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Paracas

Paracas: un coro de voces antiguas

A orillas del Pacífico, entre desiertos modelados por el viento y un mar fecundo que todo lo da, se levanta Paracas, uno de esos lugares donde la naturaleza y la historia se abrazan con fuerza poderosa. En este territorio se forjó una de las culturas textiles más impresionantes de la América antigua y aquí también surgió, hace cincuenta años, la primera Reserva Nacional del Perú. 

Por Alexa Carolina Chacón 

Fotos: Rommel Rosales 

Desde que uno se acerca a Paracas, al tomar ese desvío que corta en dos los arenales, el cuerpo entero percibe una sensación extraña; basta con bajar un poco la ventana del auto para que el viento se cuele como un coro de voces antiguas, épicas. Se siente como una sustancia densa que tiene olor, piel y memoria. Es el mar el que se monta como una ola de vida en el viento; es el vínculo prehistórico entre el océano y la cordillera el que ha forjado el aire, que aquí es vibrante; son las algas amontonadas descomponiéndose en las orillas; es el plancton, que en esta latitud es todo un festín para cada eslabón de la cadena trófica; es el guano, excremento de las miles de aves marinas que anidan en estas islas y puntas, el impulso vital, la ofrenda de fertilidad a los cultivos, que se suceden como milagros en medio de la aridez del litoral peruano. 

Paracas
Dunas de Paracas

La Reserva Nacional de Paracas es uno de los rincones más áridos del Perú y del mundo. 

Paracas es una sinfonía de vida y libertad, colores y formas, sonidos y texturas, historias y tiempos inmemoriales. 

Paracas

Hemos llegado. El viento arrecia apenas el sol empieza a calentar. La luz parece emanar del desierto mismo, desierto-prisma que se descompone en colores sobre las dunas y suaves colinas de arena, a la vez que ensaya dramáticos trazos negros y violáceos sobre las estribaciones más abruptas y rugosas de este paraje tan enigmático como frágil. Cada hora del día trae su propia paleta, ritmo y fragancia. 

 

Paracas fue declarada Reserva Nacional en 1975 para proteger un ecosistema muy especial: la convergencia de uno de los desiertos más áridos con uno de los mares más ricos del planeta. 

La Reserva Nacional de Paracas es uno de los rincones más áridos del Perú y del mundo. ¿Pero por qué razón tanta sequedad en un lugar tan cerca del mar, de latitud subtropical? La respuesta está en una combinación poderosa de factores naturales que hacen de este desierto costero un lugar único. Frente a Paracas corre la Corriente de Humboldt, una masa de agua fría que enfría también el aire que se mueve sobre el mar. Al enfriarse, el aire no puede retener suficiente humedad como para cargar las nubes de lluvia. Así, el cielo está despejado casi todo el año, y las lluvias casi no existen. 

Pajaros - Paraca

Luego está el viento, este viento “tan de aquí” que incluso da nombre al lugar: las “paracas”. Se trata de ráfagas intensas que soplan desde el sureste, cargadas de polvo y salitre. Ellas esculpen las dunas y los promontorios con una fuerza que parece arrastrar al tiempo mismo. Y no solo modelan el paisaje; ayudan a mantener la atmósfera seca y estable. Hay otro factor fundamental: la distancia entre la cordillera de los Andes y el mar. En esta parte de la costa peruana, los Andes se ubican lejos, a más de cincuenta kilómetros, dejando un amplio corredor de tierras bajas que no atrapa la humedad del mar (pues las montañas sirven de barrera a la niebla) ni las lluvias de la sierra. Esa apertura le da espacio al desierto para desplegarse en toda su magnitud, convirtiendo a Paracas en un escenario inmenso que se siente como la superficie de la Luna. Solo venga y lo sentirá. 

Estos sembradíos de café son tan importantes para la protección y sostenibilidad de la cuenca hidrográfica del Canal como los grandes esfuerzos de logística que implica operar este gigante de la ingeniería. Mediante este sistema agroforestal se logra establecer coberturas vegetales permanentes que protegen el suelo y el recurso hídrico, contribuyen además a la fijación de carbono y la conservación de las áreas boscosas, que son esenciales para la biodiversidad y el ciclo del agua.

Cuando predomina una temperatura muy fría, el mar se enriquece y sostiene una cadena alimenticia altamente productiva. 

Paracas

El suelo, blanco y salino, guarda la memoria de antiguos mares y especies que aquí se han fosilizado. La atmósfera, cargada de partículas de salitre, da al aire un sabor áspero y un olor al que me remonto una y otra vez cuando recuerdo este paraje. El paisaje tiene no una sino varias estampas distintas e impactantes que cortan el aliento e invitan a la contemplación. Esa fusión da origen a un santuario natural de asombrosa diversidad marina, razón por la que Paracas fue declarada Reserva Nacional en 1975 con la finalidad de proteger un ecosistema muy especial: la convergencia de uno de los desiertos más áridos con uno de los mares más ricos del planeta.  

Hace unos días, la prestigiosa revista National Geographic seleccionó la Playa Roja de Paracas como una de las siete maravillas naturales de Sudamérica. El portal destacó su particular arena rojiza, originada por la erosión milenaria de rocas ígneas procedentes de Punta Santa María. Esta arena, compuesta por granodiorita rosada, forma parte de un entorno donde el desierto subtropical se funde con estas aguas frías, que tanto han marcado la identidad del peruano de la costa.  

Paracas
Pajaros - Paracas

Este año, Paracas celebra un doble aniversario: además de los cincuenta años de creación de la reserva, se conmemoran los cien años del descubrimiento de la cultura paracas por el arqulogo peruano Julio C. Tello, quien halló, como quien realiza una pesquisa absolutamente detectivesca, suntuosos ajuares funerarios enterrados en los arenales. La cultura paracas floreció entre el 700 a. C. y el 200 d. C. en medio de un entorno implacable. Ellos fueron, entre otras muchas cosas, los grandes tejedores del antiguo Perú. El arte de los mantos y sudarios en los que envolvían a sus muertos momificados conmueve al mundo por su complejidad y extraordinaria belleza.  

Despunta el alba en Yumaque. Algo de mí quiere quedarse en estas orillas; un poco de piel, unos cuantos huesos, una estrofa de mi alma, una ofrenda de amor y respeto. 

Datos útiles para viajar a Paracas 

Ubicación 
• Paracas está en la provincia de Pisco, región de Ica, en la costa sur del Perú, 260 km al sur de Lima. 

 
Cómo llegar 

  • Por carretera: tres y media a cuatro horas desde Lima por la Panamericana Sur.
  • En bus: servicios diarios desde Lima (Cruz del Sur, Oltursa, PerúBus, etc.).
  • Por aire: vuelos privados o chárter al aeropuerto de Pisco.

Clima 
• Árido subtropical.

• Temperatura promedio anual: 18 °C a 26 °C.

• Sol todo el año. No llueve. Llevar bloqueador, sombrero y ropa ligera.

 
Mejor época para visitar 

  • Todo el año. Entre diciembre y abril el mar es más cálido, ideal para deportes acuáticos.

    Atractivos principales 
  • Reserva Nacional de Paracas (335.000 hectáreas de ecosistemas terrestres y marinos).
  • Islas Ballestas (fauna marina y aves guaneras).
  • El Candelabro (geoglifo en la arena).
  • Playa Roja, Playa La Mina y Catedral.
  • Museo de Sitio Julio C. Tello.
  • Sobrevuelos a las Líneas de Nazca desde el aeropuerto de Pisco.
  • Actividades: kitesurf, paddle, windsurf, navegación, trekking, bicicleta y observación de aves.

 
Alojamiento y servicios 

  • Hoteles, incluyendo desde hostales económicos hasta resorts de lujo frente al mar.
  • Restaurantes con énfasis en pescados y mariscos. Servicio de tours y transporte en el balneario.

Recomendaciones 
• Llevar abrigo ligero para las tardes con viento. 

  • No alimentar a los animales silvestres.
  • Respetar las zonas protegidas y la señalización dentro de la reserva.
  • Evitar entrar a dunas no autorizadas: es frágil y está protegida.

La reserva  

  • Área protegida: 335.000 hectáreas (marinas y terrestres).
  • Hay 216 especies de aves, 36 de mamíferos, 10 de reptiles y 168 de peces.
  • Santuario de aves marinas guaneras: piqueros, zarcillos, pelícanos, gaviotas, guanayes…

Cultura paracas 

  • Desarrollo: entre 700 a. C. y 200 d. C.
  • Famosa por sus mantos funerarios, trepanaciones craneanas, cerámica y arquitectura subterránea.

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