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Jujuy: tras la paleta del pintor

Argentina no solo es tango o vino; tampoco es tan solo montañas nevadas en el fin del mundo. Hay, al norte, una Argentina cubierta de desierto en donde las montañas se pintan de colores y los valles se llenan de sal.

Por: Julia Henríquez

Fotos: Demian Colman

Permítame, querido lector, invitarlo a la provincia de Jujuy, en ese norte argentino donde se come locro y humita. En donde las notas de la tradicional chacarera salen por las ventanas de restaurantes y hostales y la vida parece bajar la velocidad para que la pueda saborear con todos sus sentidos. Por acá pareciera que el dios pintor hubiera pasado su delicado pincel convirtiéndolo todo en insólitas olas de acuarela. Venga con nosotros y déjese sumergir en esta experiencia que pareciera interactiva, pero es totalmente natural.

Jujuy alcanza una altura de 4,170 metros sobre el nivel del mar.

Jujuy

Día 1: Purmamarca 

Iniciemos nuestro recorrido a 2.324 m. s. n. m., en Purmamarca, un pueblo de casas bajas de adobe y hoteles boutique que se mimetizan con el paisaje. Caminemos por sus calles empedradas, donde la arena roja que viene de las montañas parece invadir el aire. En la plaza central se reúnen artesanos que muestran sus tejidos, adornos de barro y tallas de madera.

Deténgase en la iglesia de Santa Rosa de Lima y detalle sus bancos, techo y altar de cardón. Muy cerca a la iglesia, no olvide la foto junto al enorme algarrobo de más de treinta metros de diámetro. Las voces del pueblo cuentan que estas mismas ramas dieron sombra a los protagonistas de la independencia argentina.

 

Sabores del Norte, Purmamarca, Jujuy

Hacia el Cerro de los Siete Colores

Pero la verdadera razón para llegar hasta Purmamarca está un poco más allá. Sigamos caminando entonces hasta divisar el Cerro de los Siete Colores. No será muy difícil identificarlo en medio del paraje desértico. En esta montaña, los sedimentos marinos, lacustres y fluviales se organizaron en hileras de tal forma que dan la sensación de un arcoíris de piedra. Podría ser también una acuarela hecha a brochazos verdes, morados, rojos, amarillos y ocres. Absorba cada rincón desde el mirador, muy cerca al pueblo, y tome luego el Paseo de los Colorados que, en tres kilómetros, le da la vuelta al cerro.

Al bajar el sol, no queda más que volver y buscar un buen refugio contra el frío. ¿Tal vez una buena peña? Eso promete buena música en vivo, comida y vino.

Purmamarca es un pueblo de casas bajas de adobe y hoteles boutique, donde la arena roja que viene de las montañas parece invadir el aire.

Purmamarca, Jujuy, Argentina
Cactus, Jujuy

Día 2: por la ruta de la quebrada  

Cerro Pollerita de la Coya
Cerro Pollerita de la Coya

Ahora, amigo lector, subamos al carro, pongamos buena música y bajemos las ventanas. Vamos por la quebrada Humahuaca, declarada Paisaje Cultural y Patrimonio de la Humanidad. Disfrute del paisaje rojizo, el pequeño río a la vera del camino y observe a lo lejos los cardones, como caminantes perdidos.

Paremos en la mitad del camino, donde un reloj solar inmenso nos marca la línea imaginaria del trópico de Capricornio. Un momento para tocar esta tierra por la que han caminado nuestros antepasados, y es lugar de reunión y celebración para los pueblos originarios.

Sigamos por la Ruta Nacional 9, pues quiero mostrarle la conexión enorme de este pueblo con la Pachamama. Estamos al fin frente al cerro Pollerita de la Coya, admírelo por un rato. Sí, el paisaje ha tomado la forma de quienes lo caminan desde hace siglos y nos muestra palpable la típica falda de las mujeres coyas.

Ruta Nacional 9, Jujuy
Vista de Ruta Nacional 9, Jujuy

Humahuaca

Monumento a los Héroes de la Independencia - Humahuaca
Monumento a los Héroes de la Independencia - Humahuaca

 

Compañero de viaje, de nuevo nos encontramos en un encantador pueblo en medio de montañas rojizas y amarillas, a 2.939 m. s. n. m. La diferencia es que en Humahuaca el tiempo no se detiene. Notará usted que minutos antes del mediodía, mucha gente se reúne frente al cabildo. Y es que, cuando el inmenso reloj marca las doce, la imagen de san Francisco Solano se asoma por una de sus torres y da la bendición a los presentes. Esta imagen de madera articulada mide 190 cm y al salir mueve la cabeza y los brazos de forma independiente.

Es hora de seguir el camino. A nuestras espaldas y 103 escalones para arriba está el inmenso Monumento a los Héroes de la Independencia. Una megaobra de bronce inaugurada en 1950. En su base, la lucha de los pueblos por su liberación y como figura central, en su cima, un indígena de más de nueve metros de altura y con la mano en alto, guiando a su pueblo a la victoria.

Humahuaca, Jujuy

Serranía del Hornocal

De vuelta a la ruta, subamos hasta los 4.350 m. s. n. m., donde, luego de un peaje a cargo de la comunidad, está el mirador de la Serranía del Hornocal. Venga, sorpréndase con nosotros con la increíble gama de colores de la montaña e intente nombrar uno a uno cada color. Naranjas, verdes, violetas, amarillos e incontables tonalidades de rojo. Allí está el aire más puro que se pueda respirar y esa tierra colorida rozándonos suavemente la piel. Aquí, un mate bien caliente y tiempo para reconectar con lo más profundo de la madre tierra.

Como en todo desierto, el ocaso del sol viene con un fuerte cambio de temperatura, y los vientos de la montaña nos obligan a bajar antes de que sea muy tarde. Volvamos entonces a Humahuaca, y terminemos de recorrer el pueblo para cerrar el día.

Sorpréndase con nosotros con la increíble gama de colores de la montaña e intente nombrar uno a uno.

Día 3: El juego del pintor 

El tiempo se acaba y aunque el norte solo empieza, este será nuestro último día de recorrido. Demos una última vuelta a Humahuaca y volvamos a la Ruta Nacional 9. Sigue Jujuy, donde la paleta del pintor continúa espléndida. Y es que, en medio de inhóspitos paisajes, se alcanza a ver, casi literalmente, las pinceladas que se dieron con su creación. Los vecinos dicen que fue aquí, en este cerro, donde Dios limpió su pincel.

Terminemos a lo grande, con un paisaje que rompe con todo lo que le he contado. Y ya es que, si el pintor ya limpió su pincel, ¿qué queda? Un inmenso blanco.

Estamos en Salinas Grandes, a 3.450 m. s. n. m., un paisaje de origen volcánico, con más de diez millones de años y uno de los atractivos más famosos de Jujuy: el salar, un recurso administrado por la comunidad, que es mitad destino turístico, mitad mina en funcionamiento. Los guías lo acompañarán desde el auto hasta el punto exacto en donde todo se convierte en blanco. La inmensidad es interrumpida solo por algunos pozos donde las nubes se reflejan y entonces no se sabe si está en el cielo o en la tierra. La magia solo es rota en el horizonte, donde aparecen de nuevo las montañas.

Valle blanco de Salinas, Jujuy, Argentina
Pickup en Jujuy

Datos útiles

Cómo llegar: Copa Airlines tiene vuelos regulares a Buenos Aires. Desde allí tome un vuelo a San Salvador de Jujuy, capital de la provincia. 

Cómo movilizarse: En San Salvador de Jujuy hay una gran variedad de tours personalizados o grupales que pueden llevarlo a lugares de interés. También puede alquilar un carro para administrar su propia agenda.

Dónde dormir: En San Salvador de Jujuy hay varias opciones de hospedaje. También puede quedarse en Purmamarca. Campings, hostales, casas de alquiler y hoteles boutique son algunas de las opciones que tiene para disfrutar de su estadía.

Dónde comer: Jujuy es la tierra de la comida tradicional. Los mejores lugares para vivir la experiencia son las peñas, pequeños restaurantes con música tradicional en vivo. Al son de la guitarra pruebe tamales, locro, empanadas o humita. La llama, principal fuente de proteína de la región, se encuentra en todo tipo de recetas. Marine con un buen vino argentino.

 

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