La invasión del sargazo
Texto y fotos : Javier A. Pinzón
Desde 2011 las playas del Caribe, desde el norte de Florida y México hasta la Isla Margarita, al sur de Venezuela, están siendo invadidas por el sargazo, un alga que no solo oscurece las bellas aguas marinas, sino que muere en la playa creando una barrera de hasta un metro de altura, donde se descompone y produce mal olor.
Según Chuanmin Hu, investigador de la Universidad del Sur de Florida y profesor de oceanografía óptica, antes se podían observar pequeñas cantidades de sargazo en el Atlántico tropical, pero, desde comienzos de esta década se empezaron a observar proliferaciones mayores, hasta llegar a producir una mancha oceánica de unos 8.850 kilómetros, con una impresionante estimación de biomasa vegetal de veinte millones de toneladas, tal como se observó en julio de 2018.
Tras estudiar imágenes satelitales recolectadas a lo largo de 19 años, dice Chuanmin Hu, los científicos notaron que cada año emergían millones y millones de sargazo en el Atlántico central, muy lejos de su mar de origen. Llevado por las corrientes, este sargazo se mueve entre las costas americanas al sur de las Antillas, la desembocadura del Amazonas, las costas africanas, el sur de las Canarias y el Golfo de Guinea.
¿Qué es el sargazo?
El sargazo es un género de algas marrones que crecen en aguas tropicales y viajan con las corrientes del océano Atlántico. Fueron descritas por primera vez por Cristóbal Colón, cuando atravesó el que llamó el Mar de los Sargazos, un sector ubicado entre el este de Estados Unidos y el nordeste de Cuba, en donde las corrientes casi nulas permiten que las algas se aglomeren. La gran mayoría fija sus raíces en el fondo del mar, pero algunas especies, como la S. natas y la S. fluitans, flotan libremente en la superficie gracias a que poseen vejigas llenas de gas.
Las algas hacen parte del ecosistema y su presencia no necesariamente es nociva: sirven de hábitat y alimento para camarones, tortugas, cangrejos y una gran variedad de peces. El sargazo funciona también como protección solar para las especies que conviven con él, ya que enfría el agua bajo las enormes masas que se acumulan en la superficie. Sin embargo, si se multiplican por encima de lo deseado, estas algas pueden producir un gran perjuicio ecológico.
¿Qué efecto genera en las costas?
Esta “marea marrón” (como se les conoce a las concentraciones de esta macroalga en las costas) genera varios efectos que ponen en peligro el ecosistema local. Hay un aumento de la acidificación por la producción de ácido sulfhídrico; una reducción significativa de luz, lo que genera la muerte o el daño de los corales; una pérdida de los pastos marinos, lo que también conlleva a la pérdida de playa; afectación a las tortugas marinas, debido a lo difícil que se le hace a un neonato atravesar estas columnas de algas en descomposición para poder llegar al mar, y un aumento en las concentraciones de nitrógeno y fósforo, lo que puede llegar a producir una eutrofización (incremento de sustancias nutritivas que provoca un exceso de fitoplancton), aumentando el crecimiento de otras algas y bacterias y matando para siempre cualquier otro tipo de vida. Entre otros muchos daños, ocasionan un desastre en las playas al descomponerse, poniendo de rodillas a toda la industria turística de la cuenca del Caribe.
El porqué de las nuevas proliferaciones
El uso de imágenes satelitales ha permitido comprobar que el sargazo que invade hoy la región no proviene del área donde tradicionalmente ha vivido, sino que se origina en otra fuente que comenzó a formarse hace diez años y está en otro lado del Atlántico.
¿Qué fue lo que pasó a partir del 2011 que permitió el aumento descomunal de estas algas? Según Chuanmin Hu, para que el alga crezca se necesita luz solar, que en las latitudes tropicales está garantizada, y nutrientes, en especial nitrógeno y fósforo. En los extremos del área donde están proliferando estas algas confluyen dos grandes distribuidores de nutrientes. Por un lado (al este), el afloramiento de aguas profundas que se da desde las Canarias hasta el sur de las islas de Cabo Verde. Y por el otro (al oeste) las enormes cantidades de sedimentos que arrastran el Amazonas y otros ríos como el Orinoco, arrojados al mar a una tasa de 200.000 metros cúbicos por segundo.
En búsqueda de la anomalía, los científicos analizaron el comportamiento de la Amazonia brasileña y los patrones de consumo de fertilizantes, y encontraron que el aumento del sargazo coincide con la ofensiva de la deforestación en el período 2010-2018 y el uso de esa tierra para la agricultura con el consecuente aumento en el uso de fertilizantes, que llegó a ser 67% mayor que en el período anterior. La deforestación estaría así afectando el mar desde dos frentes: la presencia de fertilizantes y, a falta de árboles, mayor escorrentía que arrastra ese coctel de nutrientes al mar, alterando la química del agua y permitiendo que el sargazo prospere de forma desproporcionada.
¿Qué se puede hacer al respecto?
A corto plazo, se puede usar este sargazo para sacarle provecho. Un ejemplo de cómo utilizar provechosamente este desastre es el de Omar Vázquez Sánchez, empresario fundador de Blue-Green de Puerto Morelos (México), quien construyó una casa en tan solo quince días a base de sargazo, mezclando adobe y sargazo para producir un nuevo material capaz de resistir fuertes sismos y vientos de huracán.
A mediano y largo plazo, se puede seguir estudiando las razones de la proliferación, identificar las fuentes de nutrientes, disminuir la cantidad de agroquímicos que llegan al mar y reducir significativamente la deforestación.
Lo que pasa en las selvas afecta también la vida marina.