Verapaz: La peregrinación de los sentidos

Hay destinos que parecen infinitos, en los que no se acaba de digerir el asombro ante una maravilla cuando otra se asoma ya tras el horizonte. Guatemala es así: llena de magia y misterio, y Panorama de las Américas les trae un recorrido por una de sus regiones más bellas y, aún, bastante inédita: Verapaz. Disfrute este aperitivo a la aventura, que despertará todos sus sentidos y lo dejará deseando más.

Por: Juan Abelardo Carles

Fotos: Luis Zamora @luis_zamorav

La región de Verapaz, en el norte guatemalteco, se divide en alta y baja. Ambas le esperan, tras encajes de sol y niebla que se apartarán frente a usted para que pueda entrar, pero quizá no le permitan salir. Todo a su alrededor conspira para retenerlo.

La Verapaz, en el norte guatemalteco, es un destino que tiene todo para usted: aventura, cultura, gastronomía e historia, esperando tras encajes de sol y niebla.

Un cortejo con olor a café

La seducción puede comenzar por el olfato, particularmente, por el aroma de café. La primera trampa es puesta en Finca Casa Aurora, cerca de Santa Cruz Verapaz, que lleva produciendo café desde 1887. Los dueños actuales transformaron el antiguo beneficio, levantado en piedra, ladrillo y tejas, en un romántico espacio con restaurante y salas para eventos. Acá, disfrutará de un menú selecto, que puede cerrar con el café producido en la misma finca, a partir de variedades como Caturra, Venecia, Maragopipe o el delicado Geisha. Puede proseguir su experiencia recorriendo la finca, donde conocerá el beneficio cafetalero actual, así como iniciativas de conservación implementadas en la hacienda.

Si logra escapar a esta encantadora emboscada, quizá no pase lo mismo en su próxima parada: Hacienda Yalipur o, mejor dicho, el Coffee Shop que tienen en Cobán, capital de Alta Verapaz, desde enero de 2024. Yalipur existe desde 1911, pero fue a partir de los años 90 del siglo anterior cuando incorporaron el cardamomo a los cafetales previamente existentes. Aparte de un delicioso menú, Yalipur ofrece catas de sus mezclas de Pacamara, Geisha, Guapa, Maragopipe, Marsellesa y, por supuesto, el Caturra, estrella de la mezcla de la casa, así como del café con cardamomo, de sabor intenso y seductor, que Yalipur produce.

Se dice que la entrada de las Grutas del Rey Marcos se selló hace dos mil años, cuando la civilización maya apenas germinaba, y volvió a ser descubierto en 1998.

Verapaz natural: entre lo místico y lo extremo

Si el primer hechizo se hizo a través del aromático café, la magia continuará cuando contemple los tesoros naturales que Alta y Baja Verapaz esconden. Y no solo hablamos de la superficie, pues aquí, bajo tierra, hay cuevas formadas hace 65 millones de años, cuando el impacto del meteorito de Chicxulub removió el suelo como si fuera de olas marinas.

Entre las más accesibles y maravillosas están las Grutas del Rey Marcos, cerca de San Juan Chamelco. Se dice que su entrada se selló hace dos mil años, cuando la civilización maya apenas germinaba, para volver a ser descubierto en 1998. La tradición habla de dioses que vinieron a ocultarse en la cueva para eludir un antiguo cataclismo y que, luego, salieron para enseñar a los hombres a sembrar y construir. Quienes ingresan ahora reportan presencias inmateriales, experiencias místicas y epifanías entre las sombras y los recodos de la gruta.

Semuc Champey es otro capricho geológico que la naturaleza esculpió y ocultó bajo el dosel verde de Verapaz. El río Cahabón se divide aquí, yendo una parte bajo tierra y la otra descargándose en una serie de pozas escalonadas. La composición del lecho del río, rico en calcio, les da a las pozas apariencia de piscinas de mármol. Mientras se baña en sus aguas opalescentes, puede que vea alguna de sus cien especies de aves sobrevolando o escuchar el desafío de los monos aulladores, indignados por la algarabía de los visitantes.

La biodiversidad es otro fuerte de las Verapaces. Varios santuarios naturales ofrecen hospedaje y recorridos para atestiguarla como, por ejemplo, Ranchitos del Quetzal, en la zona de Purulhá, Baja Verapaz. Aquí puede verse al elusivo quetzal, que salta de rama en rama como una flor animal. De noche la dinámica cambia, y la caminata se hace rodeado de mil pares de ojos que calibran si eres predador o presa: entonces se busca a la Bothriechis aurifer, serpiente venenosa de vistosas escamas verdinegras. Si la encuentra, adoptará una postura agresiva, como diciendo “admírame, humano, pero no te acerques si quieres vivir para contarlo”.

Una experiencia menos extrema lo espera en Orquigonia, recinto natural dedicado a la preservación de orquídeas, un género constantemente amenazado por la deforestación y la cosecha incontrolada. El sendero interpretativo tiene nueve estaciones educativas y recorrerlo dura cerca de una hora. Hay que ir con lupa, pues el 70% de las orquídeas existentes miden menos de dos centímetros. Pequeñas joyas de filigrana, ocultas entre el follaje y la niebla.

Un patrimonio histórico y cultural

El nombre de Verapaz deriva del hecho histórico de que la región fue conquistada por medio de la evangelización y no de las armas. Frailes franciscanos y dominicos sentaron las bases de la espléndida cultura mestiza que floreció luego y se manifiesta de múltiples formas. Puede palparla, para empezar, en San Juan Chamelco (1544) en la plaza central, dominada por la iglesia de San Juan. A su campanario no pueden subir mujeres y la tradición popular canta que por cada campana yace una doncella sacrificada en los cimientos del templo.

El nombre de Verapaz deriva del hecho histórico de que la región fue conquistada por medio de la evangelización y no de las armas.

Aparte de la iglesia, San Juan Chamelco posee capillas en varios barrios, atendidas por cofradías de vecinos. Son un escaparate de las tradiciones del pueblo y en la llamada Capilla del Soldado se pueden ver restos de los murales originales que los frailes pintaron entre 1550 y 1560, cuando fundaron los templetes.

En Cobán, si corre con suerte, puede ver una presentación de marimba. Nosotros vimos una en el hotel Rabin Ajau, cuya propietaria es miembro fundador de la Asociación Civil Amigos de la Marimba. El grupo anuncia regularmente sus presentaciones en redes sociales. Otro arte vivo es el de las tejedurías. Aquí y allá se encontrarán mujeres demostrando cómo elaboran los paños de sus huipiles (blusas). A nosotros nos lo mostró Concepción Hub, experta tejedora, en los predios de las Grutas del Rey Marcos.

Baja Verapaz tampoco se queda atrás y para demostrarlo está el Museo Regional del Trapiche, en San Jerónimo. Fundado por el mismísimo fray Bartolomé de las Casas y sus dominicos, en 1549, como hacienda, se convirtió en el primer ingenio azucarero de Centroamérica en 1601. Sus predios no solo muestran elementos de la cultura azucarera que floreció aquí, sino una de las primeras instalaciones industriales de Guatemala.

La buena mesa verapacense

Sus aventuras en las Verapaces pueden ser desafiantes físicamente, pero no se preocupe, que la gastronomía verapacense está preparada para restaurar sus fuerzas. En el desayuno no faltarán los frijoles, plátanos maduros y queso fresco, acompañado de café o chocolate artesanal en pocillo. A mediodía, puede aceptar el reto del kak’ik, sopa cuya estrella principal es el chompipe (versión local del pavo), acompañado de arroz, tortillas y tamalitos de maíz. Si le queda espacio, pida el mole, delicioso plátano maduro bañado en un atol de chocolate y especias.

Si el primer hechizo se hizo a través del aromático café, la magia continuará cuando contemple los tesoros naturales que Alta y Baja Verapaz esconden.