
Carta desde Cuba
Cuba es, innegablemente, un polo cultural para toda la región del Caribe y, aún más allá, para el resto de las Américas y el mundo. Panorama de las Américas lista un recorrido, sin programación ni horarios, para recordar el aura de magia y romanticismo que rodea a la isla, en honor a alguien que nos ayudó a descubrirla por primera vez.
Por Juan Abelardo Carles R.
Fotos: Rommel Rosales
Querido Lázaro, he vuelto a la Cuba de tus amores, aquella isla de la que mis antepasados emigraron con el alma llena de música, y a la que tú me ayudaste a volver para reconectarme. Venir a este gran saurio verde que retoza sobre los azules del mar Caribe nunca es fácil, pero siempre promete, sobre todo cuando buscas descubrir el alma de los destinos que recorres a través de la cultura de sus habitantes.
El Castillo de los Tres Reyes del Morro (portada), alberga presentaciones culturales frecuentemente.


Así es que comencé, Lázaro, donde tú lo habrías hecho, en lo que bien podría ser la Kaaba de Cuba: el templete de La Habana. Aquí, junto a la ceiba heredera de aquella bajo la que Diego Velásquez y los suyos consagraron la nueva villa a san Cristóbal, en noviembre de 2016, me persigné como el peregrino que me siento. Tras cruzar la Plaza de Armas y presentar mis respetos a Eusebio Leal, inmortalizado en bronce, quizás el cubano que más contribuyó a preservar la esencia cultural de la ciudad y la isla, me perdí entre las calles de La Habana colonial.
Tuve el enorme placer de escuchar al coro de cámara Cantores de Cienfuegos, en la ciudad homónima: un tributo vocal que se eleva por los aires sobre ritmos de africanidad y armonías occidentales.
Frente a la Catedral, empezada en el siglo XVIII, se abre una plaza empedrada en la que algún caracterizador de personales históricos, un vendedor de arte callejero o una orquesta sopera amenizando las terrazas (banda que toca en vivo junto a los comensales), rememoran las ferias de la época colonial que aquí se celebraban. En la plaza de San Francisco me sorprendió una presentación de Gigantería, grupo teatral callejero que, con sus personajes y su música en vivo, te hubiese encantado, Lázaro, así que te presto mis ojos para que los veas, bailando en tu vieja Habana.


Continué por callejuelas flanqueadas por residencias y palacetes de la aristocracia colonial, hoy ocupados por restaurantes acogedores, museos ineludibles y pequeños hoteles, que a ti siempre te encantaron. Poco a poco, salí de la zona histórica, siguiendo al sol, hacia el Paseo de Martí y el Parque Central, entre el Capitolio y el Gran Teatro Alicia Alonso. Me tomé un café cargado en la terraza del Hotel Habana (aunque también me habría gustado en el Hotel Inglaterra). Tú nunca fuiste de tragos, sino te hubiese invitado a un daiquirí en el clásico Floridita, cruzando la plaza, sin que importara hora para lo uno o lo otro.

¿Recuerdas ese atardecer frente al Castillo de San Salvador de la Punta? Me invitaste a recorrer el Malecón, sabiendo que atemperaría el cambio de lo histórico hacia lo moderno. Ahora yo te invito de nuevo a caminarlo, serenados por la placidez de los enamorados y la paciencia de los pescadores, para contarte de las cosas nuevas, aquellas que no alcanzaste a ver en vida.

Poco a poco, salí de la zona histórica, siguiendo al sol, hacia el Paseo de Martí y el Parque Central, entre el Capitolio y el Gran Teatro Alicia Alonso.

Ahora soy yo el que te muestra esa Cuba llena de fe y voluntad, porque este es siempre un destino de lo inesperado, lo sorpresivo, sí, pero también de lo resiliente y adaptable. Te hubiese encantado subir al rooftop del nuevo Hotel Iberostar Selection, en calle L con avenida 23, desde donde hubiésemos mirado toda La Habana, mientras nos tomábamos un coctel al son de música electrónica bien cubanizada.


O tal vez regresar al Meliá Cohiba, al Habana Café. Te presto mis ojos y también mis oídos para escuchar a las hermanas Gálvez, Wendy y Alba, junto a su orquesta. Siento que, de algún modo y por momentos, Rita Montaner —de la que ambos somos fanáticos—, Billie Holiday y Ella Fitzgerald se disputaban sus cuerpos y voces, alternando tesituras entre la seda y el terciopelo. Y no creas, hermano, que solo me quedé en la capital, por cuanto la bella Siboney ofrece regalos para todos los sentidos, escondidos a todo lo largo de su geografía.
Tuve el enorme placer de escuchar al coro de cámara Cantores de Cienfuegos, en la ciudad homónima: un tributo vocal, pleno y sustancioso, que se eleva por los aires sobre ritmos de africanidad y armonías occidentales. Recordé los habanos que me traías cuando visité Viñales y me apertreché de Guayabita del Pinar. A propósito, probé un excelente ron, Perla del Norte, en el pueblo de Cárdenas, que te pediré me traigas, la próxima vez que vuelvas a Panamá… Ah, verdad que ya no puedes.

Ya no estás en este plano, pero ¿de verdad no estás? Siento que resucitas en cada experiencia que viví y que aún me falta por vivir en la isla. Me mostrarás, por ejemplo, el Teatro Sauto de Matanzas, con el mismo orgullo con el que me acompañaste a descubrir el maravilloso Teatro Terry de Cienfuegos. Y no olvides que aún nos falta las lejanas Baracoa, con sus bosques inmensos de caobas, y Santiago, tan llenos de vida como los escritos sobre Cuba que hiciste para Panorama.
*Dedicado a Lázaro Hernández Suárez, cubano de hueso duro y puro, que plasmó las bellezas de su isla como corresponsal de Panorama hasta su partida a otros planos.

Cuba, líder en turismo cultural
Entre 2020 y 2024, los World Travel Awards ubicaron a Cuba entre los líderes del turismo cultural. En 2024 también, usuarios de TripAdvisor lo eligieron el mejor destino cultural. Las distinciones se han mantenido durante 2025. Esta reputación trasciende cualquier debate geopolítico, pues va más allá de instituciones, regímenes o gobiernos, y enraizándose en la esencia misma del ser cubano.

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