Emberá: hijos del río
Originarios de las extensas selvas que separan a Panamá de Colombia, los emberás forjaron una cultura en gran parte dependiente de los ríos que atraviesan sus tierras ancestrales. Cuando muchos de ellos comenzaron a migrar hacia la región metropolitana, desde la segunda mitad del siglo XX, encontraron en los ríos de la cuenca canalera un espacio que les recordaba sus bosques natales y les permitió reproducir su modo de vida, que ahora comparten con nacionales y visitantes.
Por Juan Abelardo Carles R.
Fotos: José Rovira
Aunque solo lloviznaba al amanecer, había llovido copiosamente durante la noche y las aguas del río lucían algo turbias. La piragua avanzaba por el centro del cauce, mientras el bosque ribereño, incapaz de absorber más lluvia, exhalaba un vaho con olor a savia. El vapor dejó entrever un conjunto de techos de palma sobre un alto, desembarcamos en un banco arenoso cercano y subimos por el sendero que llevaba al caserío. De pronto, olvidamos el cielo gris frente a la explosión de color y música que nos recibió a la entrada del pueblo.
En muchos países tal experiencia solo se alcanza tras viajar horas, incluso días, hasta los recodos más apartados de sus selvas, pero en Panamá se necesita poco más de una hora para llegar, saliendo desde el centro de su capital. Hablamos de las comunidades emberás asentadas a lo largo del río Chagres, dentro del parque nacional del mismo nombre. Ellos son originarios del Gran Chocó, biorregión que va desde el este de Panamá hasta la costa Pacífica colombiana.
A partir de la década de 1970, comenzaron a migrar desde el Darién, en el oriente panameño, a la próspera región interoceánica. Muchos se asentaron en la cuenca del Canal de Panamá, específicamente en las riberas del río Chagres, para dedicarse a actividades agropecuarias. Cuando la zona se reservó para parque nacional, dichas actividades quedaron muy limitadas, por lo que decidieron compartir su cultura y saber ancestral con el visitante como medio principal de sustento.
La experiencia emberá
Aunque cada comunidad procura imprimirle sello propio a su oferta turística, hay elementos que son comunes en todas las experiencias. Los turistas serán recibidos con cantos y danzas de bienvenida, se les da una charla sobre la historia, tradiciones y cultura del pueblo visitado, se les lleva a senderos interpretativos donde se les explica el valor de las plantas en la forma de vida emberá. La caminata puede terminar en una cascada o recodo del río donde puedan bañarse. También hay danzas acompañadas de instrumentos musicales tradicionales, como el chirú (flautín de bambú), el chimbombón (tambor grande hecho con cedro y cuero de venado macho) o la campana hecha con un caparazón de tortuga. Se les ofrece un almuerzo usualmente de pescado y plátano verde frito (patacón).
Es costumbre que el grupo lleve frutas o galletas como postre y regalo a los niños de la comunidad. Tras el almuerzo habrá danzas tradicionales, venta de artesanías (las más buscadas son las cestas en fibra de chunga, tallas en madera de cocobolo, semilla de tagua o joyas hechas de cuentas), también se hacen pinturas corporales con tinte de jagua. Los paquetes varían según la cantidad de visitantes, actividades y distancia de la comunidad, así como si es pasadía o se pernocta, pero pueden empezar en 55 dólares por persona para grupos mayores de cinco individuos e incluyen traslado entre Puerto Corotú y la comunidad.
Tusípono emberá
Es la comunidad más cercana a Puerto Corotú. Aunque hubo población aquí desde los años 40, la fundación de Tusípono fue en 1997 y comenzó a recibir turistas el año siguiente. Los habitantes llegaron principalmente desde las comunidades de Río Chico y Sambú, en el Darién. Neldo Tócamo, presidente de la comisión turística del pueblo, detalla que viven 61 personas repartidas entre 27 familias, que se dedican, además del turismo, a la pesca y siempre de subsistencia.
Allí mismo un centro de artesanías invita a todo tipo de artesanos a desplegar sus creaciones, animando a los turistas con una charla y, por qué no, a regresar a casa con un souvenir único y personal.
Emberá Drúa
Es uno de los asentamientos más antiguos de la región, pues data de 1975. Según José Cáisamo, charlador de la comunidad, sus habitantes origina- les emigraron de las riberas del río Balsa (Darién). También estuvieron entre los primeros en ofrecer experiencias a los turistas (1990). La comunidad superaba el centenar de habitantes, pero algunos emigraron durante la pandemia al desplomarse la actividad turística. Ahora trabajan para recuperar el estatus que tenían antes de la crisis sanitaria. Entre sus atracciones ofrecen recorridos a un gru- po de cascadas cercanas.
Parará Pura
Esta es otra de las comunidades más tradicionales y reconocidas para los turistas. Tiene 126 habitantes repartidos en treinta familias. Por su ubicación, recibe muchas giras provenientes de cruceros que transitan por el Canal de Panamá. Adicional a las atracciones tradicionales, esta comunidad cuenta también con un pequeño museo que muestra elementos antiguos de la cultura emberá, como asientos y bastones de mando para chamanes y nokos (el noko es la principal autoridad comunitaria), así como información sobre Antonio Zarco (ver recuadro) Tienen un bohío para huéspedes que puede acoger hasta doce personas para pasar la noche.
Purú Biakirú
Aunque es una de las comunidades más jóvenes de la cuenca del Chagres, sus residentes provienen de asentamientos vecinos más antiguos. Biakirú tiene senderos de largo aliento, de cuatro a seis horas de duración. Acá viven 49 personas y
es un grupo muy motivado, que presenta y explica danzas tradicionales a sus visitantes. Todos los asentamientos están en capacidad de recibir grupos grandes de visitantes para pernoctar, en tiendas de campaña, o grupos pequeños en bohíos de huéspedes.
¿Cómo llegar?
A la mayoría de los asentamientos indígenas se puede ir contratando piraguas en Puerto Corotú, en las riberas del lago Alajuela. Para llegar a Puerto Corotú, debe salir de Ciudad de Panamá por la carretera Boyd Roosevelt hacia Colón, avance hacia al norte por quince kilómetros aproximadamente, desviarse por la entrada a La Cabima, continuar y pasar la comunidad de Nuevo Caimitillo, luego el Centro de Visitantes del lago Alajuela. Dos kilómetros después se localiza el puerto, que no es más que un bajadero para piraguas.
TUSÍPONO EMBERÁ
IG: @tusiponoemberapanama
WhatsApp: +507 6539 7918 (Neldo Tócamo)
EMBERÁ DRÚA
IG: @comunidad_embera_drua_
WhatsApp: +507 6762 0542 y +507 6709 1233 (Alexis Mecha)
PURÚ BIAKIRÚ
IG: @purubiakiru
WhatsApp: +507 6950 4252 (Iván Ruiz)
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