Las Tablas, meca carnavalera
Una celebración cuyo origen histórico se remonta a la antigua Roma y al dios del vino… hoy se dedica a Momo, la deidad de la farsa y la burla. En Panamá se vive con particular pasión en el pueblo de Las Tablas, en la provincia de Los Santos. En este artículo revelamos la anatomía de una fiesta que trasciende generaciones.
Por Alexa Carolina Chacón
Fotos: Luiggi Juárez Cárdenas y Óscar Barahona
Irónicamente, los carnavales, aquella celebración regional definida por la algarabía y el relajo, es lo que el panameño más en serio se toma. Esto puede atribuirse a varios factores, pero hay uno en particular que diferencia la fiesta panameña de la del resto de los países. El carnaval istmeño está arraigado en la rivalidad de dos bandos, formato que se replica en varios pueblos del interior del país, pero que nació y se vive con particular pasión en Las Tablas, cabecera de la provincia de Los Santos. Alrededor de esta “batalla” ocurren el resto de las tradiciones. ¿Qué mejor manera de disfrutar cuatro días libres que entonando canciones dedicadas a un bando que “no te cae bien”? Estoy segura de que hasta Shakespeare hubiera apreciado lo poético de la dinámica.
En Panamá se tiene su propia versión de los Montescos y Capuletos, que se traduce en Calle Arriba y Calle Abajo. Las Tablas goza este enfrentamiento anual como si fuera una escena de West Side Story. Durante un año cada tuna (grupo de personas que apoya a su respectiva reina) va construyendo el momentum con actividades y prácticas de tonadas (canciones folclóricas con mensajes dedicados a la calle contraria), hasta llegar al viernes de coronación cuando todo explota. Furor en su máxima expresión. Al ritmo de la murga arranca la fiesta del panameño.
Son muchas tradiciones que digerir, paro analizarlas desde la perspectiva del tableño es indispensable para entenderlas. En este pueblo todo lo que se vive a lo largo de la geografía nacional se hace más grande. Permítame llevarlo de la mano al pueblo de Las Tablas.
Todo arranca con la gente que te quiere
No hay carnaval, ni reina, sin el apoyo de su gente. Para entender el concepto de las tunas y calles se debe primero saber la distribución del pueblo. Como la gran mayoría de los asentamientos coloniales interioranos, el centro del pueblo está protagonizado por un parque —en este caso el parque Porras— y una iglesia —la de Santa Librada—, donde reposa “la moñona”, nombre con el que se le llama a la virgen tableña.
De un lado del parque está la avenida Bolívar, la Calle Arriba. Se hacen llamar la Universidad del Carnaval y el Palacio de los Tulipanes. Presumen de ser los primeros en haber presentado una reina, en 1950. Un año después la Calle Abajo, ubicada del otro lado del pueblo en Punta Fogón, presentó su primera soberana, formalizando así una rivalidad que nació con la fundación del pueblo, que entonces tenía trescientos años.
La pugna se remonta al siglo XVII, cuando una expedición española llegó al puerto de Mensabé, a quince minutos en auto de lo que hoy es Las Tablas. Traían consigo la imagen de santa Liberata, pero llegaron al asentamiento La Ermita de la Santa Cruz, donde ya se veneraba a la santa cruz. La rivalidad empezó cuando estos se negaron a recibir a santa Liberata en el altar. Aunque inicialmente rechazada, con el tiempo, santa Liberata se convirtió en la patrona del pueblo, marcando el principio de la “enemistad” entre ambos bandos: Calle Arriba y Calle Abajo. Ni a Shakespeare lo hubiera salido tan bien una historia cómo esta. La realidad superando la ficción y cambiando el curso folclórico de un país para siempre.
Música y culecos, actores principales
No hay fiesta sin música. En el carnaval se destacan dos expresiones importantes: la primera es la murga, una orquesta de instrumentos de viento que desfila en su propia carroza detrás de la reina y se encarga de entonar las melodías que acompañan las tonadas. Hay canciones de murga tan legendarias e icónicas que pueden ser reconocidas hasta por un capitalino. Estas se disfrutan con particular ímpetu durante los culecos, otra actividad muy panameña. La tradición comenzó con cubos y baldes que los residentes les lanzaban a los transeúntes durante la celebración, y se transformó en un movimiento comunal donde carros cisternas mojan a la multitud con grandes mangueras. Esto es indispensable para sobrevivir las altas temperaturas que se alcanzan en Las Tablas durante el día.
Luego están las tunas de caja y tambor, lo más arraigado del folclor tradicional. Estos van a pie y sus grandes protagonistas son las cantalantes, que, con un particular tono de voz característico de Los Santos, dedican canciones a su reina y al bando contrario, mientras sus acompañantes responden con una frase que se repite durante toda la tonada.
Agenda ocupada todo el fin de semana
El carnaval arranca el viernes con la coronación de la reina de cada calle y continúa hasta el miércoles, cuando se entierra la sardina, evento que simboliza el fin del festejo y marca el comienzo de la Cuaresma, un período de preparación para la Semana Santa. La «sardina» es una figura que representa la diversión y la indulgencia asociadas con el desenfreno. El acto de enterrarla simboliza el regreso a la sobriedad y la reflexión durante los días santos.
Esa noche la rumba es hasta altas horas de la madrugada y, como en todo carnaval, se combina lo tradicional con lo contemporáneo. En Las Tablas se popularizaron las “estructuras”. Estas son lo más cercano a discotecas que encontrará en estos lares. Al aire libre, con sus propios culecos y la música de moda, los participantes compran cintillos para poder asistir todos los días.
Simultáneamente, en el parque, las reinas están en su faena. Han esperado un año entero por este momento. La actual soberana fue presentada en los carnavales anteriores y su preparación ha sido intensiva. Su momento llega cuando la coronan y comienzan cuatro días ajetreados.
Cada día tiene una salida diurna y otra nocturna. Esto significa que los artistas de cada tuna deben conceptualizar y armar una carroza con un tema diferente para cada ocasión. La inspiración viene desde películas, cuentos folclóricos, fábulas… todo lo que pueda convertirse en un carro alegórico.
El sábado en la noche la reina sale con su disfraz de coronación. Luego el domingo se desfila a pie con tuna de caja y tambor, para después pasear con la murga con el traje típico nacional: la pollera panameña. Azuero es considerada la cuna del folclor en Panamá, por lo que las reinas se esfuerzan en mostrar las mejores polleras, prendas y tembleques. El lunes es el día del lujo y la fantasía. Las plumas de faisán, las más costosas según los artesanos, son indispensables. Lentejuelas, canutillos, piedras… es momento de lucirse. El martes es dedicado a más alegorías típicas.
Lograr presentaciones de esta magnitud conlleva un trabajo de investigación y producción intenso. Todo nace ahí, en Las Tablas, de las manos de generaciones de artesanos motivados porque su calle luzca lo mejor posible.
¿Quería ser reina? Pues tire besitos
Cada una de estas calles está representada anualmente por una reina que es la heroína de la celebración. Mientras otros saltan y bailan, el carnaval es para ellas un trabajo: les toca despertarse muy temprano en la mañana y estar listas para los culecos, bailar sobre su carroza todo el día bajo el sol y regresar a la faena hasta altas horas de la noche. Todo esto lo hacen vestidas con elaborados y pesados vestuarios. La rutina vuelve a repetirse en bucle por cuatro días. Si es una rivalidad, usted se preguntará, ¿quién gana y cómo? El jurado es la gente. La opinión pública. Gana la reina que más lo disfrutó, que no paró de sonreír, la que más lujo y esplendor ofreció a su tuna, y, ante todo, la que más fuegos artificiales detonó en el icónico “topón” que cierra el evento.
El papel de la reina es fundamental. Si visita Las Tablas durante la festividad, o incluso si conoce a un tableño esté donde esté, le podrá argumentar fácilmente cuál ha sido la mejor reina que ha conocido y por qué. Son las grandes representantes del orgullo de ser de ahí; son las que aguantan duras mofas del bando contrario con una sonrisa, viviendo su sueño de representar su calle.
Jorge Chanis Barahona, gastrónomo panameño creador de plataformas para la innovación social y autor de libros infantiles, pero, sobre todo, tableño de pura cepa, nos hace estas recomendaciones en Las Tablas y zonas cercanas:
LA CASA DEL MAÍZ NUEVO: Aquí se compra maíz recién molido, huevos de patio, miel de caña y demás productos tradicionales.
QUESERÍA LOURDES: Quesos de talla mundial, no deje de probar los yogures.
THE GARAGE: Terraza para comer algo casual y tomar cerveza al aire libre.
FONDA EL SABOR TABLEÑO: Otra fonda donde se come fresco y sabroso.
LA PAULINA CAFÉ: No se pierda la ensalada griega y un buen emparedado.
LAS TABLAS BREWING CO.: Ambiente y servicio de lujo. Cerveza artesanal y pizza estilo na- politano.
PANADERÍA YIYA: Aquí se compra rosca de pan o los famosos pipotitos.
LA CASITA DE NATY: Cafetería perfecta donde comprar comida para llevar.
EL CRUCE: Fonda tradicional, no deje de probar las torrejitas.
SUPERMERCADO MI TIERRA SANTEÑA: Vinos, mucha variedad de café para casa.
TACHO ‘E CAFÉ: Cafecito para iniciar el día en pleno parque Porras.
RESTAURANTE Q-CHARAS: De todo un poco. Buen ambiente. Margarita maracuyá sabrosa.
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