Santiago de Cuba: heroica y combativa
Por Lázaro Hernández Suárez
Fotos: Carlos Gómez
Fue cuando releí los versos que les escribía embrujado a las más caribeñas de las ciudades de Cuba el gran poeta granadino Federico García Lorca, cuando entendí que mi viaje a Santiago acaba de empezar. A mi mente vuelven las sensaciones vividas aquí: el aroma especial de esta ciudad, la naturaleza, su cercanía a las montañas, el mar Caribe, que presume de que la besa, la mima, la embolsa, la penetra, la baña de salitre, dotándola de otra luz, otro carácter, y sobre todo su gente, que tiene el poder de convertir esta ciudad mestiza, con ritmo de son y tambor, y aroma de tabaco, café y ron, en algo único y genuino. No importa que te traiga aquí el trabajo, ocio, visitar a unos amigos: recordarás una ciudad diferente.
A pesar de lo que le digan en La Habana, no existe en Cuba una ciudad más ligada a la independencia de España. Santiago de Cuba es la cuna de 29 generales de las gestas emancipadoras y atesora el privilegio de haber sido escenario de importantes acontecimientos históricos, como tampoco existe en la isla ciudad más alegre y bullanguera.
Para comenzar a recorrer esta urbe, es necesario conocer algo de su historia. Santiago es una de las siete primeras villas establecidas por los conquistadores, fundada hacia 1514 y que ya en 1522 recibiera la condición de ciudad. Ubicada a 880 kilómetros al este de La Habana, aquella que fue en su momento la capital de la isla es hoy la segunda urbe de mayor demografía en el país, con una población de más de un millón de habitantes, y está rodeada ‚Äïexcepto en su puerto‚Äï por el macizo montañoso más prominente del país: La Sierra Maestra.
Afortunadamente Santiago es más que historias heroicas, sol, conga y carnaval. Para conocer los encantos de Santiago hay que caminar por sus calles, compartir con su gente. Claro que recorrer “La Ciudad Héroe”, como también la llaman, es reencontrarse con la historia. En cualquier fachada se lee una tarjeta donde se informa que aquí nació, vivió o murió un personaje a quien la patria le rinde homenaje por su obra o su valentía. La necrópolis de Santa Ifigenia guarda los restos de incontables héroes y mártires de la patria, incluyendo los restos mortales del héroe nacional José Martí, y Santiago los honra. Es una ciudad llena de monumentos que perpetuán la memoria de los personajes que marcaron la historia, desde el Libertador Simón Bolívar hasta Antonio Maceo “el Titán de Bronce” o el poeta José María Heredia.
Para tener un panorama válido, es mejor comenzar el paseo por el Centro Histórico, donde están el Parque Céspedes, antigua Plaza de Armas; la Plaza de la Constitución, la Catedral Metropolitana, la primada de Cuba, el Museo Bacardí, la antigua residencia de don Diego Velásquez y la Loma de San Juan. También se encuentra en la parte antigua El Tivolí, sector residencial, genuino foco de tradiciones culturales enraizadas desde el éxodo de colonos franceses provenientes de Haití en 1791, y de quienes aún perduran danzas, ritmos, hábitos, costumbres y cultura. No hay que olvidar que las afueras de Santiago incorporan a sus atractivos las ruinas de varias decenas de cafetales franco-haitianos establecidos en ese territorio a finales del siglo XVII e inicios del XIX. No en balde y aunque parezca raro, aquí en Santiago yacen los restos de Francesco Antomarchi, quien fuese el médico de Napoleón Bonaparte hasta su muerte.
Vigilando la entrada de la bahía se encuentra el Castillo de San Pedro de la Roca del Morro, centro del sistema defensivo de la ciudad contra los ataques de corsarios y piratas, nominado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1977. Esta fortaleza es considerada un modelo cabal de la ingeniería militar del renacimiento en el Caribe.
Otro de los sitios que ningún visitante debe obviar visitar es el Conjunto Monumental 26 de Julio, de relevante significación histórica, vinculada al devenir y los cambios sociales de la nación. Este conjunto incluye el Cuartel Moncada hoy Ciudad Escolar, el Palacio de Justicia, la Escuela Normal y el Parque Abel Santamaría.
En lo más alto del Cerro de Maboa, en los alrededores de Santiago, está el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, declarada patrona de Cuba en 1916 y coronada por el papa Juan Pablo II durante su visita a Cuba en 1998. Esta iglesia es en una de las más visitadas de la isla, pues su fama milagrera atrae a cientos de visitantes, que se llevan consigo una piedrecita del energético mineral y la esperanza de regresar algún día para agradecer el milagro concedido.
En las afueras de Santiago se halla el Parque Natural Baconao, con sitios de incalculable belleza y valor paisajístico, que son de obligada referencia para los amantes del ecoturismo, las aventuras y las actividades náuticas. Gracias a su rica flora, fauna y abundantes saltos de agua, sus 80.000 kilómetros cuadrados fueron declarados Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO.
Santiago es una ciudad musical. Aquí, desde cualquier esquina o edificio puede escucharse la sonoridad de sus ritmos; de modo que ya no es posible imaginarla sin sus rumbas, su trova, su alegría y sus congas. Cuna del son, la guaracha y el bolero, es una ciudad de músicos, que ha cultivado y cuidado en su seno los más diversos géneros de la melodía, desde el sobrecogedor sonido de la corneta china, el cuero del tambor hasta el lamento tierno del violín. ¿Dónde tendrán más encanto los arpegios de guitarras que en las manos de los viejos músicos de la Trova Santiaguera? ¿Dónde se abren las ventanas con más rapidez que llaves las puertas de una casa, cuando las cuerdas de una guitarra hablan de amores? Sigue guardando misteriosa esta ciudad que parece no dormir los secretos que ocultan sus calles históricas, sus parques centenarios y sus casas desgastadas por el tiempo. Santiago parece no dormir, tal parece que siempre está de fiesta.
Los santiagueros siempre están alegres, siempre tienen un tesoro de risa espontánea para compartir, pero si quieres llegar a su alma, tendrás que seguir sus reglas: el concepto del tiempo es muy flexible, a menos que sea algo de vida o muerte. Si llegas una hora tarde a tu cita, estará bien. Aquí la vida se toma con calma. Si no puedes entender esto vivirás tu experiencia santiaguera al borde de un ataque de nervios. No te extrañes si te toman de la mano, te abrazan, te cuentan sus penas o te preguntan: “¿Y la familia, compadre? ¿Y los viejos [padres]? ¿Y los vejigos [niños]?” Como si te conocieran de toda la vida, aunque se hayan visto por vez primera hace veinte minutos, te brindan un trago de ron o te sientan a su mesa a compartir su comida. Porque esto es Santiago de Cuba. Como sentenció en un verso el poeta Manuel Navarro Luna: “¡No os asombréis de nada!”