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CulturaJazz en el corazón de las Américas

Jazz en el corazón de las Américas

Por Roberto Quintero
Fotos: Carlos Gómez, Roberto Quintero

La decimocuarta edición del Panama Jazz Festival (PJF) ya está en la puerta. Del 10 al 14 de enero, la capital panameña se transformará de nuevo en la vitrina del jazz más importante de Latinoamérica, gracias a este mega-evento que incluye conciertos y jam sessions, además de clínicas, clases magistrales y simposios. Esta es sin duda la parte más bonita: el componente educativo y el programa de becas y audiciones, que permite a cientos de jóvenes latinoamericanos realizar las pruebas de admisión en Panamá y aplicar por ayudas económicas parciales o completas para estudiar en prestigiosas escuelas de música como Berklee College of Music y New England Conservatory.

El gran “banquete musical”, como le gusta llamarlo a Danilo Pérez, pianista, director y fundador del festival, este año cuenta con algunos platos fuertes dignos de un gran festín: la joven cantante y bajista Esperanza Spalding, uno de los nombres más rutilantes del jazz actual; Dianne Reeves, con más de treinta años de carrera, que es una de las voces femeninas más importantes del género, y Terri Lyne Carrington, baterista, compositora y productora, tres veces ganadora del premio Grammy. Y por Panamá, la mítica agrupación de calypso Los Beachers, con cincuenta años de trayectoria musical.

Pero detrás de todo ese jolgorio que vamos a disfrutar, hay un arduo trabajo de producción que se ha sostenido durante más de catorce años gracias a la tenacidad de Danilo Pérez y al trabajo incansable de todos sus colaboradores y voluntarios de la Fundación Danilo Pérez. Como resultado de todo ese esfuerzo, recientemente se aprobó una ley en la Asamblea Nacional de Panamá que asegura los fondos para la realización del evento de ahora en adelante, dándole la estabilidad para seguir creciendo y perdurar en el tiempo. Conversamos con su creador para hablar sobre estas buenas nuevas y otros detalles del encuentro.

Después de tantos años trabajando en este proyecto, ¿cómo te sientes de llegar a la decimocuarta edición del PJF? 

Me siento muy feliz y a la vez siento más responsabilidad. Desde 2018, gracias a la Ley 312, el festival pasará a ser un proyecto sostenible que les quedará a las próximas generaciones. Ahora la educación de los jóvenes es incluso más importante, ya que ellos serán los que tomarán las decisiones en las próximas décadas.

¿Cuáles son los retos de producir anualmente un evento de esta magnitud y sostenerlo a lo largo de los años con consistencia? 

El reto más grande siempre ha sido la sostenibilidad económica. Con la Ley 312, dos de los eventos más importantes del festival, de los cuales el ciudadano panameño más se beneficia: el componente educativo y el concierto al aire libre, serán sostenibles. Nuestro próximo reto será darles sostenibilidad a los programas anuales de la Fundación Danilo Pérez, que son los que les dan seguimiento a los becados y programas educativos que culminan en el festival.

La nueva ley es sin duda un gran reconocimiento a tu trabajo. 

Es muy importante destacar que este es un reconocimiento al trabajo colectivo de miles de trabajadores, voluntarios, artistas nacionales e internacionales, prensa, instituciones gubernamentales, corporaciones, apoyo de instituciones internacionales y muchos otros, quienes han demostrado que si todos queremos hacer un mundo mejor, lo podemos hacer. La ley es también un reconocimiento al trabajo local que comenzó mi padre en los años 60 y que yo logré desarrollar a mayor escala en los 80 y 90 en Panamá. Hoy, el cambio social por medio de la música se realiza a una escala global gracias al Berklee Global Jazz Institute.

¿Crees que está cumpliendo su cometido? ¿Cómo mides el impacto del PJF en el jazz panameño y en el crecimiento de la música panameña en general? 

El cometido se ha cumplido. Gracias al Panama Jazz Festival y al trabajo que realizan los músicos, trabajadores y voluntarios de la Fundación Danilo Pérez, Panamá está en el mapa mundial de la cultura. El impacto se mide en las más de 240.000 personas que hemos atraído anualmente durante el festival, los 10.000 niños que recibimos anualmente en nuestros programas educativos y en los más de cuatro millones de dólares en becas internacionales que se han anunciado durante el festival. Estas becas han sido para varias de las mejores universidades de música del mundo, incluyendo Berklee College of Music y New England Conservatory. Y varios estudiantes de pobreza extrema han sido beneficiados, ayudando a cortar el círculo de la pobreza y apoyando el crecimiento económico del país. Otro aspecto importante es que hay muchos estudiantes que han regresado graduados y están siendo los mentores de la nueva generación en la fundación. Solo este año hemos sido representados internacionalmente por los profesores de la fundación en Chile, Taiwán, Estados Unidos y Egipto.

¿Crees que Panamá necesita una nueva Ley de Cultura, que asegure la realización de tantos otros proyectos culturales que también son relevantes para el país?

El país necesita leyes de cultura que estén ligadas con la educación. La cultura es el termómetro de la educación. Cuando la educación está con fiebre, la cultura te lo deja saber. Sí, necesitamos leyes de cultura basadas en la educación, los resultados, la meritocracia y la sostenibilidad del proyecto.

Este año el PJF rinde homenaje a la cantante panameña Violeta Green. ¿Cuál es la relevancia de su vida y obra dentro de la historia del jazz? 

Ella fue una de las primeras cantantes de jazz en Panamá. Tenía gran versatilidad para transitar muy orgánicamente por el blues, bolero, jazz y calypso. Esta versatilidad es un reflejo de nuestra cultura, donde muchos mundos, lenguajes y experiencias culturales emergen en la identidad del panameño actual. Violeta fue parte de un movimiento de jazz que hubo en Panamá liderado por los afroantillanos junto a Víctor Boa, Bat Gordon, Clarence Martin y otros, que son parte importante de la cultura y la historia de nuestro país.

¿Cómo te sientes al contar en 2017 con la participación de Esperanza Spalding, una de las figuras del jazz que está dando de qué hablar?

Es un gran honor poder contar con la presencia de Esperanza, así como también con la de Dianne Reeves. Conocí a Esperanza en un concierto en el club Ryles de Boston cuando ella cursaba estudios en Berklee. Desde el saludo me dijo que mi disco Motherland (2000) había sido importante e influyente para ella y me cantó algunos de los temas. Fue un encuentro emotivo. Desde ese momento tenemos una bonita amistad.

¿Qué tan lejos te gustaría llevar el PJF? 

Mi modelo es el Montreal Jazz Festival, que atrae a un millón de personas anualmente. Una ciudad pequeña se transforma en el centro del jazz mundial y atrae personas de todo el mundo a conocer Canadá y disfrutar del jazz. Tienen hasta un parque musical para niños. Me gustaría que el PJF se transformara en el Montreal Jazz Festival de Latinoamérica.

Más información en panamajazzfestival.com

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