El profeta del bambú
Por: Juan Abelardo Carles
Fotos: Javier Pinzón y Cortesía Geoversity
La escena fue novedosa para los asiduos del Parque Francisco Arias Paredes, en el centro de la capital panameña: una veintena de hombres y mujeres trajinaban para erigir una especie de quiosco hecho de largas varas de bambú. El montaje temporal culminó un taller de construcción en dicho material, organizado por la Fundación Geoversity, dedicada a promover la capacidad empresarial y creativa con inspiración en la naturaleza, con el apoyo del municipio de Panamá y otros entes públicos y privados.
Jörg Stamm (Alemania), reconocido constructor con bambú, lo dirigió en compañía de los arquitectos Patrick Dillon (Panamá) y Roger Martínez Díaz (Colombia). Panorama de las Américas conversó con Stamm sobre las oportunidades de Panamá y muchos países de la región para construir estructuras con este material ecoamigable, cuya duración y adaptabilidad resultan sorprendentes, gracias a innovaciones tecnológicas.
“Vine a Panamá por primera vez en 2004, invitado por el gremio de ingenieros forestales para participar en un Congreso de la Sociedad Panameña del Bambú. Quince años después, veo que el país ha cambiado mucho: es más pujante y su capital, diría yo, es como una Miami, todo concreto, aluminio y vidrio. Extraño un poco que no se vean maderas ni materiales naturales, pero siento también un hambre de los panameños por querer saber más sobre dichos materiales, especialmente del bambú, sobre todo en arquitectos jóvenes y estudiantes de arquitectura”, explica.
Stamm estudió ebanistería en Alemania, pero su aventura con el bambú comenzó hace ya varias décadas, cuando vino a Suramérica a participar en proyectos con enfoque responsables con el medio ambiente. “Conocí la construcción con bambú en Colombia, en 1994, pero no utilicé la técnica tradicional del Eje Cafetero colombiano (el corte boca de pescado, por ejemplo), prefiero un sistema europeo, más rápido, con taladro y tornillo. Sin embargo, incorporé la técnica que inventó Simón Vélez, destacado arquitecto del bambú en Colombia, que inyecta mortero a las uniones, distribuyendo la carga a lo largo de toda la viga de bambú y no solo donde está el tornillo. Esto aumenta la resistencia del bambú por diez y evita que la presión termine rajando la pieza”, resume.
Colombia es el país puntero en la región en cuanto a estructuras y diseños hechos a partir del bambú, y sus edificios hasta de seis pisos soportados por estructuras de esta planta y recubiertos de bahareque (quincha o fajina, en otros sitios) son reconocidos en el mundo.
Sin embargo, países del sureste asiático también tienen historial en la construcción de estructuras de bambú. “En realidad, muchos países en la zona tropical tienen sus propias técnicas vernáculas para trabajar el bambú. Indonesia, por ejemplo, tiene mucha experticia sobre este trabajo, todo muy bien documentando, pero no está en inglés, por lo que muchos fuera del país no conocen este patrimonio”, explica Jörg. El alemán participó en ese país en famosos proyectos como la Green School y el Bamboo Pavillion, ambos en Bali, así como en proyectos en Sumatra, Ecuador, Cuba, Brasil, México, India, Timor Oriental, Estados Unidos, Alemania, España, Etiopía y Madagascar. Ahora es integrante permanente del consejo de asesores de la Fundación Geoversity para su programa “Diseñando con la Naturaleza”.
En Panamá no se ha pasado de hacer diseños conceptuales y temporales en bambú, pero eso podría cambiar en el futuro. “Hemos hablado con la Alcaldía de la Ciudad de Panamá sobre la situación legal para construir con madera de bambú. Aquí solo está permitido con permisos especiales, como el otorgado a Geoversity, que se dan luego de que se presenta toda la información sobre cálculo estructural a las autoridades correspondientes. En Panamá, el uso de maderas en estructuras se guía por el Acuerdo de Cartagena, firmado en el marco del Pacto Andino, pero en este acuerdo no se menciona el bambú, ya que este es, biológicamente hablando, gramíneo (pastos) leñoso, aunque gigante. En Colombia hay normas constructivas con bambú muy avanzadas, que se pueden usar de guía para desarrollar una normativa panameña”.
Faltaría formular especificaciones de ingeniería: cálculos, resistencias, normas antiincendio, seguridad, hidráulicas, eléctricas, etc. “Estamos en negociaciones con la Universidad Tecnológica de Panamá para que dé sustento técnico y comience a evaluar el comportamiento del bambú, cuánto resiste y cómo puede trabajarse para, en el futuro, subsanar estos requisitos”, explica.
Los talleres auspiciados por Geoversity vienen a generar datos experimentales locales que, en un futuro, pueden apoyar la formulación de políticas y códigos para construir con el material. “Hemos hecho estructuras simples, primero, en el Valle del Mamoní, luego en el antiguo campo de tiro de Ciudad del Saber, después hicimos el Bambuseo, junto al Biomuseo de Amador, donde se levanta el Centro de Diseño Biocultural de Geoversity. Ahora, este gazebo, en el centro de la ciudad, que va a ser trasladado a nuestro centro de Mamoní, donde existen varios modelos experimentales, así como una producción propia de bambú”.
En cualquier caso, las posibilidades son muchas y el incentivo económico viene a reforzar su atractivo: “Actualmente, necesitas comprar acero para las estructuras, y esos dólares se van fuera. Encima de ello, el acero se va a oxidar, más rápido aun si se está cerca del mar.
Si construimos la estructura en bambú traído de Chiriquí, por ejemplo, tratado e inmunizado, estás generando trabajo y riqueza aquí. Yo veo un potencial muy grande en las áreas playeras, por ejemplo, donde puedes construir el restaurante rústico para un hotel, un spa, una pagoda para hacer yoga, albergues tipo glamping para turistas, miradores para aves, etc., todo ello con un diseño más bello e integrado que si se hiciera con acero o aluminio”.
Además de su uso estructural, el bambú se abre paso en otros campos, en un mundo que reclama más materiales no contaminantes para la vida cotidiana. “En el mercado de las fibras, la demanda del bambú está creciendo, pues tiene una resistencia parecida a la de la fibra de vidrio, que la hace atractiva para la industria automotriz, por darte un ejemplo. De hecho, solo el 10% de una plantación de bambú se puede utilizar en construcción, del 20% al 30% es útil en sustitutos de madera para tableros, paneles o pisos y queda el 70%, que se vuelve pulpa y se puede usar para fibras y telas. Incluso hay empresas en China que usan la hoja verde del bambú como sustituto del lúpulo en la elaboración de cerveza”.
“Mejor aun, las plantaciones de bambú se pueden hacer en tierras rocosas, áridas o de reforestación, pues las regeneran, reservando las tierras fértiles para cultivo de alimentos. Al final de su vida útil, los productos de bambú pueden servir para la generación de bioelectricidad”, concluye Stamm.
El bambú tiene un mercado futuro cada vez más grande. Diversos estimados ubican el valor actual de dicho mercado en casi 69.000 millones de dólares en el planeta, y su potencial está lejos de ser alcanzado. Actividades prácticas como las promocionadas por la Fundación Geoversity ayudarán a aumentar su uso, como una herramienta más para mitigar los efectos de la crisis climática, generar soluciones sustentables para el medio ambiente y aportar beneficios económicos para las naciones en desarrollo.
Más textos, videos e información general sobre esta y otras iniciativas de Fundación Geoversity, disponibles en
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