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Boston: El Sendero de La Libertad

Repase, en el centro de Boston, siglos de lucha por la libertad. Copa Airlines reconecta Boston con el Hub de las Américas, en Panamá, a partir del 11 de julio.

Por: Juan Abelardo Carles Rosas
Fotos: Shutterstock

Los parques de antaño tienen su encanto: esos intentos primerizos de llevar los placeres de la contemplación natural a las cercanías de la ciudad, ese verde cuidado, trazado, contenido y racionalizado que uno ve en los jardines de Versalles, cerca de París; en Aranjuez, cerca de Madrid, o, para el caso que nos ocupa, el Boston Common, en la ciudad norteamericana del mismo nombre. Mencionado en los anales históricos de la ciudad desde 1634, Boston Common es reconocido como el parque público más antiguo de Estados Unidos, aunque, en honor a la verdad, funcionó primero como hato para ganado, así como zona de acantonamiento militar y ejecución de criminales. No fue sino desde 1830 cuando el alcalde del momento prohibió que el ganado pastara en sus predios, dedicándolo exclusivamente al solaz de los bostonianos.

La diferencia entre este parque y los similares contemporáneos con los que lo comparamos es que, mientras estos fueron concebidos como recintos exclusivos para el deleite de reyes, nobles y cortesanos, aquel fue pensado para que los pies que hoyaran sus senderos fueran los del carpintero, el artesano, el pescador, el comerciante; una reivindicación del hombre y la mujer comunes frente a las prebendas del poder absoluto. De hecho, Boston está llena de ejemplos de ello. Tanto así, que desde hace muchos años, las autoridades de la ciudad diseñaron un recorrido que toca los más relevantes, conocido como el Sendero de la Libertad (Freedom Trail), pavimentado con ladrillos rojos que unen cada uno de sus puntos. Con semejante guía, y en una ciudad tan bien señalizada, recorrer el Sendero de la Libertad es facilísimo y no hay turista que se pueda despistar.

Pues bien, oficialmente el Sendero de la Libertad empieza en el Boston Common, y como los ladrillos no se van a mover de donde están, podemos hacer una especie de preámbulo ritual, dándole la vuelta al parque entero. Se topará, por ejemplo, con el Bandstand, una especie de cenador de estilo neoclásico, que se levanta donde antes abrevaba el ganado, la Laguna de las Ranas (Frog Pond), con juegos y atracciones para todas las estaciones y el Jardín Público (contiguo al Common), creado durante la época victoriana, con un sentido más ornamental que su predecesor.

Boston Common

 

De hecho, ya recorriendo el Sendero de la Libertad, y de camino hacia su primera parada, la Massachusetts State House, podemos cruzarnos con el monumento al regimiento n.° 54 del ejército norteamericano: el primero conformado en su totalidad por afro-descendientes. Este monumento es el primer punto de otro recorrido: el Sendero de la Herencia Negra, que también vale la pena hacer. Pero volviendo a la Massachusetts State House, es sede del gobernador, así como de la asamblea del estado, y fue construida en 1798. Su domo, originalmente de madera, fue cubierto de cobre a expensas del famoso Paul Revere, y luego (1874) cubierto con pan de oro de 23 quilates. El edificio se levanta en uno de los puntos más altos de Beacon Hill, macizo que antes sirvió de sitio de observación para la ciudad y que hoy acoge al barrio del mismo nombre; uno de los más aristocráticos de Boston.

En otra oportunidad usted puede bajar por las calles coloniales de Beacon Hill, en muchas de las cuales aún funcionan los antiguos faroles coloniales, flanqueadas por románticas fachadas presididas por las puertas más singulares que uno pueda imaginar. Pero no perdamos el rumbo y dirijámonos al tercer punto del Sendero de la Libertad: Park Street Church. Levantada en 1809, fue durante décadas el edificio más alto de la ciudad, el primer lugar que los marineros veían mientras se acercaban al puerto de Boston. Sin embargo, este templo enviaría una señal aún más fuerte a toda la nación, más lejos de lo que la vista puede abarcar, cuando el abolicionista William Lloyd Garrison dirigió desde su púlpito el primer discurso contra la esclavitud, el 4 de julio de 1829.

Dejemos la calle Park y tomemos la Tremont para llegar a uno de los cementerios más importantes, históricamente hablando, del país, y el tercero más antiguo de la ciudad: Granary Burying Ground. No puedo evitar que las miles de lápidas me parezcan una aldea en miniatura. Las autoridades dicen que hay casi 3.000 monumentos funerarios, aunque se calcula que hasta 10.000 personas encontraron su descanso final aquí, entre ellos gente distinguida, como los padres de Benjamin Franklin y de Paul Revere. La farándula necrológica también incluye al cercano King’s Chapel Burying Ground, incluso más antiguo que el Granary, y que cuenta entre sus ilustres finados a Mary Chilton, la primera mujer que descendió del Mayflower, cuando tocó las costas de Massachusetts, en 1620.  La tradición de libertad bostoniana tuvo sus excepciones. Cerca del King’s Chapel Burying Ground se encuentra la Kings Chapel, que, de hecho, le da su nombre al cementerio. Su origen, en 1688, no fue muy auspicioso: el gobernador británico buscaba un terreno para construir un templo más ecuménico, al que pudiesen ir aquellos que no pertenecían a la mayoría puritana que había fundado la ciudad. Muchos puritanos emigraron de Inglaterra tras sufrir persecuciones de la Corona y la Iglesia Anglicana oficial, y en Nueva Inglaterra encontraron un lugar para prosperar; por eso no veían con buenos ojos dar espacio a sus antiguos verdugos. Al fin, el gobernador se conformó con un terreno poco atractivo, junto al cementerio homónimo, para ofrecer servicios religiosos a los miembros de su guarnición, sus familias y a la minoría no puritana de Boston. Aunque la primera versión del templo pretendía imitar una iglesia típica de la campiña británica, el actual recinto, construido en 1754, tiene un estilo más neoclásico.

Beacon Hill

Estamos recorriendo la School Street, en honor a la primera escuela pública establecida en lo que luego sería Estados Unidos de América, en 1635. Aunque se llamaba Latin School, su nombre no tiene nada que ver con Latinoamérica, obviamente, sino más bien con el hecho de que las materias se impartían en latín, como correspondía a cualquier centro docente de la época. El sitio donde funcionó la escuela está marcado por una placa conmemorativa, muy fácil de observar pues se halla tras una estatua del famoso prócer norteamericano Benjamin Franklin, quien estudió en sus aulas, aunque no terminó los estudios. En 1638, dicha escuela recibió en herencia la rica biblioteca y la mitad de la finca de John Harvard, uno de sus más entusiastas benefactores. La institución se trasladó a su nuevo predio, al otro lado del río Charles, y pasó a llamarse Harvard College, más tarde Harvard University.

La onda académica continúa en nuestra próxima parada: The Old Corner Bookstore. Construida después de 1711 para albergar una botica, el local luego fue transformado en librería, además de contar con una imprenta que funcionó entre 1828 y 1903. La librería impulsó los primeros afanes literarios del joven país, reuniendo e imprimiendo las obras de literatos como Henry Wadsworth Longfellow, Harriet Beecher Stowe, Nathaniel Hawthorne, Ralph Waldo Emerson, John Greenleaf Whittier, Oliver Wendell Holmes Sr., Charles Dickens y Louisa May Alcott. Aunque el deseo de libertad es consustancial al ser humano, indistintamente de su educación, la tradición intelectual que manifiestan sitios como The Latin School y The Old Corner Bookstore tuvo que ver en que este anhelo madurara pronto entre los bostonianos. En The Old South Meeting House, nuestra próxima parada, tal tradición intelectual se tradujo en acción cuando Samuel Adams, con su inflamada oratoria, llamó a sus conciudadanos a rebelarse contra la autoridad real británica. De este recinto salió hacia el puerto un grupo de bostonianos, disfrazados de indígenas, para protagonizar el famoso Motín del Té (Boston Tea Party), el 17 de diciembre de 1773. El museo dedicado a este suceso, preámbulo de la guerra de independencia de Estados Unidos, está fuera del recorrido, sobre el puente de la calle Congress. No obstante, vale la pena visitarlo, pues allí se desarrolla un atractivo espectáculo con actores y tecnología audiovisual de punta, donde se recrea aquel evento que desencadenó el conflicto armado entre Gran Bretaña y sus trece colonias.

Universidad de Harvard

 

Luego de ver The Old South Meeting House, la próxima parada es en otro sitio determinante para cultivar el sentimiento independentista: The Old State House. Antigua casa de gobierno, luce sobre su fachada el escudo de la dinastía Hannover, reinante en la Gran Bretaña durante la independencia. Frente a este edificio, los casacas rojas abrieron fuego sobre una multitud que protestaba contra los abusos reales: la famosa Masacre de Boston, ocurrida el 5 de marzo de 1770. De alguna manera, la afrenta de sangre fue lavada seis años después cuando, desde el balcón de este mismo edificio, se leyó públicamente la declaración de independencia de Estados Unidos, el 18 de julio de 1776 (los delegados de las trece colonias habían firmado antes, el 4 de julio). Al margen de su valor histórico, su estructura es una de las mejor conservadas del periodo colonial norteamericano en el país.

Aunque Faneuil Hall, el próximo lugar marcado en el sendero, también fue determinante en la lucha libertaria, el edificio actual data de 1805, cuando remplazó a otra estructura consumida por un incendio. Construido por uno de los comerciantes más importantes de la ciudad en 1742, Faneuil Hall acogió a algunas de las casas comerciales más importantes del puerto (una especie de proto-mall). En 1764 se formuló aquí la primera protesta contra los impuestos reales (en este caso, gravados sobre el azúcar y las estampillas postales). Hoy, el lugar aloja algunas pequeñas tiendas, así como dependencias públicas, además de que aquí juran anualmente entre trescientos y quinientos nuevos ciudadanos estadounidenses.

Hasta aquí las escalas en el Sendero de la Libertad son más o menos cerca, pero los próximos puntos ya están a buena distancia entre sí; así que le sugiero hacer un receso para descansar y almorzar. Afortunadamente, cerca de Faneuil Hall, sobre el 41 de la calle Union, está Union Oyster House, fundado en 1826, que se vanagloria de ser el restaurante más antiguo aún en funcionamiento del país. Más aún: también se precia de ser cuna del clam chowder. Por ser un platillo típico de la cultura de Massachusetts (y de toda Nueva Inglaterra), hay quienes disienten de tal afirmación, argumentando que tan espeso y reconfortante guiso procede de otros lugares. Usted deje que entre ellos lo discutan, pero pruebe, eso sí, cada versión del cocido que le ofrezcan los litigantes.

Luego de despacharse su buen plato de clam chowder en el Union Oyster House se sentirá muy relajado y con ganas de una buena siesta. Lamento decirle que no puede, pues la casa de Paul Revere le aguarda; está a un buen trecho de aquí y, contrario al reconocido jinete, usted no tiene una montura para llegar allá. Localizada en el 19 de North Square, la sobria casa de madera, la estructura más antigua del centro de Boston, fue levantada hacia 1680. En todo caso, ya era vieja cuando Revere la compró, en 1770. Se supone que frente a ella, el joven patrón de 35 años montó su caballo y cabalgó hasta Lexington, para alertar a los patriotas de la proximidad de las tropas británicas. Siga caminando; aunque el recorrido ahora se torna largo, ya faltan pocos puntos de interés. La Old North Church está sobre el 193 de la calle Salem, y desde su torre se avisó a los patriotas, la noche del 18 de abril de 1775, sobre la cantidad y movimientos de las tropas reales que venían a someterlos, usando un ingenioso sistema de linternas.

Le diría que pasee también alrededor de las lápidas del Copp’s Hill Burying Ground, pero calculo que, a estas alturas, ya casi ha concluido la jornada y usted debe estar con los pies hechos papilla, así que solo salude con la mano a los difuntos y continúe con lo que le queda de energía hacia el muelle donde atraca el buque Constitution. Para llegar allí, debe cruzar el puente Charlestown. Este navío, el más antiguo aún en servicio en la Marina de Estados Unidos, se ganó el mote de Old Ironsides durante la guerra de 1812, cuando los obuses disparados por los barcos británicos adversarios rebotaban en su casco como semillas de uva. Ahora suba por la calle Adams. Quizá ya divise un obelisco sobre los tejados de las casonas tradicionales del barrio Charlestown. El monolito, en el centro de Bunker Hill, conmemora la batalla homónima, librada el 17 de junio de 1775. Aunque hoy toda la península está poblada y edificada, en 1775 no era igual: había muchas colinas descampadas. La batalla, que tuvo lugar más sobre la colina Breed que sobre la Bunker, fue una victoria pírrica para los británicos; tanto así, que se considera el principio del fin para las fuerzas británicas que intentaba sofocar la rebelión de las trece colonias. Bunker Hill también marca el fin de nuestro recorrido. Pocos itinerarios en Estados Unidos son tan ricos históricamente, ni se hacen sazonados con tantas sabrosas anécdotas in situ. El Sendero de la Libertad es como el espinazo ético y moral de la identidad bostoniana, y debe recorrerse, al menos en parte, si se quiere entender el espíritu libre, inclusivo, solidario y tolerante que anida en el seno de sus ciudadanos.

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