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ReportajeCarla Morrison: La hija de la lágrima

Carla Morrison: La hija de la lágrima

Por: Roberto Quintero
Fotos: Carlos E. Gómez

 

Carla Morrison es el nuevo fenómeno de la música indie en Latinoamérica. Con solo 27 años de edad y cuatro de carrera solista, pasó rápidamente de ser una chica que iba de barcito en barcito presentando sus canciones ante pequeñas audiencias, vendiendo sus discos y quemándolos en su propia computadora, a ganar dos Grammy Latinos con su más reciente disco, Déjenme llorar, en las categorías álbum de música alternativa y Canción de música alternativa (por el tema que da nombre a la producción). Además fue nominada en los rubros álbum del año y Canción del año. Fue como si la fama la hubiese estado esperando a la vuelta de la esquina para darle un abrazo.

No sabe decir muy bien cómo fue. A ella le parece que fue ayer cuando decidió lanzarse al ruedo como solista. Apenas en 2009 decidió dejar de ser la vocalista del trío Babaluca, con el que alcanzó cierto reconocimiento mientras estudiaba en Phoenix, Arizona (Estados Unidos). Luego grabó su primer EP, Aprendiendo a aprender, y volvió a su natal Tecate, en México. “Lo subí a MySpace y así fue como Julieta Venegas y Natalia Lafourcade supieron de mí y me empezaron a llamar para que fuera a este café, luego a este otro café, y de pronto ya era al café de la ciudad próxima y así hasta llegar a un café de una ciudad lejana que no conocía”.

La suerte ya estaba echada. Gracias al boca a boca y las redes sociales, el nombre de Carla subió como la espuma. Una audiencia en expansión se fue rindiendo ante el encanto de sus canciones tristes, interpretadas por esa voz suya tan bella y melancólica. Entonces, la cantante y compositora Natalia Lafourcade le propuso producirle un nuevo disco. “Eso me abrió muchas más puertas y empecé a conocer a muchísima más gente”. Así llegó Mientras tu dormías, en 2010, trabajo por el que recibió su primera nominación al Grammy Latino. Y como por arte de magia, pasó de cantar en pequeños recitales a llenar sus presentaciones en el Festival Vive Latino, de México, uno de los encuentros musicales más grandes e importantes de Latinoamérica.

Lo demás es historia. Ganó dos premios en la última edición de los Grammy Latinos y hoy recorre el mundo promocionando sus temas. En plena gira por Estados Unidos y México, se desvió un par de días hacia la capital panameña para promocionar los conciertos que durante octubre y noviembre de este año brindará en Argentina, Uruguay, Colombia, Chile y Panamá, además de Europa.

Tu reciente disco, Déjenme llorar, te ha catapultado al éxito. Háblame del trabajo que hay detrás de la producción y de la experiencia tan desgarradora que cuentas en él.

El Déjenme llorar lo grabé en mi casa, en Tecate, antes de irme a vivir al DF. En un estudio muy casero, extremadamente casero: para que no se saliera el sonido, usamos cobijas y colchones. Quise grabarlo en Tecate porque quería que mi disco se llevara la energía de mi tierra, donde nací y crecí. Y también la vibra de donde viví toda esa experiencia que cuento en el disco, que fue basado e inspirado en una relación amorosa en la que yo estaba prácticamente viviendo para la otra persona. La relación caducó y yo me inspiro en el momento en que el rompimiento sucede y saco todas estas canciones. Entonces para mí era importante hacer el disco lo más crudo y real que se pudiera. Aunque para mí era un poco humillante y hasta me moría de miedo, porque decía: “No quiero que la gente escuche lo más íntimo de mi ser. ¡Qué vergüenza!”. Pero, al mismo tiempo, esas son las cosas que hacen florecer a la gente y eso es más importante que mi vergüenza.

Entonces me fui a vivir a la Ciudad de México (en octubre de este año cumpliré dos años de vivir en el DF). Y salió mi disco, que ha sido todo hacia arriba y muy fuerte. He tocado en escenarios que estoy muy consciente que muchos de mis compañeros músicos en México han pisado en diez años, y yo los he tocado en apenas dos o tres años. Todo esto ha pasado de forma muy breve; emocionalmente ha sido muy fuerte para mí.

¿Qué explicación tienes para ese fenómeno en que se ha convertido tu música? ¿Piensas en eso?

No sé si exista tal cosa como el destino. La verdad es que la vida es tan complicada. A veces cuando me detengo a pensar que estoy viva y lo que estoy viviendo, son de esas cosas que me sacan de pedo. Pero obviamente es maravilloso. A veces pienso que es un plan que Dios tenía para mí. A veces siento que fue un golpe de suerte. Pero la mayoría del tiempo pienso que era algo que ya estaba un poco escrito, pero que si hubiese tomado otra decisión se cambia el camino. Yo desde chiquita siempre decía que quería cantar, quería demostrarle al mundo que podía cantar. Un momento que nunca olvidaré fue un día, cuando tenía siete años, en que mi papá le dijo a mi mamá: “Güera, soñé algo muy loco. Soñé que estábamos en un concierto, había mucha gente gritando y yo sabía que una de mis hijas era la que estaba allá arriba cantando, pero no sabía si era la Carla o la Alejandra”. Y yo dentro de mí decía: “Soy yo, soy yo”, porque tenía ese sueño y no se lo había compartido a nadie.

¿Crees que a México le hacía falta una nueva voz y por eso has tenido tanto éxito y el público ha reaccionado tan favorablemente a tu trabajo?

Mucha gente me lo ha dicho. Lo que creo es que, yo como fan, poniéndome del lado del público, a mí sí me hacía falta alguien a quién admirar de esa manera. En el sentido de que cuando alguien me corta y estoy triste, quiero escuchar a José José, quiero escuchar a Lola Beltrán, quiero escuchar a la gente que cantaba con letras de verdad. No quiero escuchar a la modernidad que no me está diciendo eso. Y no digo que sea malo, simplemente que esa parte de la música que habla del amor, del dolor y del corazón ya no había, o al menos yo siento que ya no estaba. Y yo tenía ganas de hacer esa música. Tengo ganas de darle a la gente música real, que hable de dolores reales, de cosas mundanas que todo el mundo siente y nadie se pone los pantalones para decirlo. Entonces traté de hacer algo que pudiera asimilarse, pero no fue con táctica sino con el sentimiento, hablar con el corazón. No quiero hacer música que está de moda, quiero hacer algo que realmente marque. Entonces de ahí partí y la gente mucha veces me ha dicho esto que mencionas de “la nueva voz de México”, que gracias a mi disco pudieron superar un truene horrible o que mi música les da esperanza y los relaja. Pero no me atrevería a decir que soy la nueva voz de México, porque yo no soy nadie.

¿El amor es un tema circunstancial, por lo que te pasó, o te ves cantando y componiendo música romántica a lo largo de tu carrera?

A veces siento que sí, pero también a veces me aburre esa idea. Yo trato de escribir de forma real lo que me pasa. Mi primer EP hablaba de amor y también de soledad. El segundo hablaba de amor y de confusión. Este último disco es puro desamor. Y mi próximo disco no sé de qué va a hablar, ya tengo muchas canciones pero no sé para donde va aún. No sé para donde voy. Sí quisiera que mi manera de trabajar siempre fuera la misma, que es hacerlo desde el corazón. Si el día de mañana yo quisiera hacer música para bailar, que sea porque algo motivó a mi corazón a hacer eso, y no porque quiero vender más discos o entrar en un mercado. A mí eso no me importa. Yo solo quiero llegar a los ochenta años y poder todavía cantar y tocar la guitarra.

O sea que tampoco piensas en géneros…

Hay veces que me llegan ideas y pienso que me gustaría hacer tal o cual. Pero la Carla real dentro de mí dice: “No, tú no vas a hacer nada de eso. Tú vas a hacer lo que te salga el día del estudio cuando estés grabando esa canción”. Obviamente, después de dos premios Grammy, hay días en que me pongo a pensar que debo hacer un gran disco. Ahí sí me asusto. Y cuando me entra esa inseguridad, digo: “No, lo que voy a hacer es que voy a entrar a ese estudio de grabación y voy a hacer el disco que yo necesito hacer”. Y si estando ahí me sale un guitarrazo punk, pues eso va a ser. No voy a estar tratando de decir o hacer una cosa, solo por ser cool. Ya comprobé que el ser tú también vende, no basta con ser cool.

¿Cómo te determina el haber ganado dos Grammy Latinos siendo tan joven y estando apenas en el inicio de tu carrera?

A mí no me define. Me motiva; es como un incentivo. Me hace sentir especial y como que me dice: “Hey, vas bien”, ¿sabes? Pero no me asegura nada. A veces veo los Grammy en mi sala y digo: “Soy legítima, todo esto es real y sí está pasando”. Todo bien, pero no pienso “¡wow, qué especial soy, qué increíble compositora soy!”. No me define ni me siento más que nadie. Lo que me encanta de haberme ganado el Grammy, más que otra cosa, es el hecho de saber que mis colegas independientes pueden llegar ahí también si quieren, que la academia no se está cerrando solo a Beyoncé y Shakira, a quienes también admiro, claro. Si tienes ganas y aplicas, puede que también te elijan a ti, aunque seas independiente. Y ese mensaje que se le da a la gente, a través de lo que me pasó a mí, es súper válido.

¿No sientes temor por las expectativas del público?

Sí, en algún momento me dio temor pensar qué va a pasar después de esos dos Grammy, más bien qué va a pasar si saco un disco y no se gana un Grammy. Todo eso lo he pensado pero trato de no ponerle mucha atención ni preocuparme, porque eso no es lo importante. Lo que importa es que yo pueda seguir tocando y pensar como si no me hubiera ganado nada.

Pese al éxito, has decidido mantenerte como una artista independiente, manejando tu propia carrera. ¿Qué te motiva a sostener esa decisión?

Es una forma muy bonita de trabajar. Es como hacer tus cupcakes en casa. Si los hacen en una fábrica grande, sí van a saber ricos, pero no hay nada como hacerlos con tu amor. Muchas disqueras se quisieron acercar y mis amigos que están en disqueras grandes me dijeron: “No firmes”. Y yo les preguntaba: “¿Qué pasa con una disquera, qué ofrecen?”. Ahí me contaron y me di cuenta de que yo estaba ganando más que mis amigos que tienen años trabajando en la industria. Es horrible, eso no está bien.

Por otro lado, si una amiga mía quiere colaborar con un fotógrafo para la portada de su siguiente disco, tiene que pasar como por veinte filtros para que le digan “no” o “no sé”. Cuando yo puedo decirle directamente al fotógrafo: “Me encanta tu trabajo, yo quiero trabajar contigo. Cuánto me cobras”. E impulsar a ese artista también, poner en mis redes sociales que ese artista me ayudó y ayudarnos todos. Para qué quiero trabajar con tantos filtros, si yo no le pido permiso ni a mi mamá. Yo estoy muy a gusto haciendo las cosas desde casa, haciendo mi propia carrera a mi paso. No necesito que alguien me diga: “Ven y compón, que tienes que sacar un disco en diciembre”, porque yo no soy una máquina; yo soy una persona que tiene alma y que tiene corazón. No lo voy a hacer. Al final del día, yo nunca quise hacer música para ser una súper estrella. Si así fuera, tuviera otro cuerpo, otra cara y sería otra cosa. No está mal, pero yo no vivo para eso.

Más información: www.carlamorrisonmusica.com

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