revista Prometeo el Festival ha conmocionado la sensibilidad de cuanto artista pasa por él, incluidos nombres mitológicos como el de Wole Soyinka, ganador del premio Nobel.
El Festival es un hábito cultural latinoamericano y una tradición universal, lo cual le valió ser distinguido con el premio Nobel Alternativo (antesala del Premio Nobel de la Paz). Fernando Rendón explica el fenómeno de masas que significa este certamen, apoyado por la mayoría de los estamentos fundamentales de la urbe, y al que, por desgracia, no le han faltado oscuros enemigos e injustificados adversarios.
Después de veinticinco ediciones, ¿cómo se ha cristalizado la experiencia de tu Festival en la psique colectiva de la ciudad?
La ciudad necesita el Festival. La juventud necesita la poesía. La poesía es la primavera de este mundo ya caduco y marchito. La Tierra deteriorada, el mundo abatido, la historia humana a la deriva, la esperanza tiroteada… necesitan el frescor del lenguaje, el amor desbordado y desbordante de la poesía.
Amor, fraternidad, libertad y deseo parecen ser constantes temáticas de la poesía. ¿Qué concepto de lo universal va dejando la cita de tantos cantores de tan diversos idiomas y países?
Medellín es hoy un referente universal de la poesía. En muchas ciudades del mundo se habla del fenómeno poético de Medellín, que quedará en la historia de la cultura como una leyenda viva. La audiencia es única. No obstante, yo espero mucho más del público del Festival, de nuestro pueblo, de nuestra juventud. Yo espero que esos miles de personas lean y escriban poesía, poeticen sus vidas y la historia. Cuando podamos llevar la poesía a los oídos y a los labios de todos los habitantes de una sola ciudad del mundo, comenzando por Medellín, antaño capital mundial del narcotráfico y de la matanza, todavía quedará faltando materializar la justicia y la solidaridad con todos sus habitantes, y así tendrá pleno sentido que sea capital mundial de la verdad y la belleza.
¿Goza el Festival de tan cabal salud como para considerarlo ya fuera de todo riesgo?
En una historia de dos millones de años de evolución, un proyecto embrionario de recuperación de la memoria genética y poética de los orígenes, y de la potenciación plena del espíritu humano, es necesariamente embrionario; por eso hay que cuidarlo. Se necesitan muchos recursos para materializar su pleno desarrollo y éxito.
Cuéntanos la historia, ahora un tanto legendaria, de cómo tú y tus compañeros de periplo soñaron la creación de un festival internacional de poesía.
La historia del Festival es la resultante de nuestra manera de confrontar (desde 1991) la guerra, el fascismo, las bombas y la violencia extrema: con solo poemas. Nosotros fundamos el Festival en un año en que Medellín padecía más muertos que Europa occidental. Se sueña deseando, visionando, anhelando, amando… En la poesía se refugió nuestro pueblo; se hizo fuerte el sueño; el amor triunfó. Y llega la paz.
¿Qué cambios en la percepción moral, ética, ideológica y humanística te ha donado el Festival?
La realidad nos alzó en el impulso enérgico del sueño, nos reveló su trágico reto; nuestra rebelión poética nos hizo hombres dignos, firmes e indeclinables en nuestro propósito, más humanos y hondos en el contacto con la gran poesía mundial.
Tres poetas inolvidables que hayan estado en Medellín.
Wole Soyinka, Gonzalo Rojas y Marin Sorescu.
Haber recibido el Premio Nobel Alternativo conlleva responsabilidad y tareas. ¿Cuán difícil es soportar el peso legendario de semejante premio?
El peso es ligero cuando no te lleva a la vanidad, que realmente pesa a los incautos. El Premio Nobel Alternativo representó para nosotros un inmenso honor.
¿Qué planes tienes a corto plazo?
No albergo más deseo ni más proyectos que contribuir a que Colombia viva ya mil años en paz.
DESTELLOS DE LA EDICIóN 2015
Solo venimos a dormir
Los poetas cargan con el dulce peso de su tradición, recogen en sus líneas la voz distante e imperecedera de los antepasados. Así lo demostró el poeta náhuatl Natalio Hernández, cuyas palabras evocaron siempre las del maestro Nezahualcóyotl. Frescura, metafísica instantánea y lucidez.
Todos los rostros
En Medellín, la poesía dejó de pertenecerle a nadie y se hizo colectiva, destinada a los más diversos grupos sociales, culturales y étnicos. Los indígenas, en primera fila, escucharon, comprendieron y se conectaron con la fuerza universal de las palabras.
El viaje y sus visiones
La poeta filipina Dinah Roma fue una voz sugestiva que logró construir un puente con el público. Es autora de tres libros muy reconocidos y una incansable investigadora de las posibilidades del lenguaje, bebiendo desde las más puras fuentes de la tradición oriental.
Sin tiempo ni lugar
La poesía representa una región innominada en la que la edad de las personas deja de ser un dato concluyente, y se borra la diferencia entre los receptores jóvenes y los maduros. Apertura de un lugar de encuentro que no es vulnerado por los años ni las horas.
Dema, para escuchar
La poesía oral, que necesita al otro, que lo busca con desesperación y que no quiere abandonar la pureza del contacto directo con el público, su carga ritual, fue la propuesta con la cual la poeta africana TJ Dema, de Botsuana, logró extender su abrazo invisible en Medellín.
De la nación sami
Altiva, rabiosa, contestataria y genuina fue la voz de Marry A. Somby, poeta noruega perteneciente a la nación sami. Oyéndola, los espectadores sintieron que la brecha entre el tercer mundo y el primero no es más que otra ficción. La memoria de todas las heridas pasea como un duende altivo por sus versos.
El gran señor de la nada
Los recitales del colombiano Jotamario Arbeláez son ya un clásico de la cultura latinoamericana. El último de los impertinentes nadaístas reclamó como suyo un espacio en el que la poesía se baña de humor, irreverencia, cotidianeidad, liviandad y escandaloso erotismo.
El libro y la calle
Las experiencias de los asistentes al Festival de Poesía de Medellín son múltiples. Algunos acompañaron la lectura de poemas con un juicioso seguimiento desde el libro. O bien, entre un poeta y el otro, repasaron sus líneas amadas.
El agua y los sueños
El cierre de la edición 2015 del Festival tuvo como escenario el Parque de los Pies Descalzos. Y nada parecía simbolizar la comunión y fraternidad del encuentro tanto como ver a la gente refrescándose en el agua, una de las metáforas eternas de la poesía.
La tienda de los sueños
Librerías improvisadas, nutridas casi en su totalidad por volúmenes poéticos, salían al encuentro del caminante. El interés de la gente ha crecido y ya hay lectores especializados en el género esencial de la literatura.
Infidencias habaneras
El poeta cubano Larry J. González utiliza los recursos de la prosa, la picaresca y cierta sazonada ironía para develarnos aspectos subterráneos y quizás esenciales de la vida cubana: el fragor de La Habana, la noche tropical, los escarceos de la juventud o la duda metódica.
El poeta que escucha
El éxtasis, la mirada interior, el encuentro con aquella palabras que nombran, o lo intentan, lo impronunciable, podían verse en los rostros y los movimientos de los espectadores del Festival. La vendimia de metáforas entregaba su botín.
Ojos perturbados
El poeta Basir Ahang, de la nación hazara de Afganistán, es un sigiloso y delicado relator de las muchas tempestades que su pueblo ha debido asumir. La noche irredenta, la marcha de las tropas salvajes que construyen el averno de la historia, la piedad y el miedo, y también la esperanza, se unen en su canto.
El instante eterno
Rostros que parecieron asistir a un encuentro largamente esperado; hombres y mujeres, niños, yoguis, hippies, skaters y hasta perros, constituyeron el auditorio de esta reciente versión del Festival Internacional de Poesía de Medellín.