Al rescate de la fauna
Texto y fotos: Javier A. Pinzón
Escucho el cantar de las chorotecas anunciando la llegada de la época lluviosa aquí en Panamá. Soy un privilegiado porque, a pesar de vivir cerca de la ciudad, puedo disfrutar de los placeres de oír y observar desde mi casa animales silvestres debido a la cercanía de un reducto de bosque. Sin embargo, estos bosquecillos tan cerca de la ciudad también son una trampa mortal para la fauna de la que tanto disfruto. Docenas de animales son atropellados en las carreteras que pasan y se entrecruzan con el bosque. Con frecuencia, las víctimas son madres cuyas crías aún no han aprendido cómo defenderse en el bosque, multiplicando así la tragedia.
Es por esta razón que el biólogo Néstor Correa y su esposa, la administradora y especialista en cuidado de neonatos silvestres, Yiscel Yángüez, fundaron la Asociación Panamericana para la Conservación (APPC). Ellos y su grupo de colaboradores se dedican al rescate y rehabilitación de fauna silvestre en Panamá. Para visitarlos, parto temprano en la mañana a través de la exuberante selva tropical del Parque Nacional Soberanía rumbo al pueblo de Gamboa, en la unión del lago Gatún y el río Chagres, en el corazón del Canal de Panamá.
Todo empezó en 2006 con la ampliación del Canal cuando Néstor y Yiscel fueron contratados por la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) para el rescate de los animales que se verían afectados por este proceso. Debido a la magnitud de la obra en plena selva húmeda tropical, era necesario crear una estrategia, con monitoreos antes, durante y después de la tala de árboles. La idea era encontrar y reubicar la mayor cantidad de especímenes posible. El trabajo se ejecutó codo a codo con la ACP, colaboraron cerca de cien personas que trabajaron en tres turnos rotativos durante 21 horas al día y se rescataron más de dos mil animales. De este trabajo quedaron los protocolos de rescate de fauna bajo la coordinación de la ACP, el Ministerio de Ambiente y la APPC.
Los protocolos, la experiencia y la necesidad de rescatar animales atrapados entre el bosque y el rápido desarrollo urbanístico de Panamá continuaron después de la ampliación del canal. En 2014 el señor Herman Bern, dueño de la cadena hotelera Bern Hotels & Resorts, que incluye al Gamboa Rainforest Reserve, ofreció parte de sus instalaciones para continuar con el rescate de animales a cambio de dictar charlas informativas para los visitantes y huéspedes del resort. Los perezosos huérfanos, que no habían podido ser reintroducidos, se convirtieron en los protagonistas de esta nueva fase.
Rápidamente estas charlas se volvieron muy populares entre los turistas que visitaban Gamboa, con más de cien espectadores por sesión. Con tanto éxito, Néstor decidió dedicarse del todo a la organización APPC. Cuenta que el hotel le sugirió cambiar el modelo, para que no fuera solo una charla, y se creó así el primer centro de visitantes de perezosos rescatados. En el 2017 Herman Bern Jr. hijo del señor Bern, llegó de Australia tras visitar un santuario de koalas con la idea de crear un santuario de perezosos en Gamboa.
Se realizaron las adecuaciones y se inauguró el santuario de perezosos. Hoy gracias a esta asociación entre el Gamboa Rainforest Reserve y la APPC, los rescatistas han podido seguir con su labor, pues el aporte del hotel a la Asociación, que se obtiene del cobro de la visita al Santuario, cubre el 50% de los gastos que genera el programa de rescate de fauna.
El santuario se divide en dos áreas de trabajo: la de los perezosos embajadores y la zona de recuperación, rehabilitación y liberación, donde se trabaja también con otras especies. Los perezosos embajadores cumplen ahora una función: educan a los visitantes sobre la importancia de la conservación de la fauna. Estos fueron rescatados muy pequeños y huérfanos, razón por la cual fueron criados por Yiscel y las especialistas de la APPC. Al no estar con sus madres biológicas, no aprendieron cómo sobrevivir en el bosque.
Son diez pequeños súper héroes, pues perdieron su vida en libertad por culpa del desarrollo humano, pero contribuyen a educar a la población y, al mismo tiempo, colectar el dinero necesario para ayudar a los animales que sí pueden ser liberados.
El rescate
Antes del acuerdo con el hotel recibían en promedio doscientos cincuenta animales al año; ahora, gracias al santuario y a la publicidad, el número casi se ha duplicado. Cuenta Néstor que llegan animales con patas o alas rotas que, tras ser tratados, tienen la oportunidad de ser reintroducidos con éxito en el bosque. El objetivo principal es reubicar a los animales en áreas donde no corran un nuevo peligro.
Lo más difícil es la reintroducción de crías. Hasta el santuario llegan de uno a dos animales por día, y en ocasiones uno suele ser una cría. Generalmente es la policía ecológica la que recibe el llamado de un ciudadano y hace la primera parte del rescate. El resto de la tarea: curarles sus heridas y prepararlos para el regreso a la vida silvestre se realiza en la APPC, ubicada en Gamboa.
Explica el especialista que, si un ciudadano encuentra una cría en apuros, lo más importante es mantenerla caliente y no darle nada de alimento. Se le pueden suministrar gotitas de electrolitos o Pedialyte y se debe entregar de inmediato a un centro de rescate o llamar a la policía ecológica, 314 9451, o escribir al whatsapp de la APPC, 6497 7223, para darle más posibilidades de sobrevivir. Néstor también enfatiza que si usted encuentra a una cría que llora, hay que dejarla llorar porque de este modo su madre puede escucharla y venir a recogerla. Hay que tener paciencia; la madre de un perezoso, por ejemplo, puede demorar en llegar por la velocidad de sus movimientos, pero es posible que esté viniendo en camino. Si lo tomamos en brazos, este pequeñín se sentirá reconfortado, dejará de llorar y su madre ya no podrá encontrarlo jamás. Si definitivamente la madre no apareció, debemos tomarlo, tenerlo caliente y llevarlo a un centro de rescate de fauna.
Los animales que llegan desorientados al centro y con heridas mínimas se pueden reubicar en períodos de 24 a 72 horas. Los más graves son trasladados a cirugía, al Centro Veterinario Panamá con el doctor Julio Reyes, luego pasan a rehabilitación, se les pone a hacer ejercicio y se les reubica con una marca. El costo de la rehabilitación de un animal es muy alto; por ejemplo, si llega un águila con un ala rota, primero se debe realizar la cirugía del ala, luego se le debe habilitar una recinto lo suficientemente grande para que pueda ejercitarse, de unos tres metros de alto y una superficie 25 a 35 m2 como mínimo. Un recinto grande de entre 50 a 100 m2 puede llegar a costar de 2.500 a 5.000 dólares. Luego de la liberación pueden ser reutilizadas para otros animales.
Por estas instalaciones han pasado tucanes, zarigüeyas, gavilanes, gallinazos, hormigueros, capibaras, búhos, monos tití, monos araña, olingos, tapires, monos aulladores, gavilanes crestados, cara caras cabeza amarilla, ñeques y muchos más, siendo los más rescatados los perezosos de dos y tres dedos, búhos, zarigüeyas, ardillas y hormigueros. Los mamíferos más atropellados en carretera son hormigueros y perezosos. El hormiguero porque, cuando ve la luz de los autos, se para en dos patas para tratar de defenderse y el perezoso porque es muy lento. Las rapaces juveniles y adultas son un poco más fáciles de reubicar, siempre que puedan cazar su alimento y vuelen bien.
Un dato curioso que han notado y apenas ahora están documentando es el de las madres sustitutas de cara cara y gallinazos. Néstor y su equipo comenzaron a notarlo con un pichón de cara cara que tenían en recinto al aire libre. Una hembra del bosque lo observaba insistentemente. Decidieron soltarlo y dejarle comida cerca de la casa. La hembra llegó hasta la comida, así que pensaron que la estaba robando, pero no: la hembra estaba alimentando al pichón. Lo mismo pasa con los gallinazos, los pichones son alimentados por gallinazos adultos que vienen del bosque.
Los recintos
Parte de la oferta de alojamiento del Gamboa Rainforest Reserve consistía en una serie de casas de madera de la época canalera. Las casas, cuyo mantenimiento resultaba muy costoso, tenían además muy poca demanda. El hotel decidió concederlas a estos animalitos para convertirlas en los recintos de recuperación. Los cuartos —de 12 a 14 m2 con altura de 2,30 metros— permiten adecuar espacios para las aves donde puedan saltar, volar y moverse. Precisamente hoy están terminando de preparar un cuarto para una aguililla adornada y pude presenciar el momento en que esta hermosa ave, operada de un ala rota, fue trasladada a su nuevo recinto. Allí se ejercitará por un tiempo, para luego ser reinsertada a su hábitat natural.
Otro de los nuevos recintos fue construido gracias a donaciones del Ron Magill Conservation Endowment (Zoológico de Miami) y del Fondo de Conservación SeaWorld – Busch Gardens. Es el recinto exterior para perezosos, con este nuevo hábitat, la APPC espera poder colocar allí a las crías que ya tienen de seis a doce meses, para así intentar su adaptación y liberación. Aquí pueden realizar su entrenamiento por tres meses; el lugar, luego, se conectará mediante una cuerda con los árboles de afuera. Los perezosos, con un dispositivo de rastreo, podrán ir y venir a su antojo, hasta que decidan por sí mismos que su vida es en el bosque. La idea es que las crías también aprendan a ser autónomas. Así se logrará aumentar el número de crías liberadas en el bosque y reducir el número de animales en cautiverio.
Desde 2006 la Asociación también ha recibido el apoyo del Fondo de Conservación SeaWorld & Busch Gardens. Rob Yordi, director ejecutivo del Fondo de Conservación, ha manifestado que “la dedicación, la pasión y el conocimiento que el equipo de APPC muestra es una de las muchas razones por las cuales nos complace apoyar a la organización. Sabemos que nuestro apoyo (que consiste en fondos, personal técnico y personal de campo) se está utilizando de la mejor manera posible para beneficiar a los animales que llegan para el cuidado del equipo de APPC de todas partes del país”.
Segunda oportunidad
Una madre perezosa se cayó de cabeza y murió. Tenía una cría en su regazo. Jorge, capataz de construcción, presenció el hecho, puso el bebé en su automóvil y lo llevó a la APPC. Hoy es uno de los embajadores.
Lindi y Salomé
Los hormigueros Lindi y Salomé quedaron huérfanos debido a atropellos con autos en Santiago y Aguadulce. Los dos eran crías de menos de un mes. En el santuario se volvieron dóciles y amigables. Ya no pueden sobrevivir en el bosque.
Mika
Mika es una hembra de ocelote. Le mataron a la mamá con la intención de venderla a ella y a su hermanito de apenas una semana de nacidos; el hermano no pudo recuperarse.
Wakanda
Wakanda es un yaguarundí de siete meses; lo encontraron solo con apenas días de nacido. La madre podría estar muerta o viva y muy cerca de allí, pero quienes lo rescataron no se cercioraron. Ahora es muy difícil reintroducirlo, pues está acostumbrado a las personas.
Tapir
La madre de la tapir fue cazada y comida en el Darién cuando la cría tenía apenas dos meses. El tapir bairdii o centroamericana es una especie muy amenazada: quedan menos de cinco mil entre Panamá y México.
George
El tigrillo George es un caso de tráfico ilegal, le mataron a la mamá y lo rescataron de tres meses cuando alguien intentaba venderlo.
También hay finales felices
La mayoría de los animales que llegan al centro son reintroducidos al bosque. El capibara está próximo a ser liberado; tras un período de aislamiento aprendió a ser independiente. La idea es que se sume al grupo de capibaras que viven en el río Chagres.
Perezoso
A un perezoso que se lastimó una pata al caer de un árbol por estar peleando, le pusieron un tornillo para unirle el hueso y ahora está en rehabilitación. Ya sale a hacer ejercicio y pronto le quitarán el clavo. Tan pronto esté listo, él mismo encontrará la cuerda que lo saca del recinto rumbo a la libertad. Será otro de los muchos finales felices que día a día se presentan en el santuario.