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Vistas de PanamaVolver a Gamboa

Volver a Gamboa

Gamboa es una especie de paraíso perdido en medio del bosque. Es como un pueblo olvidado que sin planearlo se convirtió en museo. Sus casas de madera y hormigón, sus largas avenidas precedidas por palmas reales, sus majestuosos árboles —caobos, tulipanes, corotús o nances— son testigos de una era de esplendor que un día simplemente terminó, para dar un vuelco a la historia.

Acomodado en una esquina entre el río Chagres y el lago Gatún, a solo 45 minutos de Ciudad de Panamá, Gamboa reúne todo lo que Panamá tiene para ofrecer: bosques exuberantes que hoy florecen con un mínimo de intervención humana, pese a que son atravesados a diario por las enormes naves que utilizan el Canal de Panamá o el ferrocarril cargado de decenas de contenedores. Historia, que en Panamá significa tránsito: la necesidad humana, desde tiempos prehistóricos, de comunicar un océano con el otro, y evidencias de la epopeya que significó la construcción del Canal de Panamá.

Ocupación: cien años de presencia de Estados Unidos, que no solo impuso su autoridad y su cultura, sino también un régimen segregacionista, que aún se manifiesta en su arquitectura. Ciencia: el lugar del trópico donde se adelantan más investigaciones científicas por año, donde más se ha estudiado a las ranas, y donde se descubren cada día más secretos de los murciélagos, mariposas, hormigas y un sinnúmero de especies más de fauna y flora. Aventura y ecoturismo: una oferta exuberante que cada día se organiza mejor y ofrece nuevos y más atractivos productos.

Nuestro primer guía para recorrer la zona es Alcibíades. Lanchero desde hace más de cuarenta años, tiene su embarcación adscrita al muelle público de Gamboa. Nos espera temprano, pues nos ha advertido que los animales del bosque están más activos en la mañana. La neblina se levanta lentamente de las aguas y da sutiles pincelazos sobre el verde paisaje. El lago está quieto, y refleja con claridad las crestas de corotús, guayacanes, amarillos y palmas de variadas especies.

Mientras el bote navega por el curso principal, nos topamos con los enormes barcos que atraviesan el Canal de Panamá. Embarcaciones oceánicas que solo aquí ven estrechar su horizonte y penetran entre el verde del bosque. De repente, nuestro capitán divisa desde lejos algo que supone interesante para nosotros y se acerca a la orilla. Bajo las sombras de un frondoso árbol reposa plácido un enorme lagarto de más de dos metros de largo. Pero Alcibíades conoce de memoria los meandros donde se esconden garzas, patos y jacanas, así que muy pronto se desvía.

Las aguas, algo turbias en el canal principal —pues hace días abrieron las compuertas de la represa Madden, para garantizar el nivel de las aguas del Gatún—, rápidamente se hacen transparentes y el barullo del bosque se escucha con más nitidez. Un águila pescadora pasa rasante y entonces Alcibíades nos invita a conocer donde desconcha los caracoles, una especie de despensa en el tronco vacío de un viejo árbol.

Pasamos por la isla donde hace años reubicaron a unos monos que quisieron reintroducir al bosque, pero ellos eligieron su conexión con los humanos, así que esperan cada mañana los botes de turistas para recibir su alimento. Son titíes y cariblancos, aunque los aulladores, mucho más salvajes, se escuchan gritar desde las copas de los árboles. Alcibíades nos regala luego una visita a Hugo, un arisco cariblanco que ha elegido la soledad. Hugo ha mordido a más de un turista y por ello las lanchas no se acercan por aquí. Lo observamos con respeto de lejos y le lanzamos un pedazo de banano. Hugo espera paciente a que nos alejemos, luego lo recoge, lo lava, se lava las manos, se las seca con una hoja de un árbol y se sienta a comer tranquilo.

En medio de un pantano nos detenemos a mirar en detalle. El agua brilla como un espejo. En la orilla un par de jacanas bebés comen semillas mientras sus padres vigilan, ya que un águila acecha.

Palmas adelante, son importunadas por gruesas lianas que vienen en caída libre desde los árboles más altos. Robles, sauces y corotús, atrás, se disputan un espacio entre la cortina verde que cierra el horizonte. Nos proponemos guardar silencio y Alcibíades apaga el motor. Descubrimos entonces que el espectáculo no solo es visual. El bosque canta y chilla, y hace algarabía, y luego canta otra vez. Cuando desembarcamos en el muelle, dos horas después, sentimos como si viniéramos de otro planeta. Pero estamos apenas a una hora de una ciudad tan cosmopolita como es Panamá.

Quién desee una “aventura fotográfica” no debe dejar de contactar a Andrew en 9o North Panama Photo Safari quien tiene organizado un excelente tour fotográfico con los mejores escenarios y guía para hacer las mejores tomas posibles. Incluye, si se desea, instrucciones para editar.
www.9northpanama.com

Nuestro segundo día en Gamboa amanece en el Panama Rainforest Discovery Center. Aquí también el objeto del deseo es más activo en la madrugada: las quinientas especies de aves que llenan de color la floresta y hacen de este uno de los mejores lugares del mundo para la observación de avifauna. El punto de partida es un enorme balcón visitado por varias especies de colibríes: la perfecta bienvenida al Parque Nacional Soberanía. A doscientos metros, por un camino perfectamente trazado, está la torre que se levanta hacia el dosel del bosque a través de 170 escalones. Son 32 metros con descansos cada ocho metros, que permiten observar los diferentes estratos del bosque y sus habitantes, a medida que se asciende.

Viene luego el recorrido por el poblado. Nuestra fuente de información para realizarlo es el libro Gamboa: una guía para su patrimonio natural y cultural, que escribieron el biólogo Jorge Ventocilla y el arquitecto Kurt Dillon.

Iniciamos el recorrido en la parte baja, en los alrededores de la División de Dragado del Canal de Panamá. Este fue el verdadero origen de Gamboa, cuando el Congreso de Estados Unidos autorizó, en 1933, el traslado de esta división desde Paraíso, al otro lado del Corte Culebra, y un presupuesto de 2,7 millones de dólares para la construcción del pueblo.

Nos cuentan los autores mencionados que durante su construcción se puso atención en aspectos técnicos, ambientales y estéticos; se construyeron grandes bulevares y cómodas áreas recreativas. No era gratuito. Clarence Ridley, gobernador de la Zona y director del Canal entre 1936 y 1940, hizo parte del equipo que construyó el conjunto monumental de Washington, perteneció a la Comisión Nacional de Bellas Artes y fue miembro de la comisión de zonificación del Distrito de Columbia cuando construyeron el cementerio de Arlington y el Monumento a Lincoln.

Obviamente, también imprimieron su espíritu segregacionista. En la parte baja se ubicaron los barrios para Silver, que en la Zona del Canal señalaba a las personas afrodescendientes y de nacionalidades diferentes a Estados Unidos. Arriba está la sección Golden (el sector de blancos estadounidenses), donde se puede ver otro tipo de arquitectura. Vale la pena detenerse frente a la iglesia, la Gamboa School y las nuevas instalaciones del Instituto Smithsonian.

Hemos dejado el plato fuerte de la diversión para el último día: estamos en el Gamboa Rainforest Resort encaramados en el más extraordinario zip line que se haya construido en los alrededores. Tiene diez líneas, una de ellas con cuarenta metros de altura y otra con trescientos metros de largo, en la cual se alcanza una velocidad de setenta kilómetros por hora; es, ni más ni menos, volar como un águila en medio del bosque. Estás allá arriba, en el hábitat de los monos, con la vista que puede tener un perezoso, con la adrenalina a tope y en medio del mejor paisaje posible: el río Chagres, el Corte Culebra, el lago Gatún… Nadie debería irse de Panamá sin subirse a esta maravillosa atracción, tan propia y a la vez tan universal.

Además de su bella arquitectura, el Hotel Gamboa Rainforest Resort se ha convertido en el corazón de la aventura en Gamboa, aprovechando de la mejor manera las 22.000 hectáreas del Parque Nacional Soberanía ubicado a sus puertas. Luego de años de convivir con las comunidades emberás asentadas a orillas del río Chagres, el hotel ha capacitado a algunos líderes como guías turísticos, enriqueciendo así los recorridos con el conocimiento ancestral de los muchachos. Desde aquí es posible tomar el bote turístico para hacer el recorrido por el lago de forma mucho más confortable; subir en teleférico, para tener una perspectiva del bosque inédita en un recorrido de seiscientos metros.

Gracias a la cooperación entre el Hotel Gamboa y la Asociación Panamericana para la Conservación, dentro de las instalaciones del hotel funciona también el célebre Santuario de Perezosos. También hay orquideario y mariposario, además de actividades de senderismo y kayak.

El Gamboa Resort se prepara para reabrir sus giras al aire libre (teleférico, zipline, mountain bike experience, paseo en lago Gatún, santuario de perezosos, exhibiciones ecológicas) el próximo 16 de octubre. Una fecha ideal para volver a Gamboa y disfrutar de tanta maravilla y tanta biodiversidad tan al alcance de la mano.

Datos útiles
Gamboa Rainforest Resort
www.gamboaresort.com
Panama Discovery Center
www.pipelineroad.org
9o North Panama
www.9northpanama.com
Guía literaria
Gamboa, una guía útil para su patrimonio natural y cultural, Jorge Ventocilla y Kurt Dillon.

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