Snow Village Fantasía helada
Por: Vilma Góngora
Fotos: Javier Pinzón
En mi infancia, cuando aún todo me causaba asombro, mi imaginación volaba a límites impensables al oír historias de esquimales: sus costumbres, vivienda, comida y vestuario generaban en mí una sensación fascinante. Entonces me preguntaba ¿cómo podían sobrevivir aquellos hombres y mujeres bajo temperaturas tan extremas? En esos años idos, las enciclopedias me permitían aprender más sobre ellos. Incluso soñaba con poder construir un iglú o con pasar la noche en una fortaleza hecha de nieve.
Tuvieron que pasar algunas décadas para que ese sueño utópico se hiciera realidad. Fue en Montreal (Canadá), a miles de kilómetros de mi tierra natal. En el centro de esta ciudad francoparlante, en la isla Sainte-Hélène, abrazada por el río San Lorenzo, se encuentra Snow Village, un complejo hotelero que garantiza una experiencia única para quienes estén dispuestos a vivir momentos mágicos e irrepetibles a temperaturas extremas bajo cero.
Aquí todas las edificaciones están hechas de hielo y nieve, al igual que su mobiliario; algo que jamás había visto en el mundo real y que me llevó a recorrer los más enigmáticos vericuetos del asombro, de donde casi no puedo salir. Absorta en mis pensamientos, no podía imaginar cómo los ingenieros y arquitectos se las arreglaron para construir este complejo en puro hielo y, sobre todo, para que permaneciera sólido en ese estado. Entonces decidí que pasaría mis siguientes tres frías noches canadienses en un iglú, aunque también existía la posibilidad de pernoctar en una suite estándar o en una suite temática en el edificio principal del hotel, también de hielo.
¡Tomé una encantadora decisión! Mi habitación, como todas las demás en Snow Village, estaba equipada con camas empotradas sobre una base de hielo y enmarcadas en madera, en la cual descansaba un apacible colchón y una bolsa de dormir térmica que resiste hasta los 30 °C bajo cero.
Aunque el calor del trópico me encanta, también me seducen los climas fríos. Entonces la temperatura constante de -5 °C en el hotel no representaba inconveniente alguno. Una hora antes de desempacar la maleta en mi “guarida” polar, asistí a una charla sobre ciertos aspectos importantes para sacarle el mayor provecho a mi estadía en el hotel de hielo y, más que nada, para mantener la temperatura corporal ideal.
Restaurante y bar de hielo
Mientras me registraba en la recepción del hotel, me puse de acuerdo con los compañeros de viaje para encontrarnos a las nueve de la noche para cenar. Puntuales estuvimos los cuatro viajeros en el Pommery Ice Restaurant. Nos sentamos a manteles a degustar las delicias culinarias preparadas en la cocina del único restaurante de hielo en toda Norteamérica y a compartir esta nueva experiencia rodeada de frío extremo. De repente, una voz inglesa afrancesada interrumpió la tertulia para darnos una “cálida” bienvenida y explicar la carta. Era Matthieu Saunier, chef ejecutivo del hotel InterContinental Montreal, quien también está a cargo de dirigir la cocina del restaurante de hielo. Comentó algo de sus creaciones y de cómo “la industria tradicional hotelera ha adquirido una nueva y ‘fresca’ dimensión”. Satisfechos y cansados, cada uno se dirigió a su habitación de hielo.
La noche siguiente se consagró al relax. ¿El sitio? El Jägermeister Ice Bar. Era jueves, así que el momento supuestamente tranquilo se convirtió en la Happy Hour más fría y alegre de Montreal, acompañada de karaoke, DJ invitados y bebidas calientes. Fue tan agradable la velada, que el viernes regresamos a este bar de hielo para disfrutar todo “en las rocas”, aunque nos advirtieron que para el sábado se esperaba una avalancha de actividades en este mismo lugar.
Capilla de Hielo
Quedé encantada con la arquitectura preciosista de la Capilla de Hielo, que parece un templete con una gigantesca entrada arqueada y naves dispuestas como en una catedral. Puedo sonar cursi, pero me sentí como en un cuento de hadas y hasta tuve ganas de volverme a casar, después de indagar sobre el Paquete de Bodas, que incluye llegada de los novios a bordo de un carruaje tirado por caballos, copas de hielo hechas a mano para los huéspedes y tapete rojo a la entrada de la capilla, entre otros servicios.
La verdad es que esta experiencia me hizo evocar mi niñez y los cuentos de pescadores en las gélidas aguas del ártico, que papá me leía a la hora de dormir. Quiero repetir estos momentos, pero esta vez con mi familia, pues no alcanzo a imaginar la alegría que causará en mis hijas la presencia de Snoro, la mascota de Snow Village; los juegos inflables, los deslizadores noruegos y una avalancha de actividades más al estilo neoyorquino. Además, no es justo que solo yo haya disfrutado de las leyendas de Snow Village, narradas por un cuentero, de los juegos artificiales en las oscuras noches o de los trineos sobre la nieve y el hielo. Así que el próximo marzo estaré de regreso, pero esta vez con mi familia.
Para tener en cuenta
La temperatura interior del hotel oscila entre -2 °C y -5 °C sin importar las condiciones climáticas externas.
Si el huésped no resiste las bajas temperaturas de los iglús, por un valor adicional puede solicitar su traslado a una habitación del hotel con temperaturas más cálidas.
Es recomendable asistir a la charla instructiva donde se les brinda a los huéspedes toda la información útil, las herramientas y el kit de elementos indispensables para pasar una noche placentera.
Para mantenerse cálido y confortable dentro de las instalaciones, se recomienda a los huéspedes vestir permanentemente medias de lana, ropa interior térmica (que cubra desde la cadera hasta los pies), bufanda, gorro de lana, guantes y zapatos de suela rugosa.
Snow Village: 130 ch. Tour-de-l’Isle, Parc Jean Drapeau, Montreal, Quebec (Canadá), H3C 4G8. Tel. 1 855 788 2181 / reservation@snowvillagecanada.com
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