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ExperienciasCulturaLaura Mora: Cineasta que indaga a la humanidad

Laura Mora: Cineasta que indaga a la humanidad

Por:  Winnie T. Sittón

Laura Mora Ortega nació en Medellín y creció en un entorno familiar donde siempre estuvo en contacto con el arte y la política. Siendo muy joven decidió que quería ser reportera de guerra, porque sentía que era la mezcla perfecta de tres cosas que le fascinaban: imagen, historia y política. Pero con el tiempo descubrió que el cine era la forma de expresión artística que amalgamaba todas sus inquietudes. “La experiencia dentro de una sala de cine me parecía potente, como ninguna otra experiencia vivida. Me ponía en un lugar único de la experiencia humana, y supe que eso era lo que quería hacer”.

Al graduarse del colegio, en 1999, intentó ingresar a la Facultad de Cine de la Universidad Nacional de Colombia, pero no fue aceptada. Pese a la decepción, no se rindió. Estudió fotografía durante tres semestres y luego partió a Barcelona a estudiar cine; sin embargo, la escuela no llenaba sus expectativas y regresó a su país. Se dedicó entonces a hacer videos experimentales y videoclips para sus amigos músicos. Hasta que su padre fue asesinado por un sicario, en 2002. Y su vida cambió por completo.

Destrozada, decidió alejarse lo más posible de Medellín y toda esa violencia que le arrebató al ser que más ha amado. Así llegó a un lugar muy distante y distinto al suyo: Australia. En ese país, rodeado por los océanos Índico, Glacial Antártico y Pacífico, se refugió durante cuatro años, intentando encontrar la paz y la tranquilidad que había perdido. Y aunque llegó allá como producto de las circunstancias más que por un genuino deseo, este nuevo entorno le permitió trabajar, pagarse la universidad y así por fin estudiar cine. “Poder estar lejos también me permitió pensar en Colombia y reflexionar en mi propia tragedia desde otro lugar”.

La revelación

Pasados dos años de haberse mudado a suelo australiano, una noche, Laura tuvo un sueño. Estaba en un mirador sobre una montaña, viendo la ciudad de Medellín, sentada junto a un chico de su misma edad con el que platicaba. Cuando de pronto, el joven la miró y le dijo: “Yo me llamo Jesús y yo maté a su papá”. Se despertó de inmediato. Y el impacto de esa revelación la estremeció tanto, que la sacó del bloqueo creativo en el que se encontraba. “Luego de no poder escribir nada durante esos dos años, empecé a escribir lo que se convirtió en la columna vertebral de mi primera película”.

Ese proyecto es Matar a Jesús, uno de los cuatro largometrajes que se encuentra disponible en el Canal IFF Panamá, dentro del sistema de entretenimiento a bordo de los aviones de Copa Airlines. Este filme de ficción —dirigido por Mora Ortega y coescrito por ella y el guionista Alonso Torres— fue estrenado en 2017, obteniendo muy buena recepción del público y la crítica. La cinta ha sido proyectada en algunos de los festivales más importantes del mundo, como en Toronto, San Sebastián y La Habana; y ha obtenido una veintena de galardones a su paso, entre ellos el premio del público a la Mejor película iberoamericana, en la edición 2018 del Festival Internacional de Cine de Panamá. Por eso, no es exagerado decir que hoy es considerada una de las obras más destacadas del cine colombiano de los últimos años.

La trama nos presenta la historia de Paula, una chica universitaria de 22 años que presencia el asesinato de su padre y, a los pocos días, en una fiesta, reconoce al sicario que le disparó: un chico tan joven como ella llamado Jesús. A partir de ese momento, la protagonista se convierte en una cazadora, cuyo único objetivo es cobrar venganza. Sin embargo, no imagina todas las sensaciones que tendrá que enfrentar al entablar una relación con el asesino. Y en el camino descubrirá si es capaz de sumergirse en la espiral de violencia que azota a Colombia.

Sin mensajes ni conclusiones

Pese a lo íntima y cercana que es la película para Laura Mora, a la realizadora le gusta aclarar que no se trata de una historia real y, mucho menos, desea dictar moralejas con ella.

“Para mí, el cine es una posibilidad de conversar con el mundo, y eso es bellísimo. Por eso no quiero decir que ‘el mensaje de mi película es este’. Tan solo espero despertar unas preguntas. Yo no creo en un mundo de buenos y malos, me parece una visión maniquea del mundo. Yo creo en un mundo de contradicciones y por eso me fascina el ser humano. En lo más personal, esta película es una carta de amor a mi papá. Porque yo tuve una educación que me permitió seguir adelante, así no tuviéramos ningún tipo de reparación o de justicia. Y lo más importante para mí es que, al final, eso es lo que nos hace más fuertes”.

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