Lençóis Maranhenses, el peculiar desierto brasileño
Por Carolina Pinheiro
Fotos: Tom Alves
Gigantescas dunas de fina arena blanca, bañadas por decenas de lagunas con aguas cristalinas, componen el paisaje del desierto más grande de Brasil, que abarca 155.000 hectáreas de un paraíso tropical prácticamente salvaje. El Parque Nacional de Lençóis Maranhenses, refugio de aventureros y pescadores, es un universo mutante regido por la dinámica de la naturaleza. Su belleza singular y tradicional cultura revelan el oasis más exuberante del nordeste brasileño. Tanta diversidad atrae a miles de turistas procedentes de todas partes del mundo. En la temporada alta, que va de junio a agosto, hay tanto movimiento que los moradores de las comunidades del río Preguiças abren sus puertas para recibir a los visitantes.
Rita de Souza Araújo, dueña de la posada Tia Rita, en Atins (la villa más aislada de la región), comenta que su casa tiene seis cuartos listos para alquilar, además de hamacas. “Aquí caben quince personas, pero se puede también acampar en el patio si se desea”, asegura. De acuerdo con esta hija de pescadores, el turismo ha llegado para quedarse. “Recibo personas de todos lados: Alemania, Israel, Francia, Italia… Todos los día convivo con un rostro nuevo”, afirma.
Primitiva y acogedora, la villa Atins queda en la boca del río Preguiças, donde el manglar y las playas desiertas contrastan con las montañas de arena blanca. La abundancia de flora y fauna típica de la región impresiona a los visitantes y es uno de sus aspectos más atractivos. El lugar es accesible en lancha partiendo de Caburé (otro pintoresco pueblo) o de Barreirinhas, puerta de entrada al parque, ciudad de 55.000 habitantes localizada al este de la capital, São Luís, y punto de partida para las atracciones principales. Con aire bucólico, Barreirinhas ofrece buenas opciones de hoteles, flats, resorts y posadas cómodas para hospedaje, así como bares y restaurantes que sirven comida típica de Maranhão.
Diversidad
Los paseos en barco por el río Preguiças, en jeep por las dunas y en avión sobre el Parque de Lençóis son buenas opciones para explorar los paisajes preservados que proporciona la práctica del ecoturismo. Todas las mañanas, guías de empresas locales parten con grupos de turistas desde la ciudad rumbo al parque con destino a lagunas como Azul, Bonita, Gaivota y Peixe. El trayecto incluye una travesía del río Preguiças a bordo de balsas movidas a motor o con remos. Al llegar a la otra orilla es necesario recorrer un camino de tierra en plan de aventura.
El recorrido en barco baja por el río en dirección al mar. Para los interesados en conocer los hábitos locales y disfrutar de la hospitalidad de los habitantes, visitar los pueblos tradicionales es una excelente opción. Entre estos se destaca Mandacaru, el cual posee un faro desde donde se puede contemplar la bella vista del desierto; Caburé, localizado en una península en donde el río y el mar corren paralelamente, separados por una distancia de apenas cuatrocientos metros, y Atins, refugio de belleza extrema, ideal para quien vino a alejarse de centros urbanos y en busca de tranquilidad.
Al caer la tarde, las incursiones por el río llevan a un espectáculo aparte: grupos de aves guarás y otros pájaros endémicos sobrevuelan el ecosistema del manglar, cruzando los aires camino al abrigo de la noche. Otra alternativa agradable es subir las dunas para ver el atardecer.
A la orilla del río
Las colonias de pesca en Lençóis viven al sabor de las mareas, del soplo de los vientos y de la agitación de la arena. El estilo rústico conserva la relación del hombre con la naturaleza y es una constante entre los nativos, que desde hace décadas se adaptan al ambiente inhóspito. De vez en cuando, el avance del mar y de las dunas sobre las casas obliga a los moradores a cambiar el lugar de sus cabañas. Por ejemplo, André Castro Diniz cambia su choza de lugar cada seis años. Es el único pescador que vive en Caburé el año entero; los demás abandonan la villa durante la época lluviosa. “Antiguamente el piso era más plano en esta área en que ustedes están andando. Hoy en día el viento hala mucha arena. Entonces se amontona aquí en la curvatura de los arbustos y va derribando todo. Tenemos que cambiar nuestra choza a otro lado. Es mucho trabajo, pero si no se hace, todo se llena de arena”, comenta.
Las casas de piso de tierra y techo de paja de buriti (palmera típica) son acogedoras. En las barandas, las hamacas son un alivio para quienes llegan de un día de intensa actividad. Alrededor, los paisajes paradisíacos invitan a los aventureros a disfrutar de playas, matorrales y dunas. Por supuesto, varias familias viven del turismo como doña Luzia Diniz, de 44 años, propietaria del restaurante Canto dos Lençóis, conocido por vender el mejor camarón del estado, quien recuerda la lucha por establecer su negocio. “Todo empezó hace 18 años, cuando vine acá de viaje. En el camino encontré personas que estaban perdidas. Ellas necesitaban un punto de apoyo para hacer turismo aquí. Comentaron sobre la posibilidad de que yo creara un lugar para recibir al turista. En aquella época vivía en São Luís y decidí regresar”, cuenta.
El principal atractivo del restaurante son los camarones, cocinados al instante, “pero también servimos cabra, gallina campesina, pez asado… de todo”. Los precios de los platos oscilan de 20 a 25 reales. “Si desea dormir, tenemos alojamiento en hamaca o en cama, basta elegir. Pero no colocamos el precio alto, ya que vienen muchos mochileros y estudiantes. Los valores son compatibles con lo que ellos pueden pagar”, afirma.
Aislamiento
En la inmensidad de la arena, los pueblos que quedan al margen del río Preguiças parecen estar detenidos en el tiempo. No hay energía eléctrica, teléfono ni internet. El propósito de esto es desconectarse del mundo exterior para aprovechar los días con simplicidad. Entre las atracciones se encuentran las lagunas Verde y Capivara. Para llegar es preciso el transporte con tracción en las cuatro ruedas. Después de una hora de muchas sacudidas bajo un sol intenso, un baño en agua dulce es muy refrescante.
Se recomienda el uso del protector solar para evitar quemaduras que dañen el resto del viaje, además de estar acompañado por un guía especializado. El área del parque es inmensa y el paisaje uniforme. Las personas que no conozcan la región podrían perderse con facilidad. También se destaca la importancia de la conservación del medio ambiente. El lugar pertenece a una unidad de conservación federal, protegida por la ley. Por lo tanto, toda la basura debe ser removida de la naturaleza por los turistas y ser depositada en locales apropiados.
Completo
Maranhão es uno de los destinos turísticos favoritos de Brasil, ya que une la historia con la naturaleza insólita, gente hospitalaria, aventura y encantos. La capital posee un conjunto arquitectónico con casi cuatro mil edificios declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Este peculiar lugar guarda dos de los más grandes biomas del país: el bosque amazónico al oeste y los matorrales Cerrado al sur. Por su territorio (de 332.000 kilómetros cuadrados) se extienden manglares, ríos, una costa de 640 kilómetros y el único desierto entrecortado por centenas de lagunas con agua cristalina del planeta.
La artesanía es impresionante, debido al colorido de las piezas. Bolsas, sombreros, accesorios, toallas y otros objetos tejidos con fibra de buriti son muy solicitados. Artesanos de doce comunidades de Barreirinhas trabajan en la confección de los productos. Innumerables tiendas venden estos artículos hechos de buriti, además de productos de madera, cuero y cerámica.
Los sabores de la culinaria típica reflejan la mezcla de costumbres ancestrales, como recetas de los indios hechas con harina de yuca, e ingredientes fuertes y sazones picantes de los negros. A partir de São Luís se recorre una carretera asfaltada de 270 kilómetros hasta la entrada del Parque Nacional de Lençóis Maranhenses. Uno de los trechos envolventes de la Ruta de las Emociones da motivos para hablar, según cuenta Manuel Francisco da Fonseca Rufino, pescador de 65 años que canta estos versos sobre los encantos de Atins: “Quiero hablar nuevamente de mi tierra natal. Es histórica y universal, referente a otros nombres del Parque Nacional. Fue aquí que el turista con la duna se encantó. Llamó de Lençóis de arena la colina que vio. Hoy del mundo entero, en Atins todo el mundo pasó. Y para ustedes que me escuchan, les dejo este recuerdo. Tomen un fuerte apretón de mano del de la guitarra que es abuelo”.
Datos útiles
Diversas empresas llevan al turista al Parque dos Lençóis, ideal para hacer turismo natural. En Barreirinhas y en las colonias de pesca hay diversas opciones de hospedaje. En Atins, la Pousada do Irmão (Posada del Hermano) es de la Tia Rita. Los menús de los bares y restaurantes incluyen platos de la culinaria regional: el tradicional arroz de cuxá (hierbas, harina y camarón seco), la caldera, el ensopado de pescado, la torta de cangrejo, el pescado frito y el famoso camarón apanado. Una mención para Canto dos Lençóis, que también ofrece el famoso camarón apanado.