Tinta de Centroamérica
Centroamérica y el Caribe ofrecen al mundo una cosecha de escritores y el evento Centroamérica Cuenta, diseñado por el consagrado Sergio Ramírez, da testimonio de ello. En su más reciente versión, llevada a cabo en Panamá, participaron 52 escritores, en igual cantidad de actividades. Un exquisito banquete de tinta y letras. He aquí algunas de esas figuras de relevancia.
Por: Daniel Domínguez
Fotos: Daniel Mordzinski
Sergio Ramírez
Sergio Ramírez es el autor centroamericano vivo más universal de hoy. Es la representación moderna del creador con un alto sentido ético. Este novelista y cuentista de Nicaragua es el emblema de una literatura valiente y sincera. Narra sobre lo que duele, lo que importa y lo que es necesario compartir con el lector de todas las latitudes, aunque el resultado sea la patria arrebatada. El creador del festival literario Centroamérica Cuenta es la absoluta confirmación de que la palabra escrita sigue teniendo una fuerza arrolladora en medio de las dictaduras civiles y militares que persisten en América Latina.
Juan Villoro
Juan Villoro es una de las voces más diáfanas del ensayo y la crónica periodística de Iberoamérica, sin dejar de lado su notable labor como novelista, dramaturgo y cuentista. Este mexicano es una biblioteca con dos pies y diez dedos. Tiene una sabiduría inmensa sobre su México natal, sobre el resto del continente americano y mucho más allá. Es el reemplazo generacional del cubano Guillermo Cabrera Infante y del también mexicano Carlos Monsiváis, ya que, como ellos, ha fusionado la literatura con el cine, la televisión, el fútbol, la lucha libre y la música, entre otros saberes de la cultura popular.
Leonardo Padura
El cubano Leonardo Padura es el padre del conocido detective Mario Conde, estrella esencial de la novela policíaca contemporánea en castellano. Este cubano ama tanto imaginar tramas en torno a la ambición y la maldad humana como adora los partidos de béisbol (fue jardinero y primera base), su amor por el séptimo arte visto en una pantalla grande (este guionista adora las películas cubanas, italianas, estadounidenses y japonesas) y es un avispado cultor de esa salsa que invita al público a bailar, pero también a pensar.
Rubén Blades
El mundo imaginario de Juan Carlos Onetti es Santa María, el de William Faulkner es el condado de Yoknapatawpha y el de García Márquez es Macondo. El cantautor Rubén Blades, el poeta de la salsa, también tiene un espacio geográfico soñado: Hispania. En esa república, rodeada por el mar bravío de Arayué, conviven todos los anhelos y las desventuras de los personajes literarios que ha creado con una maestría sin igual dentro de la música popular de América Latina y el Caribe: Carmelo da Silva, Manuela Peré, Quique Quiñones, Pedro Navaja, Ligia Elena, Adán García, Juan Pachanga, el padre Antonio y el monaguillo Andrés… “Nadie en la música tiene tu obra literaria”, le dijo Residente hace poco.
Gioconda Belli
Cuando era joven en la década de 1970, Gioconda Belli puso por delante el sueño de una Nicaragua libre en vez de llevar una vida tranquila y segura, y por ese ideal combatió a una dictadura militar.
Por su mirada crítica ha sido castigada con el exilio en más de una ocasión. Fuera de su activismo político, es una entusiasta rebelde que revela con la palabra los arcanos del cuerpo y del corazón. Es una poeta de mil batallas, una novelista que sabe reinventarse en cada una de sus tramas y una ensayista que indaga hasta la médula sus temas de estudio.
Juan David Morgan
A los cincuenta años, Juan David Morgan, escritor y abogado, llegó a dos conclusiones: para Panamá era esencial seguir consolidando su identidad a través de novelas basadas en hechos reales, y para él, como ciudadano, era importante estudiar la historia del istmo con el entusiasmo de un escolar. ¿El resultado?
Es el autor de las novelas históricas más importantes que tiene el Panamá literario. Y para romper el estricto esquema que exige contar lo que de verdad ocurrió, también dedica tiempo a concebir thrillers detectivescos de ficción.
Rodrigo Rey Rosa
La obra de Rodrigo Rey Rosa trata los laberintos interiores de misterio y fascinación que representa ser latinoamericano entre finales del siglo XX y en el que ahora andamos. Este guatemalteco viajero, ciudadano de tantas urbes, verdaderas e imaginarias, retrata de manera fina en sus libros, como si fuera un mapa o una radiografía, a una sociedad global contradictoria, frágil y complicada. Él entiende las letras que inventan historias como parte de un juego reflexivo y liberador, donde no hay espacio para las respuestas definitivas.
Consuelo Tomás Fitzgerald
Consuelo Tomás Fitzgerald es una creadora de conciencias y para ella su oficio tiene la responsabilidad de preservar los sentimientos de todos. Sabe que quien escribe debe ser la voz de los que no tienen la oportunidad de hablar ni de registrar sus penas y alegrías en libros. Para esta panameña, poeta, dramaturga y cuentista, las manifestaciones creativas evitan que muera el alma de los pueblos y si un día fueran arrasados por cualquiera de los imperios existentes, que al menos quede la huella de quienes soñaron con transformaciones para beneficio de la mayoría.
Dorelia Barahona
La obra narrativa de la escritora y filósofa costarricense Dorelia Barahona rescata hechos históricos que deben ser conocidos en el presente. Su labor de novelista y ensayista es crear conciencia entre sus lectores. La suya es una lucha contra el olvido y contra el acto de invisibilizar a personajes (en especial mujeres) y momentos que deben ser recobrados para beneficio de nuestros países, tan dados a la desmemoria, y qué mejor manera de hacer esta noble tarea que desde la ficción y la investigación.
Horacio Castellanos Moya
La razón de ser de la literatura de Horacio Castellanos Moya es contar para no enloquecer ante los desvaríos de América Latina y narrar para explicar los absurdos cotidianos en esta parte del mundo. El cinismo y la ironía son mecanismos que le han permitido a este salvadoreño adentrarse, sorprenderse y analizar la violencia política, las desigualdades sociales, las guerras civiles y los abusos del poder. Su mundo narrativo incluye El Salvador, Guatemala y México. Sus novelas, cuentos y ensayos desnudan la condición humana sin la camisa de fuerza de la corrección política.
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