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CaribeBarbadosBarbados… Sin puntos ni comas

Barbados… Sin puntos ni comas

Por: Mónica del Pilar Uribe Marín
Fotos: Demian Colman, Shutterstock

En este territorio que seduce y permanece intacto en las paredes de la memoria, solo estuve cuatro días y confirmé que recorrer cada costado, cada lugar, cada historia es un permanente descubrimiento bajo el embrujo del tiempo, de la gente y de la isla.

Hay mucho por sentir en Barbados y sus 431 kilómetros cuadrados, sus playas de texturas diversas y su transparente mar azul y verde, sobre cuyas olas la gente se desliza en tablas, botes o nadando. En Barbados hay risas, afecto, alegría, música, bellos amaneceres y ocasos, vegetación exuberante, casas multicolores, calles y plantaciones. Hay escenarios y construcciones fascinantes para el turista, edificaciones modestas, chattel houses y road tennis; hay un mundo de lujo, donde todo es perfecto, y otro donde la historia forma el carácter de los barbadenses, su maravillosa  culinaria, su orgullo por su historia, sus costumbres, su ritmo… su vida cotidiana.

Por ello hablar de “lo mejor de” Barbados resulta infinito. De momento, acá, algunos de lugares que deslumbran, seducen y son necesarios.

Bridgetown

Capital de Barbados. Se llama The Town of Saint Michael por estar en la parroquia del mismo nombre y es donde mejor se vive la simbiosis británico-africana. El legado de la Colonia se refleja en los nombres y la arquitectura de algunas calles y lugares. Lo moderno se advierte en edificios, establecimientos comerciales, bancos y oficinas; lo tradicional, en las calles estrechas y casas pequeñas al estilo inglés y sus barrios multiculturales. En Bridgetown, desde donde se pueden planear pequeños cruceros a través del río Constitution, que divide a la ciudad en dos, están los nativos con sus ventas ambulantes, tiendas de productos diversos a diferentes precios, restaurantes de variada cocina, espacios atiborrados de negocios de todo tipo, iglesias de distintas religiones (anglicana, islámica, judía, católica y protestante), centros culturales, clubes, cine y teatro, hoteles lujosos o modestos, calles silenciosas, bulliciosas, ordenadas, caóticas, multicolores… 

El almirante Nelson y Trafalgar Square

En Bridgetown se pueden hacer recorridos a pie hacia Chamberlain Bridge, el Arco de la Independencia, la sinagoga, la casa de George Washington, el monumento a los barbadenses asesinados durante la guerra, el otro creado para rememorar la primera tubería de agua que tuvo la ciudad (en forma de caracol) y otros sitios donde la influencia británica es evidente. Por ejemplo —al igual que ocurre en la Trafalgar Square de Londres— el monumento al comandante almirante y héroe de Gran Bretaña, Horatio Nelson, que en Bridgetown está arriba de Broad Street y National Heroes Square (hasta 1999 llamada Trafalgar Square). 

Las casas del Parlamento

Allí funciona el órgano legislativo de la isla, bajo el modelo inglés, con su Cámara Alta y Cámara Baja, con la reina Isabel II como poder supremo y los mismos partidos políticos británicos. La edificación, situada en Parliament Square, es admirable con sus dos edificios de piedra de construcción neogótica, de gran belleza y antigüedad (1871) con sus sobrios recintos y vitrales, pasillos impecables y elegantes salones. Allí, en el costado oeste, están la Galería Nacional de Héroes, el Museo del Parlamento y la Torre del Reloj. En el costado este están las casas del Senado y la Cámara de la Asamblea. Todo permanece bajo la mirada escrutadora de la estatua de sir William Conrad Reeves, a la entrada de la edificación.

Cruceros y tortugas

Los recorridos de los cruceros son de dos a cinco horas. El nuestro fue de cinco e inició en Shallow Draught, donde atracan grandes y pequeñas embarcaciones. Subimos a un catamarán y sobre su geometría estabilizada todo comenzó a fluir gratamente: las narraciones de los guías, el desayuno con jugos, frutas y tostadas, la música, los cuerpos tendidos tomando el sol, la contemplación de los arrecifes de coral y la fauna marina a través de la asombrosa transparencia de sus aguas. Tres paradas: para bucear y estar con las tortugas en su hábitat, para nadar y caminar por una de las playas. Media hora o más, fotos, y volver al buque y tomar el tradicional buffet en la cena del mediodía: patatas, pescados, pollo, postres… Horas recorriendo no solo el mar sino la isla. Un crucero integral que permite entender por qué en el Caribe las cosas tienen otro ritmo y otra belleza. Un día magnífico. 

Bahía Carlisle

El guía nos dijo que había gente que caminaba más de un kilómetro y medio hasta llegar al centro histórico de Bridgetown. Cierto. Sobre aquella playa (la suma de muchas playas diría yo) caminar no se siente y muchas cosas capturan la atención, pues las escenas cambian en cosa de metros: unos se sientan a contemplar el mar, otros llevan un emparedado para almorzar y los oficinistas miran las olas o leen las instrucciones de cómo defender a las tortugas. Hay mercadillos con todo tipo de bisutería y artículos para viajeros, restaurantes, familias haciendo picnic, gente solitaria leyendo un libro sobre la arena, alguien que se despoja de sus zapatos porque al fondo hay tortugas y se puede bucear, otros haciendo submarinismo, kayak, navegando y hasta jugando tenis en esa bahía que tiene forma de media luna y es muy popular entre nativos y turistas.

St. Lawrence Gap

Una calle de kilómetro y medio marca el comienzo y el final de uno de los lugares con más vida y rumba de la isla. Ubicado en la parroquia de Christ Church, al sur, The Gap (como se le conoce popularmente) parece tenerlo todo: mercadillos, discotecas, restaurantes, tiendas de ron, cafés, hoteles lujosos, hostales modestos, mesas para jugar dominó, tiendas de artesanías, restaurantes al aire libre o no, algunos con especialidades muy propias de la casa, como el pollo guisado al curri, la langosta, el pepperpot o el bread-fruit. La rumba fuerte (generalmente en el denominado West End) empieza a las once de la noche y termina a las tres de la mañana. Claro, todos los negocios abren desde temprano y por eso la gente recorre la calle de punta a punta o se sienta en los bancos a tomar algo. En el East End hay cierta calma, quizá porque allí están los hoteles, hostales y condominios. 

Animal Flower Cave

Fascinante. Una cueva ubicada debajo de los acantilados de North Point, parroquia de Saint Lucy. Unos empinados escalones de coral conforman la escalera construida en 1912 y conducen a esta serie de cavernas modeladas por el tiempo, las olas del océano Atlántico y las lluvias. Allá adentro sorprende el intrincado y salvaje sendero adornado con muros de verdes diversos y estalactitas, la vista del oleaje y sus golpes en las rocas, o las anémonas con su curioso abrir y cerrar, que son las que dan el nombre a la cueva. Acá es posible nadar en el pozo natural que hay en la última gruta, que alcanza casi dos y metros y medio de profundidad. Y en invierno es posible ver, a través de las entradas de la cueva, a las ballenas jorobadas haciendo su espectáculo. Afuera la aventura continúa: puestos artesanales, restaurantes, bares, un mirador de aves y ballenas, e incluso un área para niños.

Barbados Museum & Historical Society

Está a casi tres kilómetros de Bridgetown, en la parroquia de Saint Michael, y es patrimonio de la humanidad de la Unesco. En sus antiguos edificios se encierra la historia de Barbados y de la antigua prisión militar de St. Ann’s Garrison, que en 1933 se convirtió en sede de este museo. La entidad alberga cerca de 500.000 piezas de varias épocas, que permiten al extranjero entender y conocer en detalle la cultura e historia barbadenses. Quizás el que haya sido guarnición militar del Imperio británico es lo que hace estos terrenos tan atractivos, pues sus pasillos, galerías, celdas y atuendos permiten al visitante compenetrarse con este lugar, terminado de construir en 1853. Las vívidas exhibiciones escenifican el pasado, más allá de los mapas antiguos, pinturas, documentos y fotografías que allí existen. Y en su biblioteca se halla información sobre las Indias occidentales, historia y genealogía familiar en la isla.

Tiendas de ron

Forman parte de la idiosincrasia más pura de los isleños, tanto como lo es el reggae, el dominó o el road tennis. Unas son simples tiendas, otras destilerías caseras. Todas poseen el surtido de ron de la región y lo venden en botellas de todos los tamaños y lo beben en vasos, copas de cristal o en botella. Allí se olvidan las clases sociales: está el campesino y el dueño de tierras, el bajan y el potentado y juegan dominó, escuchan reggae, hablan de cricket o comen comida casera. Tienen afiches que hablan de la historia de la isla, de la esclavitud, de gente que se ha hecho un nombre, de la familia… Unas tienen solo ron y dominó; otras venden souvenirs, café, exquisitos platos a la carta y otras viandas. Dicen que hay más de 10.000 tiendas en toda la isla, en los barrios, sean pobres o no. Unas son más famosas que otras, unas de madera, otras de cemento y con diseños exigentes. Todas resumen la herencia de la isla.

Cómo llegar

Desde Norte, Centro, Suramérica y el Caribe, Copa Airlines le ofrece dos vuelos semanales desde y hacia Bridgetown (Barbados), a través del Hubo de las Américas, en Ciudad de Panamá. 

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