Holguín: puerta de entrada al oriente cubano
Por Juan Abelardo Carles R.
Fotos: Carlos Gómez
“Nunca tan hermosa cosa vide, lleno de árboles todo cercado el río,
hermosos y verdes y diversos de los nuestros, con sus flores y con sus
frutos, cada uno de su manera; aves muchas y pajaritos que cantaban muy
dulcemente”.
Cristóbal Colón, Cuba, 28 de octubre de 1492
Pocas veces, cuando de visitar un destino se trata, un cronista de viajes cuenta con referencias de tan ilustre predecesor. Hacia el final de su primer periplo, el afortunado navegante genovés recorrió las costas del oriente cubano. Si se navega por ese mismo litoral, hoy día, mirando el verdor paradisíaco de sus bosques, es fácil imaginar aquella jornada, a finales del siglo XV, que marcó el primer capítulo de una de las etapas más dramáticas de la historia humana: el contacto entre el viejo y el nuevo mundo. Pero para mí, que también he venido a descubrir esta región, las similitudes llegan hasta ahí.
Si los compañeros de viaje de Colón eran unos asustados marinos algunos de ellos convictos, forzados a elegir entre este viaje y la ejecución, a mí me acompaña un grupo de turistas británicos, canadienses y alemanes, tendidos y rendidos al sol y la brisa marina, que se maceran a punta de cerveza, mojitos y cubalibres. Si aquellos temerosos exploradores sólo contaron con el consuelo de algún capellán mustio y resignado, nosotros tenemos a la flamante Tina, morena con alma de miel y atuendo de fuego, que anima, explica y pone a bailar a los pasajeros en tres idiomas al son de la salsa, la bachata y el reggaetón. Aquellos hombres iban llenos de incertidumbre, sin saber a dónde habían llegado, mientras nosotros anticipábamos los placeres que nos esperaban en nuestro destino final: Cayo Saetía, isla de 42 kilómetros cuadrados que se ha sedimentado en la entrada de la bahía Ramón de Antilla.
Tras la revolución de 1959, este sitio fue destinado a ser el solaz de niños sobresalientes académicamente y sus familias. Cayo Saetía tiene una población de herbívoros exóticos, traídos aquí desde la década de los 60, que convierten sus sabanas y bosques en versión viva de aquel paraíso terrenal que algunos religiosos pintan en sus brochures promocionales. Búfalos asiáticos, gacelas de Thompson, antílopes nilgos, cebras y avestruces se dejan ver, y a veces hasta tocar, por el turista nacional y extranjero que recorre los senderos en jeeps. Además su litoral bulle de vida submarina, que se puede disfrutar practicando snorkelling o buceando.
Saetía es el primer plato del opíparo banquete que el oriente cubano tiene para todo el que lo visita. No se conforme con ir a la ya reconocida playa de Guardalavaca y pruebe, además, otros puntos de similar y quizá mayor belleza, como las playas de Pesquero, Yuraguanal y Esmeralda, así como las bahías de Vita y Naranjo, todas con hoteles de sol y playa que se cuentan entre los mejores y más placenteros de la isla, y servicios náuticos como catamaranes, buceo, lanchas de pesca y paseo, entre otros. Además en la Bahía de Naranjos se encuentra uno de los acuarios más populares de Cuba.
Al hecho de contar con la biodiversidad más rica de todas las Antillas se suma que la región se precia de haber sido punto de partida de la historia cubana. Para constatar lo primero no hace falta más que acudir al Parque Nacional Alejandro de Humboldt, en el Macizo Sagua-Baracoa. Con más de 70.000 hectáreas, el parque resguarda vestigios de los ecosistemas que prosperaban en la isla antes de la conquista europea: pluviselvas bajas y submontanas, pinares naturales, así como 2.250 hectáreas de área marina protegida en las que prospera el manatí (Trichechus manatus). En los bosques del parque se esconde el elusivo almiquí (Soledonon cubanus), mamífero pequeño que antes pululaba por toda Cuba, pero que ahora sólo se encuentra aquí, así como la polímita un caracol que exhibe en su caparazón todos los colores del espectro cromático, excepto el azul cuyo colorido casi la lleva a la extinción.
Para verificar la segunda afirmación basta visitar el sitio arqueológico Chorro de Maíta, que protege los restos de una comunidad taína surgida a principios de nuestra era, que perduró al menos medio siglo después de la conquista. De hecho, los restos humanos encontrados aquí demuestran que hubo mezcla de los nativos con europeos y africanos. Desde aquí se puede cruzar a pie hasta la Aldea Taína, un espacio que intenta reproducir los usos y costumbres de este grupo humano, que emigró a la isla desde el continente en el año 6.000 a.C. y que la dominó hasta la llegada de Cristóbal Colón al cercano Cayo Bariay, adonde se puede proseguir luego en auto, para ver una representación del hecho, así como el monumento inaugurado en 1992 para conmemorar su quinto centenario.
Pero volviendo a la misma carretera que nos llevó al Parque Nacional Alejandro de Humboldt, podemos llegar a Baracoa, población que testifica la primacía del oriente cubano en la historia de la isla. Fundada en agosto de 1511, Baracoa fungió como primera capital de Cuba. Además, aquí se levantó el primer templo católico de la isla y aún puede verse la única cruz que perdura de cuantas plantó Cristóbal Colón en los territorios que descubrió. La reliquia, denominada “Cruz de la Parra”, reposa en el templo del pueblo y hace siglos fue remachada con plata, para evitar que los visitantes impertinentes le arrancaran astillas como recuerdo. El complejo defensivo que la resguardó de los piratas durante siglos sirve ahora para fomentar el valor de la ciudad como destino turístico. El fuerte de Matachín, en el límite este de la ciudad, es hoy su museo histórico; el Castillo de Santa Bárbara, sobre el cerro de Seboruco, es su hotel más tradicional, mientras que el castillo de La Punta, al oeste, alberga uno de sus mejores restaurantes.
Baracoa es centro de una región verde y exuberante, cuyos habitantes conservan algunas de las tradiciones más raizales del ser cubano. En las cercanías de la ciudad hay fincas en las que se puede constatar esto, como la Finca Duaba, en la que el turista aprende lo básico sobre el cultivo del cacao tradicional, probando el mejor chocolate posible, tanto en barra como en taza (mezclado con leche de coco, que lo lleva a otro grado de sabor). Por otro lado, Rancho Toa ofrece la experiencia de degustar la gastronomía clásica del oriente cubano en platos hechos con bambú y bandejas de palma real (catauro). Pero no todo el valor cultural del oriente cubano se concentra en Baracoa: al suroeste se encuentra Santiago de Cuba, alfa y omega de la Revolución Cubana.
Si decimos esto es porque aquí sucedieron dos de los eventos más importantes del trascendental movimiento político. Primero, el asalto al Cuartel Moncada, realizado el 26 de julio de 1953, con el que comenzaron formalmente las hostilidades entre insurgentes y fuerzas del dictador Batista, y segundo, el discurso que dirigió Fidel Castro desde el balcón del Ayuntamiento, en el Parque Céspedes, el 1º de enero de 1959, tras la victoria del levantamiento. En la actualidad, al Cuartel Moncada es compartido por un completo museo conmemorativo de la acción militar y una escuela primaria.
El Ayuntamiento (ahora sede del Poder Popular Municipal) comparte el Parque Céspedes con la Catedral, la casa de Diego Velásquez (primer gobernador español de Cuba), el antiguo Club San Carlos y el emblemático hotel Casa Granda, desde cuya terraza vale la pena contemplar la vida de la ciudad, mientras se toma un mojito o un buen cafecito cubano. La plaza es uno de los epicentros de la animada vida nocturna de Santiago, famosa en toda la isla y más allá. La oferta turística de la ciudad se complementa con El Morro, levantado al sur de la bahía, un escenario dramático que, por momentos, te hace sentir en un castillo medioeval más que en una fortificación colonial del Nuevo Mundo.
El litoral santiaguero es distinto a su contraparte del norte. Si en éste los húmedos bosques tropicales van a morir a playas de arena blanca y fina como el polvo, en aquél son sabanas secas, pobladas de arbustos leñosos y cactus, las que se extienden sobre riscos de baja altura. Pero eso no quiere decir que no haya paraísos naturales, sólo que estos se hallan sobre las montañas, y un ejemplo de ello se encuentra en Pinares de Mayarí. Hay un alojamiento en particular, Villa Pinares de Mayarí, que se ubica a setecientos metros sobre el nivel del mar en una meseta oculta en la Sierra de Nipe, cuyo diseño fue inspirado por Fidel Castro tras una visita que hizo a Siberia. La Villa queda cerca del Salto del Guayabo que, con una altura de 546 metros, es el más alto de Cuba. En esta región se puede avistar gran cantidad de aves endémicas de Cuba, como el tocororo, símbolo nacional.
Descubrir el oriente de Cuba puede ser una actividad intensa, dada la gran cantidad de atracciones que ofrece. Este no es más que un primer listado que le sugerimos, pero estamos seguros de que, tras su primera visita, querrá volver una y otra vez.
Cómo llegar
A partir del 21 de junio, Copa Airlines ofrecerá dos vuelos semanales desde Norte, Centro, Suramérica y el Caribe hacia Holguín (Cuba). Los vuelos partirán los martes y sábados a las 9:01 a.m. desde el Hub de las Américas, en Ciudad de Panamá, y aterrizarán en el Aeropuerto Internacional Frank País, a las 12:31 p.m. De Holguín a Panamá, el vuelo parte los mismos días a la 1:21 p.m. y llega a las 2:47 p.m.
Durante su gira por el oriente cubano, el equipo de Panorama de las Américas visitó diversas instalaciones turísticas que le sugerimos si piensa viajar pronto a esta bella zona de la isla.
Dónde alojarse
Playa Pesquero Resort: divertida y relajante opción para toda la familia. Carretera a Puerto Arturo, municipio Rafael Freyre, Holguín. www.playapesqueroresort.com
Memories Holguín Resort: en armonía con la naturaleza. Playa Yuraguanal, municipio Rafael Freyre, Holguín. www.memoriesresorts.com.
Paradisus Río de Oro Resort & Spa: sólo para adultos. Carretera a Guardalavaca, Playa Esmeralda, municipio Banes, Holguín. www.meliacuba.com/cuba-hotels/hotel-paradisus-riodeoro
Hotel Playa Costa Verde: diversión familiar al natural. Playa Pesquero, municipio Rafael Freyre, Holguín. www.gaviota-grupo.com/es/hoteles/playa-costa-verde
Villa Cayo Saetía: flora y fauna exóticas para disfrutar. Cayo Saetía, municipio Mayarí, Holguín. www.villacayosaetia.com.
Villa Maguana: pequeño, íntimo y amable. Carretera de Moa, kilómetro 22, municipio Baracoa, Guantánamo. www.villamaguana.com
Hotel El Castillo: historia y confort en los altos de Baracoa. Castillo de Santa Bárbara, cerro de Seboruco, Baracoa, Guantánamo. www.hotelelcastillocuba.com
Hotel Villa Gaviota: original conjunto de casas de época reunidas en el barrio más exclusivo de Santiago de Cuba. Avenida Manduley. Reparto Vista Alegre. Santiago de Cuba. www.gaviota-grupo.com/es/hoteles/villa-gaviota-santiago
Villa Pinares de Mayarí: original opción de montaña en una región de playas. Loma La Mensura. Pinares de Mayarí. www.villapinaresdemayari.com
Información adicional disponible en www.gaviota-grupo.com