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Cuba, entre trovas y sones

Por Ana Teresa Benjamín
Fotos: Carlos E. Gómez

Primero fue esa canción de Silvio Rodríguez dándome vueltas en la cabeza. Como niña a punto de recibir regalos, tarareaba “mis cantos que poco a poco, muelo y rehago habitando el tiempo…”, porque ese día volaría rumbo a la isla de Cuba y andaba exultante.

Ya en el cielo, el paisaje se volvió mar. Adormecida entre nubes repasé datos: Cuba, la más grande de las Antillas, tiene once millones de habitantes, quince provincias y desde 1959 gobiernan allí los vencedores de Fulgencio Batista. Pablo Milanés se planteó un día esa Revolución: “Miro, me veo y toco, y me pregunto cómo ha podido ser”. Y así ha sido, durante más de medio siglo, con sus triunfos y desplomes, sus admiradores y detractores… Una forma de vivir y hacer que dio un vuelco en diciembre de 2014, cuando los gobiernos de Cuba y Estados Unidos anunciaron sus intenciones de restablecer las relaciones diplomáticas.

Ya en tierra, constato La Habana de las postales: un malecón largo muy largo ocupado por parejas, muchachos y pescadores; un horizonte infinito, los morros, los carruajes, los edificios señoriales y los autos antiguos. Todavía no conozco nada de este país que embruja e inquieta, pero ya mi alma anda cantando con Pablo otra vez: “Amo esta isla. Soy del Caribe. Jamás podría pisar tierra firme, porque me inhibe…”

Ciudad de Trinidad, Cuba

Vista aérea de Trinidad, Cuba

Entre bordados y bandidos

Cuba es, sin duda alguna, un imán turístico. Datos de 2014 indican que a la isla ingresaron tres millones de turistas el año pasado ‚Äïla mayoría, canadienses, y aunque casi todos empiezan su periplo en La Habana, las provincias también ofrecen paisajes e historias para quedar prendado.

En la zona central de la isla, por ejemplo, se encuentra la provincia de Sancti Spíritus y allí, la famosa ciudad de Trinidad. Digo famosa porque es Patrimonio de la Humanidad, gracias al excelente estado de sus calles, edificios, casas coloniales y plazoletas.

Con quinientos años de historia, uno de los sitios interesantes de “la ciudad museo de Cuba” es el edificio del Museo Municipal de Trinidad o Palacio Cantero; mansión de una antigua familia adinerada de la zona, en la que se muestran los lujos con los que vivían los terratenientes de entonces: cubertería de plata, muebles con incrustaciones de piedras preciosas, lámparas y adornos de finas casas europeas… Todo esto en la parte superior de la vivienda, porque la parte inferior estaba reservada para los esclavos y sirvientes y allá todo era rústico y elemental.

Más allá de la exhibición, desde los balcones del Palacio Cantero se puede disfrutar de una vista panorámica de la Plaza Mayor de Trinidad y divisar la Sierra de Escambray o Macizo de Guamuhaya, el tercer sistema montañoso de la isla después de la mítica Sierra Maestra y de la Cordillera de Guaniguanico.

Pero es con las señoras que atienden a los visitantes del Museo como se descubre una parte de la historia íntima de Trinidad. Nada más entrar se va una dando cuenta de que buena parte de ellas están cosiendo, bordando o deshilando: es que las trinitarias, me dicen, tienen una tradición larga como tejedoras, y por eso en la ciudad abundan los locales de venta de manteles, pañuelos y ropa de cama; todas artesanías hechas puntada a puntada en suaves telas de algodón.

Señor de Trinidad, Cuba

Ya otra vez en las calles de piedra, el espacio empieza a inundarse de voces. Al principio creo que es la música ambiental de algún local de venta de ron, pero los sonidos me van llevando y llevando hasta que, frente a una placita, descubro a los músicos que en ese momento interpretan, ni más ni menos, uno de los temas más conocidos del cantautor Carlos Puebla: “Aprendimos a quererte, desde la histórica altura, donde el sol de tu bravura le puso cerco a la muerte…”

Frente a la plaza que le sirve de escenario al Grupo Sorpresa Trinitaria está el Museo Nacional de Lucha contra Bandidos. Durante la colonia, el edificio fue el convento e iglesia de San Francisco de Asís y, varios años después de la Revolución, fue utilizado como escuela. Desde 1984 se instaló allí un museo que cuenta la historia de quienes, entre 1959 y 1965, combatieron a los opositores del gobierno de Fidel Castro. La historia cubana denomina este período “Lucha contra Bandidos” y, a los combatientes los llama héroes de la Revolución.

Aunque Trinidad ofrece más que ver y disfrutar, es hora de registrarse. El hotel se llama Costasur y, aunque está ubicado en Playa Ancón, es poco lo que puede disfrutarse de su mar: llueve y llueve sin parar, y el sol se está escondiendo. En una tregua del tiempo camino hacia la habitación: una cabaña tan cerquita del mar que debo esquivar cangrejos en la terraza. Ya en el cuarto miro por la ventana y quedo perpleja: sentada sobre la cama veo el mar a contraluz y escucho las olas, indómitas, estrellándose contra las rocas. El espectáculo es sobrecogedor porque, además, el viento de lluvia ha pintado todo de sepia… La música regresa, y esta vez es un tema del Trío Matamoros: “Y lloro sin que sepas que el llanto mío tiene lágrimas negras, tiene lágrimas negras como mi vida…”

Para suerte mía, en Cuba no hay chance para las lágrimas. No en la provincia de Sancti Spíritus, al menos. El plan desde el primer día en la isla incluía visitar La Casa de la Trova de Trinidad, así que dejo de soñar por la ventana y me meto al cuarto de baño… Solo para descubrir que antes de ducharme tendré que sacar al cangrejillo que, desde una esquina, me amenaza con sus tenazas.

Calle de piedra de Trinidad, Cuba

Baile con voces y trompetas

Lo confieso: si algo me frustró de este mi primer viaje a Cuba (porque mi plan es regresar) fueron los cuatro días de lluvias ocasionados por alguna depresión tropical que venía de no sé dónde, según escuché en el noticiario cubano. Durante estos cuatro días no hubo buena luz para las fotografías de recuerdo ni visita a lugar turístico que no estuviera acompañada de agua. Para hacerle justicia a la isla, sin embargo, vale decir que viajar a Cuba en octubre es casi sinónimo de temporales ‚Äïaunque de mejores precios‚Äï, mientras que la mejor época para vacaciones de sol es de noviembre a abril.

Pues bien: esa noche en Trinidad, en La Casa de la Trova, el clima no se portó diferente. Ubicada a unas cuadras de la Plaza Mayor (en Calle Cristo, n.° 29), La Casa de la Trova es un local de tres ambientes, diminuto, en el que se apiñan mesas, sillas, bailadores y tragos. Al principio solo estaban los músicos y algunos turistas que apenas se atrevían a mover los dedos. Luego fueron llegando algunos cubanos jóvenes, en búsqueda de buenas parejas. Más tarde algunas cubanas, también dispuestas a bailar. Después más y más turistas, como nosotros. Al final la diminuta casa de baile se abarrotó tanto que las sillas comenzaron a pasar de un lado a otro por encima de las cabezas de los asistentes, mientras en la pista se bailaba un clásico de Benny Moré: “Castellano qué bueno baila usted. Castellano qué rico y bueno baila usted. Castellano qué bueno baila usted. El día que yo no venía, y aquí usted me ve. Castellano que bueno baila usted…”

A la hora de irse, la lluvia. Ensopada de tanto baile y gente alrededor, el aguacero me puso a temblar de frío.

Menos de una hora después estaba otra vez en el Costasur, aunque ahora más feliz, porque además esa noche dormiría pensando en que, después de todo, la vida bien podría ser como lo dijo Nicolás Guillén y lo cantó Milanés después: “Campana que repique o surco en que florezca y fructifique el árbol luminoso de la idea…”


Cómo llegar

Desde diciembre pasado, Copa Airlines ofrece vuelos a Santa Clara de Cuba los martes y sábados, saliendo desde Ciudad de Panamá a las 9:05 a.m. y llegando al aeropuerto Abel Santamaría a las 11:30 a.m. Los viajes de regreso serán los mismos días, saliendo de Santa Clara a las 12:30 p.m. y llegando a Ciudad de Panamá a las 2:42 p.m. Para más información ingrese a www.copaair.com.

Dónde ir

Si quiere ir más allá del centro histórico de Trinidad, aventúrese al Parque Natural Topes de Collantes, en la zona montañosa de la provincia de Sancti Spíritus. Con fauna y flora propia de los bosques tropicales, en la región abundan las plantaciones de café, los senderos ecológicos, piscinas naturales y saltos de agua. Vaya a la Casa del Café, donde podrá disfrutar alguno de los 23 tipos de cocteles de café, fríos o calientes.

Dónde hospedarse

El hotel insignia de Trinidad es el Iberostar Trinidad, en el centro histórico. En la zona de playa está el Club Amigo Costasur y, en Topes de Collantes, el hotel homónimo. Además, en Trinidad hay familias que alquilan algún cuarto de su vivienda, a precios económicos.

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