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Bares en Buenos Aires

Cafés notables en Buenos Aires

No hay crisis económica que impida que los argentinos disfruten de la vida, hagan sus exuberantes asados familiares el domingo o se sienten en la banca de un parque a saborear lentamente su mate. Pero, por sobre todas las cosas, nada va a impedir una buena charla en un café o una “hora del té” con buenos pastelillos. Solo eso puede justificar la existencia de cientos de bares y lujosas confiterías que permanecen llenas sin importar el día de la semana.

Por Margarita de los Ríos

Fotos: Demian Colman

Buenos Aires es una ciudad que se vive fuera de casa. La gente desayuna en las terrazas, sobre la vereda, se broncea en los parques, baila en las plazoletas y gesticula mientras protagoniza acaloradas tertulias de arte, literatura y, sobre todo, política, tomando un café con medialunas en alguno de sus célebres bares o confiterías.

Antes de que fuera república, ya se habían abierto algunos bares y confiterías que, un poco más tarde, con la bonanza económica y la influencia de inmigrantes europeos, se fueron vistiendo de mármol y maderas finas, se engalanaron con vitrales y se iluminaron con pomposas lámparas de cristal.

Muchos de ellos cerraron en el camino, otros han permanecido intactos y algunos más, tras caer en la quiebra, fueron resucitados por arquitectos e inversionistas. Luego de la restauración de algunos de las más emblemáticos, cuyas vajillas, mármoles, vidrieras y espejos brillan de nuevo en torno a sanduchitos de migas y facturas o bizcochuelos, la “hora del té” vive un nuevo auge. Son miles, pero poco menos de una centena fueron destacados por el Gobierno de la ciudad con el título de “notables” y forman parte oficial del patrimonio cultural de la ciudad.

Si va a Buenos Aires no deje de visitar alguno de estos.

La Confitería del Águila (1894), ahora Águila Pabellón

Ubicada en medio del antiguo zoológico, hoy Ecoparque, esta confitería tiene un caracter especial: mientras toma el té en alguna de sus terrazas, una pareja de pavos reales puede estar frente a usted en pleno baile de cortejo o puede divisar algún otro animalito de los que quedaron libres cuando se llevaron los grandes mamíferos. El edificio tiene quinientos metros cuadrados y un inconfundible estilo art nouveau. Fue una de las primeras confiterías que abrió en Buenos Aires, cuando aún las damas iban a tomar el té en elegantes carruajes. Luego de varios años cerrada, acaba de ser reabierta, con tanta expectativa que la primera semana tuvo 3.000 reservas.

La confitería del Águila, Bares notables buenos aires

Confitería Ideal

Es la representante más importante de la belle époque en Argentina, cuando no se escatimaba en gastos: de hecho, sus butacas fueron traídas de Checoslovaquia, la boiserie (paneles de madera que se instalan sobre las paredes) es de roble y los vitrales y cristalería son italianos. A la Ideal no llegaban los bohemios del Tortoni sino la más rancia aristocracia. Fue fundada por un inmigrante español y debe su nombre a un lema de la época: “Ideal es el más intenso anhelo de lavida, el conjunto de las más bellas esperan- zas, forjado en la mente que lleva el sello particular de quien lo sustenta”.

La Ideal había caído en desuso, pero hace menos de un año fue reinaugurada gracias a un increíble trabajo de restauración. Mobiliario, maderas, vitrales, lámparas, espejos y hasta bisagras originales brillan hoy como nuevos. Al entrar es imposible no reparar en la cúpula, con un exuberante trabajo en hierro y vidrio.

Además de lo habitual, su menú incluye el vermú para los que lo disfrutan antes de entrar al teatro en calle Corrientes y el té de las cinco con una increíble oferta de pastelillos, alfajores, medialunas y sanduchitos de migas.

Confitería Ideal

Confitería Las Violetas (1884)

Esta heredera viva y palpitante del señorío que identificó a “la París de América”, a fines del siglo XIX, funciona en el mismo lugar desde sus inicios, pero en 1920 sufrió una restauración con base en bocetos en acuarelas y tinta china de un escenógrafo argentino.

La boiserie, el cielo raso estucado, las arañas de caireles de cristal, las puertas de vidrios curvos, los pisos de mármol italiano y sus ochenta metros cuadrados de vitrales fueron tratados para que quedaran como nuevos. Allí se han filmado varias escenas de película y se han casado las generaciones de la oligarquía y el jet set bonaerense.

Confitería Las Violetas

Café Tortoni (1858)

Apenas Argentina se estrenaba como nación y ya el Tortoni era lugar de reunión de gente de la política y las letras. Es el más antiguo y célebre de los cafés porteños. Fue trasladado tres veces, la última, en 1894, al lugar que hoy ocupa en el corazón de la avenida de Mayo.

En su peña del sótano, Alfonsina Storni y Jorge Luis Borges leyeron de viva voz sus poemas y un joven Carlos Gardel interpretó sus tangos. Dicen que entre 1922 y 1928,mientras ejercía la presidencia de la república, Marcelo de Alvear llegaba caminando en compañía de su esposa y tomaban su café como dos ciudadanos del común. Inclusoahora, en tiempos de redes sociales, cuando los turistas hacen fila a sus puertas, conserva ese ambiente culto que le impregnaron los intelectuales de antaño.

En su fachada se conserva el célebre verso de Baldomero Fernández: “Desde un bar arcoíris te saludo, ahíto de café y melancolía”.

Café Tortoni, Bares notables buenos aires

The London City (1954)

También declarado café notable, fue refugio de poetas, escritores e intelectuales. Se dice que Julio Cortázar planeó y escribió su novela Los premios (1960) en una de sus mesas y le dio un papel central en la trama a esta confitería. No se pierda la foto clásica junto a la figura de Cortázar.

The London City

Saint Moritz (1959)

En los años 60 y 70, esta confitería era la elegida para tomar el té tras recorrer las numerosas galerías de arte de la zona. Las mesas de Saint Moritz escucharon, entre otros, los diálogos de doña Leonor Acevedo y su hijo, el genial escritor Jorge Luis Borges, vecinos del local.

Saint Moritz

El Colonial

Este edificio conserva algunos ladrillos de la época colonial, que eran hechos con barro y paja y se secaban al horno. Se encuentra frente al emblemático edificio Otto Wolf (1914) y contiguo a la iglesia presbiteriana San Andrés (1896). En sus mesas eran habituales los escritores Ramiro Casasbellas y Tomás Eloy Martínez; además, fue escenario de la exitosa película argentina Nueve reinas (2000).

El Colonial

Café de los Angelitos

De día es una concurrida confitería en donde se han dado cita por más de cinco décadas personas influyentes de la intelectualidad bonaerense. De noche, sus enormes cortinas se abren dejando a la luz un escenario para espectáculos de tango y folclor. Cerca de 350 fotografías en sus paredes nos cuentan la historia de la ciudad y en el balcón aparece en cualquier momento un bandoneón.

La Biela (1850)

Cuando se inauguró llevaba otro nombre, pero a principios del siglo XX era el lugar habitual de los aficionados a la aviación, por lo que lo llamaban “La Barra del Aero”. Cuando llegó la fiebre del automovilismo ganó su nombre actual y fue visitado por personajes como Juan Manuel Fangio, cinco veces campeón del mundo en la Fórmula 1, y Emerson Fittipaldi, entre muchos otros. Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares eran habituales en el bar y su presencia se recuerda con dos figuras de tamaño natural sentados en su mesa.

La Biela, Bares notables buenos aires

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