Mariposas: de colores y encantos
Texto y fotos: Javier A. Pinzón
Las mariposas de colores que vuelan de flor en flor protagonizan historias increíbles. Estos pequeños insectos que revolotean por los jardines aparecen en mitos y leyendas de tiempos inmemorables, sobre todo por su belleza y su singular ciclo de vida, que involucra el misterio de la metamorfosis. Y aunque esta transformación es la característica que genera más curiosidad científica, las mariposas tienen otras historias peculiares.
Transformación de fondo
Uno de los aspectos maravillosos de la metamorfosis de las mariposas es que no solo cambian la forma de su cuerpo de manera radical, sino también su ADN —que es la huella genética única de cada organismo. En las mariposas, esta huella única que define al ser cambia al pasar de oruga a mariposa. Durante este proceso casi todas las células de la oruga mueren y las pocas que sobreviven apagan su ADN de oruga y prenden el de mariposa, y entonces empieza a formarse la mariposa. Mucho antes de que se conocieran los alcances genéticos de la metamorfosis —que, según el eminente biólogo Bernd Heinrich, involucran la muerte de la oruga y el nacimiento de la mariposa como organismos independientes—, ya los mayas, aztecas y griegos asociaban esta transformación con la reencarnación y de allí su vínculo con la mitología antigua.
Los tres tipos de plantas
Para cumplir ese fascinante ciclo de vida de dos animales en uno, las mariposas necesitan tres tipos de plantas. La mariposa adulta escoge con cuidado la planta hospedera, que es aquella donde pondrá sus huevos y se alimentarán las orugas. Los órganos sensoriales de sus delgadas patas le permiten saborear las hojas de las plantas y saber si serán agradables para la joven oruga cuando eclosione el huevo. Algunas especies de mariposas se limitan a poner sus huevos en solo una especie de planta. Una vez la oruga nace del huevo, esta se alimenta de lo que queda de él. Después continúa con la planta hospedera. En la vida todo es un balance: si las orugas no tuvieran depredadores, acabarían comiéndose todas sus plantas hospederas, sin dejar alimento para la futura generación. Una vez se convierten en mariposas requieren mucha energía, la cual encuentran en plantas con flores ricas en néctar. Algunas especies son fieles a la misma planta y gastarán su corta vida buscando la flor indicada para alimentarse. Entre vuelo y vuelo ellas también deben descansar en la sombra, por eso el tercer tipo de planta debe tener hojas grandes que proporcionen sombra y protección de la lluvia a sus delicadas alas. Sus ojos, compuestos por seis mil lentes, ven la luz ultravioleta y están diseñados para encontrar sus flores preferidas. Además la forma de su boca —una trompa delgada y larga llamada probosis— ha evolucionado para permitirle alcanzar el polen dentro de cada flor.
Colores en escamas
Otra cosa maravillosa de las mariposas son sus alas, así como su delicada variedad de colores y formas. En realidad las alas de las mariposas son transparentes, pero las vemos de colores porque están cubiertas por diminutas escamas que reflejan la luz en diferentes tonalidades. Aunque hay unas 165.000 especies de mariposas, no existe el mismo número de patrones de colores. De hecho, varias especies de mariposas pueden tener los mismos colores y formas en sus alas, y esto es un verdadero logro evolutivo. Algunas especies se alimentan de plantas tóxicas, lo cual hace que las mariposas por sí mismas sean tóxicas, lo que las defiende de depredadores. Sin embargo, a lo largo de los años, otras especies no tóxicas han evolucionado para tener los mismos colores y formas en sus alas que la especie tóxica, engañando así a sus depredadores. Otro truco para despistar al enemigo es el patrón de las alas de ciertas especies que semejan grandes ojos. Por ejemplo, la mariposa morpho es azul intensa en su lado superior, pero al posarse, sus alas cerradas semejan ocho ojos guardianes.
Migración de las mariposas monarca
Una mariposa con una vida excepcional es la monarca, que emprende una de las migraciones más largas conocidas en el reino animal: recorre unos tres mil kilómetros desde un par de picos boscosos en el norte de México hasta Toronto (Canadá). Tardan por lo menos tres generaciones para llegar a la meta, pero el regreso está a cargo de una sola generación: la de la “súper mariposa”, la cual vuela a kilómetro y medio de altura y aprovecha las corrientes de viento. Durante su migración estas mariposas buscan flores de algodoncillo, las únicas plantas donde depositan sus huevos, pues es el único alimento de las orugas. Esta planta es tóxica para otros animales, pero es la defensa natural de las monarcas. Aunque una sola mariposa puede poner unos trescientos huevos, uno por uno, solo el 1% de ellos llegará a convertirse en mariposa. Además de ser depredadas por pájaros e insectos, la pérdida de algodoncillo en su ruta migratoria y la fumigación aérea en los campos de cultivo dificultan esta tarea. En compañía de su esposa, el científico Fred Urquhart dedicó su vida entera a averiguar de dónde venían y para dónde iban estas mariposas, y aunque se sabe que los sensores de sus súper antenas les indican la posición del sol y las ayudan a ubicarse en el espacio, algunos de los mecanismos que hacen posible esta migración multigeneracional todavía son un misterio.
El rol de las mariposas en el medio ambiente
Al necesitar una gran variedad de plantas y un equilibro entre el número de orugas y sus depredadores, la cantidad de mariposas y sus especies en un determinado lugar sirven de bioindicadores ecológicos; es decir, nos informan qué tan diverso y salubre es el ambiente que habitan.
En su ambiente, las mariposas tienen varias labores. Al volar de flor en flor, polinizan las flores y colaboran en la reproducción de las plantas. De igual manera, hay mariposas que se alimentan de las frutas en estado de descomposición y ayudan a este proceso. Son alimento para muchos otros insectos y pájaros y además, al comer sus plantas hospederas, crean la función del jardinero, pues estimulan su crecimiento podándolas.
Bellas y vulnerables
Al igual que muchos otros animales, las comunidades de mariposas están amenazadas, sobre todo por la pérdida de su hábitat. Según un estudio de Jeremy Thomas, del Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford, las especies más amenazadas son las especialistas; es decir, aquellas que son fieles a una especie particular de planta. Como consecuencia, las comunidades de mariposas están siendo dominadas por especies generalistas, o sea las que usan una gran variedad de especies de plantas para hacer su metamorfosis y alimentarse. Por eso tener un jardín de flores en el patio de la casa es una hermosa manera de ayudar a las mariposas a seguir alegrando nuestro entorno, en especial si estas plantas tienen flores ricas en néctar. Mientras los científicos siguen descubriendo los misterios y maravillas de estos pétalos voladores, una simple y bella plantita de algodoncillo en la entrada de la casa ayudará a las monarcas a completar su milenaria migración.