Dándoles a los jóvenes las herramientas para construir su futuro
Por: Juan Abelardo Carles
Fotos: Javier Pinzón y Cortesía RET
Eduardo (*) tiene 25 años y reside, junto a su familia —padres y cinco hermanos más—, en la comunidad Las Piedras, cerca de la ciudad ecuatoriana de Esmeraldas. Como miembro del grupo Jóvenes Replicadores Sociales de Esmeraldas (JORES), organiza actividades de capacitación para jóvenes de Las Piedras y otras comunidades informales en Ecuador. “Ahora estamos tratando el asunto de San Lorenzo, donde hubo una explosión, enfocándonos en niños, niñas y adolescentes, con diferentes temas, en un proyecto auspiciado por UNICEF”, explica.
Él se refiere a un atentado ocurrido en un pueblo cercano a Esmeraldas, en el que un grupo disidente de las FARC detonó un artefacto frente a un destacamento de Policía. Muchos pobladores son colombianos desplazados de su país por la violencia, que llegaron a Ecuador en busca de paz. La posibilidad de que la violencia los hubiese alcanzado nuevamente perturbaba a todos, sobre todo a niños y jóvenes.
“Les damos educación en habilidades para la vida, con temáticas como género, sexualidad, igualdad, derechos, xenofobia, cultura de paz, discriminación, valores y resiliencia, entre otras áreas”, explica Eduardo. JORES es un excelente ejemplo de las agrupaciones que surgen en la región, al amparo y directriz de la organización RET Internacional. La agrupación lleva más de 17 años trabajando en zonas donde conflictos políticos o desastres de origen natural vuelven a la población vulnerable a la precariedad, el hacinamiento y la falta de oportunidades.
RET está presente en regiones de crisis, del Medio al Lejano Oriente, pasando por África y América Latina. En esta última zona, el trabajo de RET ha sido primordial, más que todo en Centroamérica y la porción norte de Suramérica, donde las crisis de movilidad humana (que incluyen migrantes y refugiados) parecen haberse vuelto crónicas. Según el Registro Único de Víctimas de Colombia, desde 1985 el conflicto armado ha obligado a 7,3 millones de personas a desplazarse, tanto dentro como fuera del país. Mientras tanto, ACNUR calcula en más de tres millones el número de venezolanos obligados a salir de su país, cifra que podría acariciar los cinco millones en los próximos cinco años. Por otro lado, Centroamérica ha trasvasado 3,5 millones de sus habitantes hacia Norteamérica, según un estudio presentado por CEPAL y FAO en Marrakech, en noviembre pasado.
En el caso de jóvenes y niños, la condición de refugiado conlleva un riesgo adicional al ya largo rosario de precariedades que enfrentan, como bien detalla el personal de RET: “Las familias que pasan a condición de refugiadas reciben asistencia humanitaria, un albergue o un techo en algún campo de refugiados, alimentación y sanidad básica, pero sus jóvenes y niños pierden continuidad de su proceso educativo. Es una brecha a la que caen en plena edad de desarrollo y crecimiento, cuando tienen toda la fuerza creativa, física e intelectual. No parecería una necesidad tan relevante para la supervivencia, pero en realidad sí lo es. RET trabaja para llenar esa brecha”.
¿Cómo lo hacen? Roberto, también de JORES, lo resume desde la perspectiva de los jóvenes: “Iniciamos con actividades en común con los jóvenes y hacemos una propuesta a RET para que ellos vean en qué puntos nos pueden ayudar a gestionarla”, explica. La propuesta debe incluir detalles sobre cronograma, presupuesto, equipos y asistentes, entre lo más importante. “Durante el año podemos tener unas cinco actividades principales, que inician con la capacitación que RET nos da al inicio para fortalecer nuestros conocimientos y utilizar nuestras herramientas, como por ejemplo habilidades para la vida, conocimientos sobre reducción de riesgos de desastres, discriminación, violencia, xenofobia, el tema LGBT, así como también recreación”, prosigue Joan.
Los métodos de RET para incorporar a los jóvenes refugiados en los procesos de construcción de su futuro han demostrado ser tan efectivos, que se están aplicando a otros jóvenes en otros entornos frágiles. En Panamá, por ejemplo, Cristina y Ricardo trabajan con la organización Juventud Activa y en Progreso (JAP) en iniciativas que ayuden a evitar la deserción escolar en la zona de San Miguelito, una de las más populosas de la capital panameña. La intervención de RET es un parteaguas en su vida.
Antes, Ricardo se la pasaba mirando redes y chateando en su celular. Si le apetecía, hacía tareas: “No tenía nada que hacer, no sabía cómo ejecutar mi tiempo, pero apenas llegó RET, comenzaron a ayudar a muchos jóvenes, incluyéndome. Me plantearon desafíos en cuanto a mi personalidad, me ayudaron a formarme como líder”, explica. Cristina, por su lado, comenzaba a acercarse al peligroso mundo de las pandillas.
“Era incómodo cuando iba por la calle, les tienes miedo al grupo de la pandilla y prefieres unírteles, antes de que te pase algo”, recuerda. Ese miedo desapareció cuando se unió a JAP: “Yo hablé con los de la pandilla y les dije que ya no podía estar con ellos y me respondieron que no me iban a molestar”, concluye Cristina.
La dinámica de JAP se divide en iniciativa educativa, primero, en la que se ayuda a los jóvenes, en especial a los que van mal en el colegio, a mantenerse en él; luego viene la iniciativa deportiva, centrada en torneos y campeonatos deportivos intra e intercolegiales, y la iniciativa cultural, que tiene mucho que ver con interpretaciones escénicas y plásticas. Mientras Ricardo, por ejemplo, participa en torneos cuadrangulares de fútbol, Cristina disfruta ideando y confeccionando murales.
La influencia que los grupos apadrinados e impulsados por RET ejercen en los jóvenes es tan profunda y positiva, que tarde o temprano comienza a cambiar el entorno familiar de los chicos.
En la comunidad de Gran Sabana, por ejemplo, ubicada en San Francisco, al sur del estado venezolano de Zulia, el proyecto Lazos de Amistad trabaja con niños para evitar que caigan en el consumo de drogas, abuso sexual y embarazos precoces, entre otros riesgos. Nora es parte de Lazos de Amistad y participa, por ejemplo, en una iniciativa llamada Escuela para Padres.
La Escuela para Padres ayuda, entre otras cosas, a desarrollar destrezas de comunicación entre los miembros de la familia, para lograr entendimiento, confianza y una sensación de seguridad entre ellos y los hijos, que los lleva a acercarse más al entorno familiar y alejarse de las calles.
“RET busca estimular y desarrollar la resiliencia de los jóvenes a través de la educación, formarlos y brindarles las herramientas que les permitan fortalecerse como seres humanos y convertirse en potenciales transformadores del futuro de sus comunidades y su país”, explica Ruth, otra colaboradora. En concreto, RET está creando líderes.
Este objetivo se ve con más claridad en Ciudad Belice, capital del país homónimo, donde RET auspició la creación de la Cadena de Jóvenes Líderes Embajadores (YLAN, por sus siglas en inglés). Michael tiene 18 años y trabaja con YLAN y RET en el área de comunicaciones. También asiste a la Universidad de Belice, donde estudia inglés. “En YLAN trabajamos con jóvenes entre 14 y 35 años, al igual que con mujeres. Los jóvenes tienen un potencial innato para desarrollar habilidades de liderazgo. Con el apoyo e intervención de RET, liberamos y canalizamos ese potencial, a través del empoderamiento que les da la educación”, comenta.
El proceso de transformación que estos jóvenes experimentan en sus vidas, acompañado de la autoconfianza que los facilitadores de RET les llevan a desarrollar es tal, que muchas veces ellos mismos conciben iniciativas y buscan la independencia para emprenderlas o se convierten en facilitadores en otros programas de RET para otros chicos que vienen tras ellos. Para el grupo del programa de protección de RET en Panamá, se trata de “darles una pausa y desvincularnos un poco de ellos, porque ya se les han brindado herramientas para que puedan seguir avanzando. La idea es no crear dependientes, sino agentes de cambio en su comunidad”.
Pareciera ser que lo están logrando. Nora quiere estudiar publicidad y formar una fundación que ayude a replicar en otras comunidades lo que hicieron en la suya con la ayuda de RET; Eduardo está pensando en lo mismo: “De alguna manera, queremos irnos independizando de RET, formar un grupo ya más fortalecido, generar nuestras propias capacitaciones y sacar una vía jurídica que legalice al grupo como activista social y juvenil”. Cristina quiere estudiar criminalística y Donald, formar su familia. Y a diferencia de muchos jóvenes en situación social de riesgo, ellos sí tendrán la posibilidad de lograrlo. www.theret.org
(*) Los nombres de los adolescentes han sido cambiados por su seguridad.