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Camino de Cruces, atravesando el río

Camino de Cruces: La primera ruta interoceánica

Por: Alexa Carolina Chacón

Fotos: Rommel Rosales

Ilustración Omar Pérez y Daniela Vanegas

Con este artículo no solo los llevamos a pie de monte adentro, sino que le explicamos cómo el istmo ha estado destinado a conectar los océanos desde la época colonial. El Canal de Panamá es una consecuencia de ese hecho. Ahí, dentro de la selva panameña húmeda y verde, lo espera el Camino de Cruces… quinientos años después.

Panamá, este estrecho istmo de 48 km en su zona más angosta, estaba destinado históricamente a conectar el mundo. Ese futuro se escribió mucho antes de que los franceses pusieran la primera piedra al intentar crear el gigante de ingeniería que es el Canal de Panamá. La historia comienza con el Camino de Cruces en el siglo XVI, el cual fue construido para conectar el Caribe con el Pacífico. El Camino Real, que conocerá en una futura edición de Panorama de las Américas, servía para transportar tesoros (plata del Perú, más que todo) mientras que el Camino de Cruces facilitaba el tránsito de personas y mercancías entre la primera Ciudad de Panamá (ubicada en lo que hoy es Panamá Viejo) y Portobelo.

Guía de Camino de Cruces

Este fue construido en 1527 con piedras redondeadas, conocidas como canto rodado, por órdenes de Pedro de los Ríos, entonces gobernador de Panamá. Estas rocas formaban un empedrado que se conserva por partes al sol de hoy. Cruzaban con mulas para ayudarse a mover en medio de condiciones difíciles y un entorno selvático, que estaba muy lejos de lo que conocían en el viejo continente. En una época en que no había maquinaria para cortar elevaciones y aplanar caminos, se construía donde mejor se podía. Con esto quiero decirle que los once km que caminamos están lejos de ser cómodos o fáciles. Por supuesto que había que comprobar esa teoría en persona y ver aquel empedrado donde empezó todo.

A caminar se ha dicho

No hay mejor persona para recorrer los senderos difíciles de Panamá que Rick Morales. El director de Jungle Treks no solo conoce la historia de los caminos coloniales y la fauna y flora que lo componen como si fuera la lista del súper que hace todos los meses, sino que recorre la selva con una comodidad que aporta absoluta seguridad a personas como yo, que apenas nos estamos adentrando en el mundo del senderismo.

El Camino de Cruces está dentro de los parques nacionales Camino de Cruces y Soberanía. Muy cerca encontrará senderos cómodos, como el Camino de Plantación y El Charco. El que estamos a punto de empezar no tiene nada que ver con ellos. Arrancamos la travesía en el estacionamiento de Camino de Cruces en la carretera Madden. Con mochila a cuestas, Rick nos explica que veremos varios tipos de elevaciones y retos: troncos caídos, vegetación crecida, lodo y, por supuesto, piedra, que cuando está húmeda requiere absoluta concentración al pisarla, bien sea subiendo o bajando.

Camino de Cruces, atravesando el río.

En nuestro recorrido vimos osos perezosos, hormigueros y monos cariblancos y aulladores.

Camino de Cruces - Oso Perezoso

Empezamos a andar y el silencio de la jungla apaga el ruido de la carretera. Compruebo una vez más que Panamá concentra en pocos kilómetros todo tipo de experiencias. En un momento uno está en plena civilización y al otro está buscando pedazos de historia en la selva. Nos esperan seis horas de camino que terminarán en Venta de Cruces, a la orilla del río Chagres, justo al frente del Gamboa Rainforest Resort. Lo primero que cruza mi mente es la valentía y, por qué no, locura, que les tocó vivir a los españoles que colonizaron estas tierras. Si yo, siendo panameña acostumbrada a este calor y a sus mosquitos, sentía el reto que implicaba dar un paso en este camino, no me puedo imaginar lo que vivieron ellos.

El inicio del Camino de Cruces se encuentra a menos de media hora del centro de la ciudad, comprobando que uno de los grandes atractivos turísticos del país está en lo cercana y diversa que es su oferta.

Un hombre que nació para caminar por la selva

Rick camina entusiasmado y a un ritmo que demanda condiciones para poder seguirlo. Antes de que arranque con los datos históricos empiezo a preguntarle por su historia. Es senderista profesional desde 1999. Oriundo de Volcán, provincia de Chiriquí, Morales ha sido apasionado del trekking (senderismo más camping) desde pequeño. Confiesa que en las selvas de Panamá y Latinoamérica no es una actividad muy común, por lo que terminó siendo casi sin quererlo un pionero en la práctica en el país. Es un experto en trazar rutas poco conocidas y de las cuales es celoso. Más que por egoísmo, por seguridad: muchas de ellas necesitan la compañía de personas con mucha experiencia para ser cruzadas.

Caminata en grupo

Esas son sus favoritas: Darién, donde Jungle Treks arma una expedición de doce días, el Parque Internacional La Amistad y el Camino Real, que va desde Boquerón hasta Portobelo, en la provincia de Colón. Interrumpe mis preguntas para contarnos lo que nos rodea: árboles como el cuipo, la ceiba, el barrigón y el espavé. Son imponentes y guardan la sabiduría de la jungla; lo han visto todo. A medida que vamos avanzando, tomamos pequeños descansos que nos permiten admirar el entorno. No solo es digno de ver, sino también de escuchar. Los sonidos de las aves le permiten reconocer a Rick quiénes nos visitan: oropéndolas, tucanes, trogones, loros y un maravilloso e imponente momoto rufo (Rufous motmot), que se detiene en una rama frente a mi para que lo vea bien.

Es azul con naranja y tiene un tamaño muy parecido al del tucán. La selva panameña luciéndose, como siempre.

Venta de cruces: la meta

camino en lancha

El camino en un inicio es emocionante, pero, como sabe cualquiera que haya caminado por la selva, ella va retándolo a uno a medida que avanza. Como bien prometió Rick, al inicio el camino es irregular y requiere concentración. En ciertas partes es más cómodo que otras, pero las zonas de piedra resbaladiza requieren habilidad para caminar.
Nuestro guía sabe reconocer los pedazos donde se ven las marcas de las mulas y carretas. Tampoco deja pasar la oportunidad de hacernos reconocer el empedrado que todavía queda. Es fácil darse cuenta de que por ahí había un camino: son piedras redondas ubicadas de manera estratégica que solo tienen sentido si alguien las puso ahí.

La expedición abordando la lancha en Venta de Cruces, centro donde se recogían suministros antes de continuar el viaje hacia la Ciudad de Panamá o Portobelo.

balsa en el rio

Pronto empezamos a cruzar ríos, que por la época no estaban crecidos: río Cabuya y río Casaya. Es una buena oportunidad de refrescar el rostro y hasta los pies, que van bastante cansados dentro de las botas de selva. En la segunda mitad del camino los descansos son más cortos: los mosquitos canaleros lo hacen mover a uno. Así es que me doy cuenta de que estamos próximos a llegar a Venta de Cruces, punto de intercambio clave en la ruta comercial del Istmo de Panamá durante la época colonial. Ubicado a orillas del río Chagres, este sitio marcaba el final del Camino de Cruces y el inicio del viaje fluvial hacia el Caribe. La palabra “venta” hace referencia a una posada o parada de viajeros, donde se ofrecía comida y alojamiento.

FICHA TÉCNICA
• Grado de dificultad del sendero 7/10.


INDISPENSABLES
• Estar en excelente forma física
(la distancia no es larga, pero la
humedad, el calor y la irregularidad
del terreno lo hacen difícil).
• Pantalones largos.
• Botas o zapatos de senderismo
• Bastones.
• Agua.
• Sombrero para el río.
• Dry bag para el río.

tamales

Lo que queda hoy son las ruinas de una iglesia dignas de una película de Tomb Raider. ¿Quién se iba a imaginar que eso estaba aquí?  Son secretos de Panamá que se deben descubrir caminando. Una vez aquí, mientras espanto mosquitos, siento profundo orgullo por el reto completado. Como cualquier actividad de Jungle Treks, esto no podía terminar así por así. Había que experimentar la parte fluvial del recorrido. Si en las seis horas de caminata se trabajaron las piernas, ahora le tocaba al tren superior. Un bote nos recoge para llevarnos a la comunidad Wounaan de San Antonio, donde almorzamos y también inflamos las balsas con las que remaremos por el río Chagres. Es importante hacer la salvedad de que si toma este tour usted no haría la parada en la comunidad, sino que almorzaría algo rápido en Venta de Cruces, donde también inflaría las balsas. Otro tour ofrecido por Jungle Treks que empieza en el Camino del Oleoducto sí incluye una visita cultural completa a la comunidad.

Remando por el río Chagres

La siguiente escena es simplemente surreal. Un bote nos deja en mitad del río, abordamos las balsas y empezamos a remar hacia el puente de Gamboa. Como no puede ser de otra manera, Rick coordinó nuestra salida y almuerzo para que llegáramos justo a tiempo para ver un gigante buque pasar frente a nosotros. La idea es terminar la travesía admirando el presente: ahora Panamá conecta el mundo con su Canal. La comparación es poética. De manera responsable, Rick solo nos permite llegar hasta donde están las boyas: no se puede cruzar a las aguas del Canal, ni es necesario. Desde donde estamos basta para sentirse mínimo ante aquel edificio flotante de carga.

Río Chegres

Por donde antes pasaban buques con tesoros hoy pasa el comercio del mundo, comprobando aquella frase cliché: somos puente del mundo, y, por qué no, corazón del universo.

Finalmente, llegamos a lo que fue la antigua Cárcel Modelo, demolida en 1996. En frente se encuentra el Cementerio Chino Wah Kon Ce, creado en 1893, donde fueron enterrados muchos de los trabajadores chinos que llegaron a Panamá durante la construcción del ferrocarril.

Nuestro recorrido concluye en el restaurante de Totti, un policía retirado que ha sido chef en este lugar durante más de quince años. Nos recibe con música jazz y unas deliciosas torrejitas de bacalao.

Desde su local, Efraín me muestra el antiguo muro que servía como represa y las fuentes conocidas como “los llorones,” donde las mujeres aguateras venían a recoger agua.

CONTACTO
contact@jungletreks.com
+507 6438 3130
jungletreks.com

Sentados donde Totti, Efraín nos cuenta que, dependiendo del día y la hora, la atmósfera del barrio cambia: a veces hay más ruido y algunos días las calles están vacías.

Si alguien busca una caminata tranquila, el lunes en la mañana es el mejor momento, pero si lo que se desea es ver al barrio en su máximo esplendor, lo ideal es venir a partir del viernes.

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