Esto de ser niña
Por Ana Teresa Benjamín
Fotos: Carlos E. Gómez
“Las niñas no juegan con carros porque no son hombres”, les dijo una niña de República Dominicana a los investigadores de la organización PLAN Internacional. “Las niñas están”, agregó porque eso le han dicho desde muy chica “para jugar con las muñecas y las ollitas”.
“Las jóvenes deben ser lindas para ser ejecutivas bancarias”, explicó una joven vietnamita que mide menos de 1,60 metros y no se siente completa.
Una niña fue violada en una aldea de Uganda y desde entonces no se le ve por el centro del pueblo. Es que al saberse el hecho, en la aldea comenzaron a burlarse de ella.
La vida de los niños y niñas del mundo no es fácil y la realidad da muestra fiel de ello: son los más vulnerables a las enfermedades, al abandono en situaciones de guerra y conflictos y a la escasez de alimentos, por ejemplo. Pero la de las niñas es una vida todavía peor. “No es solo el exceso de carga en la casa, sino los embarazos tempranos y la violencia sexual, sicológica y física” a la que están expuestas, adelanta Emma Puig de la Bellacasa, asesora regional para los Programas de Igualdad de Género de PLAN.
Pensemos por un momento en nuestra niñez y adolescencia. Desde que se sabe nuestro sexo se nos asignan roles (la ayudante de mamá, la princesa); colores (el rosa, “femenino por excelencia”) y expectativas (esposa y mamá abnegada, claro). Mientras crecemos se nos incuban precauciones y temores… Un adolescente, por ejemplo, ¿camina por la calle o toma un autobús pensando en recibir toqueteos o insinuaciones? ¿A un varón se le enseña a sentarse como “hombre decente”?
ONU Mujer lo ha planteado bien en alguno de sus pronunciamientos: la niña suele ser discriminada durante todas las etapas de su vida y esta situación de negación de derechos y necesidades fundamentales se traduce en hechos tangibles “como la preferencia por los hijos varones, el matrimonio precoz, la mutilación genital, el abuso doméstico, el incesto, la explotación sexual, una menor cantidad de alimentos y un menor acceso a la educación”.
En los estudios realizados por PLAN el último llamado “Por ser niña: el estado mundial de las niñas 2014” se revela además algo realmente inquietante: que las niñas no solo sufren violencia sexual en el seno de los hogares o en los espacios públicos de sus comunidades cosa sabida, digamos “sino en las mismas escuelas, por parte de maestros y estudiantes”, puntualiza Puig.
Esto significa que el único lugar que puede marcar una diferencia significativa en las vidas de las mujeres puede ser también un área de riesgo, limitando aún más el desarrollo de sus capacidades, por lo que se hace más que evidente que el trabajo para proteger y reconocer los derechos de las niñas es prioritario si queremos un mundo con igualdad de oportunidades.
Enfoque de género y derechos
Ya en 1995, durante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing (China) se identificó que las niñas sufrían una “persistente discriminación”. Tres años después, la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas recomendó adoptar medidas para impedir la prostitución infantil y venta de niños, así como normas para que las niñas embarazadas y madres adolescentes continuaran su educación, por ejemplo.
En el año 2000, 189 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptaron una serie de objetivos alcanzables para este 2015, que incluyen erradicar la pobreza extrema, lograr la enseñanza primaria universal y la igualdad entre los sexos, mejorar la salud materna, reducir la mortalidad infantil y combatir el VIH, entre otros. Si bien los avances han sido significativos, el informe de la ONU Mujeres “El género y los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM): el progreso para las mujeres y las niñas” revela que el progreso ha sido desigual, “particularmente para las mujeres y niñas”.
Veamos el caso del acceso a la educación. El informe detalla que la tasa neta ajustada de escolarización aumentó del 83% en 2000 al 90% en 2011, pero “la probabilidad de que las niñas asistan a la escuela es inferior tanto en los grupos etarios de enseñanza primaria como en los de secundaria”.
¿Qué ocurre con la salud de las madres? Si bien la cantidad de muertes por cada 100.000 niños nacidos vivos ha disminuido cerca del 50% en veinte años, la meta es alcanzar una disminución del 75%; reto que implica “acciones urgentes y mayor respaldo político para las mujeres y los niños”. Algo similar ocurre con la “necesidad insatisfecha de planificación familiar” pues, si bien ha disminuido, todavía hay unos 140 millones de mujeres que quieren detener o demorar la maternidad y no tienen acceso a estos servicios. De hecho, la desventaja de nacer mujer es más que palpable en este aspecto, porque la ONU calcula que, en caso de mantenerse las tendencias actuales, “lo más probable es que será la meta que más tardará en cumplirse”, porque hace falta que los estados reconozcan los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las niñas.
No es fácil nacer niña, ya se ha visto. Puig rescata una realidad más que acerca el texto a este continente: “Pensamos que los matrimonios tempranos son solo una realidad de áfrica, pero en Guatemala, Honduras y Nicaragua hay un alto porcentaje de matrimonios tempranos”, señala la experta. Estos, a su vez, “están muy relacionados con la violencia sexual: a las niñas que son embarazadas las casamos con el agresor, generalmente un hombre mayor”, agrega.
Para demostrar que Panamá no escapa a estas costumbres discriminatorias, basta un ejemplo de Deika Nieto, abogada y presidenta de la Asociación Panameña para el Planeamiento de la Familia (APLAFA): en este país, la edad mínima reconocida por ley para que una niña se case son catorce años; para los niños, 16. Un contrasentido, anota Nieto, si se considera que en Panamá la minoría de edad es hasta los 17 años.
“De esto se derivan muchas cosas… A las niñas se les sesga su futuro vinculándolas a su rol de madre y esposa”, destaca la presidenta de APLAFA. “También tenemos el problema de que aunque existe una norma que les permite a las jóvenes embarazadas continuar sus estudios, la norma no tiene aplicación eficaz porque hay mucha resistencia de los educadores”, destaca.
¿Cuál es la salida a estos prejuicios, riesgos y limitaciones? Puig lo tiene claro: la educación. “La estrategia es asegurar que todas las niñas tengan acceso a la educación… Es que si bien vemos que las niñas entran a la educación primaria, en la secundaria muchas abandonan…”, porque se enfrentan a barreras que, por sí solas, son difíciles de atravesar.
Es por ello que la capacitación que se les brinda a las niñas y adolescentes es primordial. Como dijo una chica de 16 años de Alejandría (Egipto): “La capacitación en liderazgo que recibí fue un gran punto decisivo en mi vida. Ahora tengo el valor para hablar en un grupo… Conozco mis derechos como niña y sé cómo defender dichos derechos y asumirlos”.
O como cuenta una centroamericana: “Es importante sentir que no estamos solas… Compartir espacios y diseñar acciones en conjunto nos da la fuerza para continuar”.
Recuadro
Emma Puig de la Bellacasa, asesora regional para los Programas de Igualdad de Género de la ONG PLAN, responde algunas preguntas.
¿Cómo enfrenta PLAN la reticencia en algunos países, y sus gobiernos, de establecer una educación sexual y reproductiva en los sistemas escolares?
Este es un tema que genera mucha controversia y creo que todos los países han pasado por eso. El tema de la educación sexual es clave para nosotros. Nos parece fundamental que las niñas conozcan su cuerpo y sepan qué métodos existen para evitar un embarazo. Al mismo tiempo, trabajamos con los niños desde muy temprana edad con el modelo de masculinidades y con talleres sobre igualdad, para que sean agentes de cambio.
El tema del embarazo adolescente y el acceso a la educación es otra gran batalla con los gobiernos. ¿Cómo abordan ustedes la violencia de Estado, en el sentido de que a las chicas embarazadas se les retira de la escuela, aun cuando existen leyes que las protegen?
En todos los países esta es una realidad bastante dramática… No las dejan ir a la escuela, a veces por culpa del maestro o a veces por los demás padres y madres de la escuela, porque piensan que eso se contagia. Tenemos una estrategia regional para la prevención del embarazo adolescente, y estamos desarrollando mecanismos de incidencia con los estados.
¿Qué tanta incidencia han logrado tener?
En el año 2000 se establecieron los Objetivos del Milenio… Ha habido avances pero todavía tenemos muchas dificultades. Lo que estamos haciendo organizaciones como PLAN Internacional es que en los próximos objetivos, los llamados Objetivos Post 2015, se posicione el tema de la niñez, haciendo hincapié en la realidad de las niñas. Queremos que se establezca el objetivo de que se debe hacer una intervención con las niñas. PLAN consiguió el año pasado que en Naciones Unidas se tomara esto en cuenta.