Miguel del Sel: «Los artistas son los mejores embajadores»
Texto y fotos: Roberto Quintero
Apenas me abren la puerta de la Embajada de Argentina en Panamá, me lo encuentro mostrando una de esas sonrisas amplias y generosas. Es el gran Miguel del Sel, famoso humorista del trío Midachi que hoy, separado de los escenarios y enfocado en la política, funge como el flamante embajador de su país en el istmo. El mismo que muchos años antes, allá por los 90, cuando él estaba en el pico de su popularidad y yo era solo un adolescente, irrumpió en las pantallas de TV panameñas con sus graciosas interpretaciones en el programa Videomatch, del conductor Marcelo Tinelli. Me había enterado de su designación por las noticias, pero jamás imaginé que podría conocerlo y entrevistarlo en su nueva faceta como diplomático.
Me invita a pasar a su despacho y, mientras avanzamos, en el camino va saludando colaboradores a diestra y siniestra. Sin duda es un tipo simpático y carismático. No sé, quizás es un comentario tonto, pero cuando uno conoce a la gente de la televisión siempre se pregunta si serán tan encantadores como en pantalla. Confieso también que lo había imaginado más bien teñido de esa formalidad pomposa que ya casi parece una marca registrada de los funcionarios públicos (con todo respeto, claro). Pero es todo lo contrario: un hombre sencillo y cordial “como cualquier hijo de vecina”, según se dice en el argot panameño.
Llegó a Panamá el 29 de febrero de este año con un objetivo claro: “Como embajador, mi función es ayudar a que Argentina y Panamá se conecten un poquito más”. Algo que de entrada ya está logrando, pues es uno de los artífices del nuevo vuelo de Copa Airlines entre la capital panameña y Rosario, la ciudad más importante de la provincia de Santa Fe, que abre a partir de julio.
Aunque su carrera diplomática inició hace pocos meses, Miguel del Sel se siente embajador de Argentina desde hace muchos años. “El otro día encontré en casa una revista de hace 23 años, con una nota al trío Midachi, cuyo título decía ‘Nuestros embajadores por América’. Cuando lo leí me sorprendió que ya entonces me llamaran ‘embajador’; pero es cierto, los artistas, por sobre todas las cosas, son los mejores embajadores. Los pueblos se conocen más por los artistas: por su cine, el teatro, la danza, la música… Tienen un poder mucho más grande que el político y el comercial. El ciudadano común no sabe cuánta soja vino para Panamá o cuánto mango fue para la Argentina, pero sí se entera cuando llega Rubén Blades a cantar”.
Y pensar que su plan nunca fue dedicarse al arte de la comedia. Como buen argentino, de niño soñó con ser futbolista. “Jugué al fútbol en la liga santafesina. Salí campeón con el Club Atlético Gimnasia y Esgrima de Ciudadela, es el tercer club de Santa Fe, mi ciudad. También me probé en Unión de Santa Fe, que es mi equipo, y no quedé. Bueno, seguí jugando en la liga hasta que un día, después de seis años trabajando en distintas cosas, me surgió la idea de estudiar educación física”.
Esa decisión le cambió la vida para siempre. Estudiando la carrera descubrió que un profesor “tiene que mostrarse tal cual es. Y ese mostrarse tal cual es me sacó este tipo simpático… no sé, o me dio el poder para expresarme, porque yo siempre fui tímido, según mi mamá y mi maestra”. En medio de ese descubrimiento, conoció a un compañero con el que rápidamente hizo clic: Darío “Chino” Volpato. “Formamos el dúo Los Comiserios. Yo era el cómico, él era el serio [risas]. Tocábamos la guitarra y de ahí ya me animé a ponerme una peluca, hacer imitaciones y todo eso. La mayoría de los grupos nacen así: dos locos que se encuentran por ahí. El profesorado despertó esas ganas de divertirme; disfruté mucho la carrera”.
Seis meses antes de graduarse de profesores, conocieron a Rubén Enrique Brieva, más conocido como Dady Brieva. Decidieron hacer algo juntos y así nació el trío Midachi el 16 de julio de 1983. “Es muy talentoso. él hacía teatro en Santa Fe. Nosotros aprendimos de él lo formal y él aprendió de nosotros todo lo informal, porque él venía de actuar en teatros y nosotros en peñas y casamientos, fiestas llenas de borrachos y gente de todo tipo. Esa mezcla nos dio algo muy bueno”. Lo demás es historia.
Los Midachi se lanzaron a la loca aventura de triunfar en el mundo del humor. Primero conquistaron la provincia de Santa Fe, luego Argentina y de ahí saltaron a Latinoamérica para recorrer Colombia, Uruguay, Paraguay, Cuba, República Dominicana, Venezuela, Puerto Rico y Chile, además de Estados Unidos, coronándose como uno de los grupos cómicos más populares de los últimos tiempos. Fueron treinta años en los que juntos, y a veces también por separado, se dedicaron a hacer cine, teatro, radio y televisión. El éxito fue tan grande que hasta resulta increíble. “Si yo me pongo a ver de principio a fin, siempre fuimos lo mismo: tres vagos de barrio de Santa Fe, tres locos que hacíamos cualquier cosa con tal de hacer reír. Volábamos, gritábamos, nos disfrazábamos de personajes a los que no nos parecíamos en nada [risas], pero le poníamos tanta gana que la gente terminaba amándonos. Después fuimos aprendiendo con cada show, mejorando, invirtiendo y creciendo. Al final eran producciones tan grandes que parecían un circo. Creo que le pusimos mucho corazón a nuestra carrera”.
Hoy Miguel del Sel lleva una vida muy distinta. Retirado del mundo del espectáculo, decidió incursionar en la política hace cinco años, convencido de que podía ser un agente de cambio para su país. En 2011 fue candidato a gobernador por la provincia de Santa Fe, sacó el 35,7% de los votos, pero no logró el triunfo. En 2013 resultó electo diputado nacional con más de 500.000 votos. Luego renunció al cargo para volver a correr por la gobernación en las elecciones del año pasado y perdió por solo 1.460 votos, en una votación de casi dos millones de electores. Y dos meses después, el nuevo presidente de Argentina, Mauricio Macri, lo designó como embajador en Panamá.
Al final de la charla, la pregunta del fan es necia y cae sola: “¿No piensas volver a los escenarios?” Piensa un rato antes de responder: “No creo, no sé. Como tampoco sé si me voy a presentar nuevamente como diputado en las próximas elecciones. Hoy estoy aquí en Panamá y esta designación para mí es muy honrosa. Me llena de responsabilidades y de energía. No me sería difícil volver a actuar, pero esto es muy atractivo: ser puente y nexo entre los argentinos y los panameños es una responsabilidad y un halago. Yo voy a llegar a viejo y voy a decir que fui actor, profesor de educación física, diputado de la nación, candidato a gobernador, embajador en Panamá… [pausa]. Mira, si yo me fui llenando de cosas lindas que fui logrando por puro esfuerzo. Nadie me regaló nada”.