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Gina Faarup de Cochez

Texto y fotos: Winnie T. Sittón

Gina Faarup de Cochez se inició en el arte siendo muy niña, mostrando habilidades para la pintura, la música, el canto y el baile. Se involucraba en cuanta actividad artística encontraba a su alrededor, sin tener entonces una intención clara de dedicarse profesionalmente al arte. Lo hacía por pura pasión.

“En mi escuela no hacíamos teatro, lo que había era concursos de declamación en la Semana del Libro. Y yo me preparaba, me encantaba participar. Ahí fue donde descubrí que me gustaba la actuación, porque hoy día me doy cuenta de que aquello era lo mismo que prepararse para decir un monólogo”, recuerda.

Culminó la escuela en Panamá y viajó a Filadelfia a estudiar Finanzas y Administración de Empresas, en la Universidad de Pensilvania. Confiesa que le hubiese gustado estudiar simultáneamente alguna otra carrera artística, pero era muy difícil. “Sin embargo, nunca abandoné el arte. Siempre, por pequeño que fuese, hacía lo que podía”.

Al graduarse le ofrecieron trabajo en las oficinas de J.P. Morgan en Nueva York. Vivió en la Gran Manzana tres años y aprovechó para conectarse con la elevada movida teatral que ofrece la ciudad. “Fue importante para mí ver todas esas obras y una cantidad de actrices y actores tan buenos; me alimentaba muchísimo”.

Volvió a Panamá con 25 años, decidida a participar en la escena de teatro local. Se involucró durante años en distintos roles de la producción teatral —desde actuar hasta hacer coros o incluso entre bastidores— sin abandonar su carrera en el mundo corporativo. Hasta que se dio cuenta de que no podía continuar nadando entre dos aguas. Su corazón le pedía escoger entre una carrera exitosa en las finanzas o asumir el reto de dedicarse por completo a la pasión que sentía por el arte. “Fue una decisión difícil, pero sentí que estaba lista para dar ese paso. Eso fue en el 2011 y desde entonces no he parado de hacer teatro”.

Los últimos ocho años de su vida han sido muy intensos. Ha producido unas quince obras de teatro musical y ha participado como actriz en cuatro de ellas. “A mí me encanta actuar, cantar y bailar. Pero no siempre puedo hacerlo, porque el rol de productora es muy exigente y producir teatro en Panamá es muy difícil. Tienes que estar al 100%”.

Este año suma dos nuevos títulos a su carrera como productora. Uno es el musical Blancanieves, que se presenta en el Teatro En Círculo de Ciudad de Panamá hasta el 14 de abril. Y el otro es Chicago, que espera estrenar en septiembre en el nuevo Teatro Pacific. Además, incursiona en el mundo del cine como coproductora del filme Todos cambiamos, del cineasta panameño Arturo Montenegro. Se trata de un drama familiar, en el que también interpreta un rol secundario. La película llegará a las salas de cine panameñas en el segundo semestre del año.

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