Bahamas: a vela a través de las Exumas
Bitácora de un viaje en velero, durante seis días, a través del archipiélago de las Exumas, en Bahamas. Paisajes de ensueño, buceo a diario entre arrecifes coralinos y visita a los célebres cerdos silvestres de Big Major Cay.
Por: Alejandro Balaguer
Fotos: Alejandro Balaguer
Desde el cielo, mientras nos aproximamos a Bahamas, el turquesa domina el vasto paisaje marino de las Antillas; el cristalino mar Caribe, incontables islas e islotes y un mundo de arrecifes de corales se extienden hasta el horizonte. Tal es la transparencia del agua que, desde nuestra perspectiva aérea, el paradisíaco sistema de arrecifes parece emerger sobre la superficie del mar.
Llegando a Nassau, capital de Bahamas, me uniré a la tripulación de un flamante velero para navegar durante seis días a través de las Exumas. Este archipiélago —formado por más de 360 islas, cayos y bancos de arena que están al sureste de Nassau— se extiende por 200 km. Great Exuma, su isla mayor, donde se localiza el pueblo de George Town, se halla en la parte sur del archipiélago y será el destino final de nuestra navegación a vela.
DÍA 1, EN NASSAU
1 p.m.
Media docena de gigantescos cruceros se elevan como edificios sobre la capital bahamesa y una legión de turistas se dispersa por las coloridas calles mientras voy rumbo a la marina. Nuestro capitán, Carlos García de Paredes, Cali, me recibe en la grácil embarcación a vela que se ve diminuta entre dos megayates que parecen lujosos palacios flotantes.
Antes de partir a navegar por el laberinto de cayos de las Exumas, mientras esperamos al resto de la tripulación, bucearemos en un área de arrecifes y naufragios aledaña a la costa de Nassau que se ha convertido en una gran atracción para los aficionados al buceo.
DÍA 2, EN UN JARDÍN DE CORALES
8 a.m.
En el centro de buceo Stuart Cove’s hay mucha actividad. Filas de tanques de buceo y equipos se disponen en forma ordenada, y más de cincuenta buzos de todas la nacionalidades se preparan para salir a experimentar el mundo submarino de Bahamas en las embarcaciones que se hallan listas a partir.
10 a.m.
A nueve metros de profundidad, corales blandos danzan al vaivén de la corriente marina cerca de un viejo barco que ha naufragado, y peces loro de un azul intenso picotean los corales duros que cubren la cubierta del naufragio en busca de alimento. Una tortuga carey merodea entre la caprichosa geografía del fondo arenoso. Cerca al herrumbroso barco convertido en ecosistema, la gran barrera de arrecifes de coral se pierde de vista en la profundidad del mar Caribe. La imagino como una antigua ciudad sumergida mientras seguimos descendiendo.
Los primeros arrecifes de coral del Caribe surgieron hace casi treinta millones de años y fueron formando complejas estructuras de carbonato de calcio, que crecieron y se acumularon durante siglos hasta generar las barreras de coral. De esa manera, como nos cuenta nuestro guía de buceo, se convierten en la línea de defensa de las Bahamas, ya que actúan como rompeolas naturales que protegen las costas de las islas durante las épocas de huracanes y tormentas tropicales.
DÍA 3, PROA A HIGHBORNE CAY
8 a.m.
Cali suelta amarras y el velero parte de Nassau. A lo largo del canal, que desemboca en mar abierto, yates fabulosos y pintorescos botes de pesca flanquean ambas orillas. Sobre nuestra vela principal, que ha sido extendida al máximo para aprovechar la energía del viento, vuela una solitaria águila pescadora. Navegamos y sentimos la fuer- za de los elementos en complicidad con el velero. Hoy es un buen día para correr sobre las olas.
2 p.m.
Cali va al timón y Paul Grisko lo asiste en las maniobras. “Navegar en las Exumas demanda mucha atención, por sus bancos de arena, ya que aquí han encallado cientos de barcos; por eso, no debemos salirnos de la ruta establecida y mantenernos en curso”, dice Cali. En tanto el velero se dispone a cambiar de rumbo para aprovechar mejor el viento, Ricardo Kleinbaum, un actor mexicano que completa nuestra tripulación de cuatro almas a bordo, ha cambiado temporalmente su profesión por la de chef a bordo.
Nuestro destino de hoy es la marina de Highborne Cay, ubicada en una isla de tres millas de largo con playas de arenas claras donde abundan los tiburones nodriza; allí pasará la noche el velero.
5 p.m.
El fiel velero descansa en la marina. Salimos a caminar por las playas para darnos un chapuzón en esas aguas cálidas y capturar fotografías del atardecer.
Nunca imaginé que terminaría el día en ese sitio solitario fotografiando a una top model rusa. ¿Cómo pasó? La primera sorpresa fue ver a la mujer filmándose con su celular y sin paparazis a la vista. El encuentro nos sorprendió a ambos y terminó como correspondía: fotógrafo y modelo en sesión espontánea de fotos.
Mientras la tarde caía, la rubia giraba ante el lente como si estuviera en una pasarela. Al terminar de ocultarse el sol minutos después, Olia, la top model influencer, se despidió y se fue hacia su yate. ¿Espejismo? No, fue real. Me reí solo por lo raro del encuentro, algo que nunca me había ocurrido en cuatro décadas de profesión y viajes por el mundo; pero, al parecer, en este archipiélago de ricos y famosos todo es posible.
DÍA 4, EL EDÉN ESTÁ EN SCHROUD CAY
7 a.m.
Una tortuga emerge y se sumerge mirándonos con curiosidad cuando levamos ancla. La proa marca el rumbo hacia Schroud Cay. Navegar a vela implica conocer una de las maniobras fundamentales, como los rumbos en relación con los vientos. “Hoy nos toca navegar lo más cercano que se pueda a la dirección donde sopla el viento, buscando el ángulo mínimo posible de la vela”, anuncia Cali. Varias horas “volando” sobre las olas a un ángulo de 45 grados nos deja una sensación de libertad indescriptible.
3 p.m.
Anclamos frente a la costa salvaje y prístina junto a una veintena de botes y veleros de todo tamaño. Schroud Cay es un cayo deshabitado donde no hay marinas. Es parte del área protegida del Exuma Park, conformada por un archipiélago de islotes, humedales y rocas emergentes rodeado de aguas muy bajas, sobre todo al sur y al norte de Schroud Cay.
5 p.m.
Es hora de explorar la costa con marea alta en un pequeño bote inflable con motor fuera de borda. Ingresamos por el Sanctuary Creek, un estero con manglares que hospedan conchas, langostas, tortugas marinas y mucha variedad de peces. Navegamos por un canal de aguas someras. Las últimas luces de este día radiante anuncian un anochecer colorido y calmo.
DÍA 5, STANIEL CAY
Navegamos en un mar enérgico y con oleaje durante toda la mañana. Amarramos el velero en la marina que hizo conocido a este cayo. En efecto, con el establecimiento del Staniel Cay Yacht Club, en 1956, la isla ganó popularidad y hoy se dan cita aquí veleros y yates que navegan desde o hacia la isla Great Exuma.
6 p.m.
Al caer el día, caminamos por la línea de costa, la ensenada de aguas y arenas clarísimas y llegamos al muelle de la marina, donde existe un famoso bar restaurante. Todavía no nos abandona el “mareo de tierra”, bamboleándonos con esa sensación común entre los que pasan más tiempo en el mar que en tierra firme.
DÍA 6, BIG MAJOR CAY
A la distancia, se divisa Big Major Cay, otro de los cayos donde no hay humanos, pero con unos habitantes que son superestrellas. Sí, son famosísimos, ya que han convertido a la isla en uno de los sitios más visitados de las Exumas, al tal punto que ahora es llamada Pig Island, debido a la presencia de los legendarios cerditos nadadores en Pig Beach.
11 a.m.
Nos acercamos a la costa de Pig Beach en bote inflable y los afamados cerdos vienen nadando hacia nosotros en busca de comida. Uno bastante grande se acerca a mí, que voy en la proa intentando lograr una buena imagen; olfatea la cámara creyendo que es comida, lo retrato y se da media vuelta mostrando su gran trasero. El macizo y bien alimentado cerdo pierde el interés al ver que no logrará su cometido, y se va ofendido a mendigar algún bocado a una familia de alemanes de otro bote que se ha acercado.
La existencia de los cerdos en esa playa remota es un misterio y se tejen varias teorías. Una de ellas plantea que los cerdos fueron abandonados por marineros para que se reprodujeran en libertad a efectos de contar con alimento para el futuro; al parecer, los marineros nunca regresaron. Dicen también que los cerdos fueron dejados allí durante el rodaje de una de las películas de James Bond protagonizada por el escocés Sean Connery; algunos incluso aseguran que los cerdos fueron dejados allí como parte de un plan para promocionar a las Exumas como destino turístico. Lo cierto es que los inteligentes cerditos aprendieron a nadar en busca de comida y hoy son los cerdos más fotografiados del planeta, libres, gordos y felices.
DÍA 7, GREAT EXUMA
Hoy completamos nuestro viaje navegando durante diez horas con vientos de quince nudos en la proa y por fin llegamos, con un mar bravo, a la marina de Emerald Bay, en Great Exuma. Varios barcos se quedarán en George Town, una pequeña y encantadora ciudad a solo veinte minutos de distancia de la marina, a la espera de que pase la temporada de huracanes para volver a salir al mar. La isla —una de las más grandes del archipiélago Exuma— es un paraíso para los navegantes.
4 p.m.
Caminamos por las pintorescas callecitas de George Town, con su característica arquitectura colonial británica, disfrutando la serenidad del pueblo. Los edificios de la ciudad fueron construidos entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, y muchos han sido conservados y restaurados, como la iglesia de blanco campanario cercana al Exuma Yacht Club, en cuyo divertido bar se dan cita obligada los navegantes que llegan a la isla.
“Recorrer este archipiélago en velero nos ha permitido tener nue- vas experiencias y gozar paisajes impresionantes, y ha reforzado nuestra amistad en el marco de la aventura”, dice Cali cuando nos despedimos de George Town para volar en avioneta a Nassau y, desde allí, embarcar de retorno a Panamá. Volvemos agradecidos por las lecciones aprendidas en el mar, por las memorias de una navegación con el viento y un viaje lleno de sorpresas y recuerdos que durarán toda la vida.
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