Caracas en dos días
El encanto de Caracas se comprueba allí: una de las ciudades más disfrutables de la región para quien visita sorprende por sus plazas, parques, centros culturales y museos, así como por la diversidad gastronómica de bares, puestos de comida y restaurantes, expresiones únicas de su mayor tesoro, su gente.
Por: Israel Oliva
Fotos: Eduardo Izaguirre
Primer día
06:00 a.m. – Parque del Este
Si se despertó con las guacamayas avisando que ya el día está listo, se va al Parque del Este, y anda su buena hora al ritmo que le pida el cuerpo esta joya verde de Caracas, diseñada por el paisajista brasileño Roberto Burle Marx, un sitio habitual de vecinos y personas que llegan de todos lados de la ciudad.
07:00 a.m. – Mercadito de los Palos Grandes
Saliendo del parque, los sábados está el Mercadito de Los Palos Grandes. El olor de la cachapa, una torta de maíz nuevo a la plancha, a la que le ponen un queso fresco guayanés, le dará también los buenos días. En apenas una cuadra, tiene un corredor gastronómico de las regiones de Venezuela, donde todo el barrio va a buscar ingredientes: frutas, quesos, arepas, empanadas, cafés y hasta comida china con el toque local. Si prefiere desayunar sentado, Arepa Factory lleva veinticinco años con el budare encendido, la plancha donde las arepas quedan mejor, en especial, la capresa.
08:30 a.m. – Distrito El Chacao
Aproveche la vida urbana del Chacao caminable: su plaza, sus cafecitos: Arábica, un clásico, u otros de especialidad, como Quiero un Café. De ahí se va a la Plaza de La Castellana al Centro Cultural de Arte Moderno. Busque el mural de Carlos Cruz-Diez, maestro cinético, que está escondido en el lobby del edificio. En el sótano va a encontrar joyas: retrospectivas y muestras de artistas como Jesús Soto y Juvenal Ravelo.
11:00 a.m. – Universidad central de Venezuela
Carlos Raúl Villanueva, padre de la arquitectura moderna local, trazó la sede de la Universidad Central de Venezuela con tanto detalle, que la Unesco la declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad por su valor excepcional. Por donde quiera que le llegue, caminará intuitivamente hasta encontrar la plaza cubierta del rectorado, la biblioteca y el aula magna, coronada por la escultura Las nubes, de Alexander Calder. Lleve bolso porque siempre sale uno con libros de segunda, de las ventas que tienen los pasillos techados. Hay que ver el famoso reloj y, si tiene suerte, tomar una chicha para refrescarse.
01:00 p.m. – Hacienda Trinidad
La Hacienda La Trinidad —15.000 metros cuadrados de antiguos secaderos, trapiches y almacenes— es ahora la vitrina de la economía creativa de la capital: galerías, tiendas de artesanías, librerías, cafeterías y, por supuesto, tienda y escuela de Cacao de Origen, el rincón de quienes quieren saborear la historia y calidad del chocolate venezolano, que presumen como el mejor del mundo.
04:00 p.m. – Villa Planchart
Si no ha parado de sorprenderse con la belleza de los espacios públicos, le tengo otra joya, privada: la Villa Planchart, diseñada por el arquitecto Gio Ponti. Con previa cita, de la mano de las sobrinas de quienes imaginaron esta belleza, verá el lujo hecho casa en la cima de Los Cerritos: arquitectura, pintura, escultura, diseño industrial, paisaje y, sobre todo, la fascinante historia detrás de este capricho maravilloso. Se reserva el jardín para un vinito al caer la tarde y sentir, como Anala Planchart —dueña original de la mansión—, que el Ávila le pertenece.
08:30 p.m. – Restaurante Cordeo
Para estar a la altura de esta circunstancia debe cenar luego en Cordero, el restaurante que ya está poniendo a la cocina venezolana en el mapa de sabores de la región. El título de One To Watch 2023, otorgado por Latin America’s 50 Best Restaurants, debe ser por el tartare de esa carne noble que crían en la finca de Mampote, la mantequilla de leche de oveja con unos pancitos que le dan de cortesía y la paletilla de lechal a la brasa. Eso sí, póngale al cuerpo antes uno de los cocteles, como el vermut con ginebra Ancestral, con hierbas de Amazonia. Si el cuerpo le pide rumba, Modo Caracas, en Chacao, tiene shows en vivo y música que alimenta diversos ambientes..
Segundo día
08:00 a.m – Casa Bistró
Si busca sazón de abuela en una variedad que no consigue en otros lugares, el desayuno de Casa Bistró en Los Palos Grandes tiene cazuelas (rellenos) de pernil de cerdo, frijoles, queso rallado y la infaltable reina pepiada: un mixto famoso de pollo desmechado, mayonesa, aguacate y cilantro. Todo eso para comer con arepas variadas, aunque también hay cachapas, empanadas de maíz pilado o trigo y hallaquitas (los tamales venezolanos). Y ya está listo para irse al Centro.
09:00 a.m – Torres Simón Bolivar
Para bajar las calorías, suba las escalinatas del Parque Ezequiel Zamora, o El Calvario, el primer jardín urbano, franquicia de paseos franceses, donde encontrará plazas, la capilla de Lourdes y el Arco de la Federación. Mi preferido es el gazebo, una estructura de sombra para descansar la cuesta arriba, o la estatua de pie de Bolívar, desde donde verá la Plaza O’Leary, que remata el túnel bajo las torres del Centro Simón Bolívar, la gran explanada de reurbanización de ensanche, que todos llaman El Silencio, en pleno bullicio del Centro.
10:00 a.m. – Iglesia Nuestra Señora de La Candelaria
Camine por el sótano y salga a la Plaza Bolívar, donde está la Catedral y aquella otra estatua de Bolívar que hasta José Martí fue a ver, sin quitarse el polvo del camino, apenas llegó a la ciudad. A pocos metros encontrará la Casa Natal del Libertador y de frente, a la izquierda se compra unos golfeados, una receta de rollos de canela, con el toque de papelón que le da su almíbar. En la otra esquina, vaya por un café Páramo y pida el Caribe, que tiene un tueste perfecto. De ahí va caminando hasta la Iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria, donde reposa el beato José Gregorio Hernández, un médico milagroso cuyas estampas en las paredes de la ciudad son parte de la identidad local.
11:00 a.m. – Galería de Arte Nacional
Debe entrarle al circuito cultural desde la monumental Galería de Arte Nacional, donde podrá ver el famoso Miranda en La Carraca, de Arturo Michelena, y exposiciones temporales como el homenaje al maestro Cruz-Diez en su centenario o las esculturas de Fernando Botero, tras su muerte. Luego, al Museo de Arte Contemporáneo y contemple las exposiciones temporales de artistas locales. En frente, tiene Una flor para el desierto, de Alejandro Otero, una escultura de arte urbano que mira al Teatro Teresa Carreño, que, en sus cuarenta, sigue siendo una insignia de la imaginación cultural. Si no hay función, para que vea las piezas de Jesús Soto, en paredes y techos, el secreto es decir que va al Golfeados San Jacinto.
01:30 p.m. – Hotel Humboldt
Warairarepano es el rebautizo del teleférico para subir al Ávila de toda la vida. Desde Maripérez el trayecto es rápido hasta la cima con vistas al Caribe y a Caracas. Puede bajar a Galipán, un pueblecito con encanto a unos kilómetros, a comer sándwich de pernil, fresas con crema y tomar vino de mora artesanal. Puede llegar al Humboldt: el hotel capricho del dictador de turno, un ícono de la arquitectura, remodelado, y el faro de toda la ciudad. Puede bajar en teleférico o andando; el camino es tan seguro que, como dice José Luis, un senderista habitual, el que se pierde es porque se las da de Tarzán.
03:45 p.m. – Centro Nacional de Acción Social por la Música
Con anticipación debería haber reservado en el Centro Nacional de Acción Social por la Música, sede del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles. En cualquiera de sus conciertos se le erizarán los pelos de ver lo que puede hacer la música. Si no tiene reserva, puede ir a Los Galpones, un centro cultural alternativo en Sebucán, que cierra a las 5:00, para tomar el pulso del pensamiento y las artes críticas del país.
07:00 p.m. -360º Roof Bar
Para despedida, el aperitivo sería en 360º Roof Bar, en el Hotel Altamira Suites, con el mejor atardecer. Tómese unos cocteles con rones venezolanos y guarde espacio para cenar más abajo en Otokam, del reconocido chef Makoto Okuwa. Pruebe el truffle salmón, un tiradito y cualquier opción de robata, asado a la parrilla con carbón estilo japonés, de compañía de buenos sakes. Si prefiere explorar la cocina italiana de Caracas, que es casi local, entonces vaya a Aprile, cuyo menú es coronado por una frase de Fellini: “La vida es una combinación de magia y pasta”; entonces, un buen linguine alle vongole, la napolitana receta de pasta de almejas o los raviolis de champiñones al burro con aceite de trufa. Eso porque ya, a estas alturas, Caracas hizo lo suyo con la magia.
Deja una respuesta