Redescubriendo el Camino de Cruces
Luis Puleio está comprometido con completar un pedazo de historia panameña que falta. Su espíritu explorador y su deseo de salvaguardar los remanentes del Panamá colonial lo llevaron a su gran momento “eureka”: descubrir el Camino de Cruces original.
Por Alexa Carolina Chacón
Fotos: Sira Pérez
Creo oportuno empezar este artículo por lo más importante: mientras usted me lee, en Panamá se está descubriendo el Camino de Cruces original. Sí, tal cual. Decimos “original” porque hay un trecho con ese nombre por donde se llegaba desde el río Chagres al Casco Antiguo de la ciudad. Sin embargo, gracias a un explorador incansable de nombre Luis Puleio, pronto sabremos por donde realmente llegó Henry Morgan a lo que hoy se conoce como Panamá La Vieja. El camino que conocemos no fue el primero, pues antes estuvo este, el verdadero y gran protagonista de esta nota.
Un camino de vital importancia
El Camino de Cruces es una histórica ruta de transporte y comercio que conectó el océano Atlántico con el océano Pacífico a través del istmo de Panamá. Durante siglos, esta ruta desempeñó un papel fundamental en el intercambio cultural, económico y social entre América Latina y el resto del mundo. En 1673, el cartógrafo holandés Johannes Janssonius reseñó el empedrado que torcía desde el poblado conocido como Limarrete hacia el sudoeste de Panamá.
Pero ¿cómo funcionaba ese intercambio en la ciudad original, la fundada por Pedrarias Dávila en 1519, que fue quemada por Henry Morgan en 1671? La que conocemos hoy como Panamá La Vieja está literalmente ubicada al otro extremo de la bahía de Panamá. ¿Cómo se llegaba hasta ahí? Hacía falta una pieza del rompecabezas. Otro camino que cortara desde Limarrete hacia el sureste. ¡Y Luis Puleio lo encontró!
La hazaña del capitán Puleio
El capitán Puleio es explorador a carta cabal y un custodio de la historia panameña. Él reúne ternura, pasión y muchísima estamina para recorrer el monte. En una de sus tantas caminatas, donde la observación es imperativa, encontró dos piedras de río ubicadas lejos de cualquier cuerpo de agua, algo realmente insólito. Este hallazgo confirmaría lo “obvio”: había otro camino desde el río Chagres hasta la primera Ciudad de Panamá. Estuvimos con él y su hijo en el sitio arqueológico donde se está descubriendo este empedrado original.
Historia viva nunca antes vista
Al llegar a la selva virgen panameña del Parque Nacional Camino de Cruces, densa y tropical, encontramos al grupo de arqueólogos en plena faena. Ellos visten camisas de manga larga y pantalones de explorador: los mosquitos y el sol siguen siendo inclementes quinientos años después de la llegada de los españoles. Nos detenemos en medio de la carretera y nos adentramos en la selva. Rápidamente vemos un camino de tierra limpiado hace poco y una cerca que protege el espacio donde trabajan. El panorama es claro: un conjunto de grandes piedras de río, estratégicamente colocadas una al lado de la otra, evidencian la existencia de un antiguo camino empedrado. Historia viva e inédita.
Este tuvo que ser el camino utilizado por el pirata Henry Morgan para llegar a la Ciudad de Panamá y luego para salir con su botín. La ciudad quedó destruida y tuvo que ser trasladada al lugar donde hoy queda el Casco Antiguo. Era necesario construir un nuevo empedrado que conectara Limarrete con la nueva ciudad. Ese era el tramo que conocíamos hasta hoy. El otro había quedado oculto con el peso de los años, hasta que Puleio lo descubrió.
¿Y ahora qué sigue?
Luis Puleio perteneció a los cuerpos militares cuando estos existían en Panamá. Su hablar es pausado y académico; su léxico, vasto. Se nota que ha pasado la vida entera esperando este momento. Quiere explicarlo todo, describir paso a paso cómo el camino cambiaba de dirección en Limarrete para llegar directamente al fortín de la Natividad, en Panamá Viejo. Ya trazó la ruta completa a través de la moderna Ciudad de Panamá (ver ilustración). Y, sin embargo, todo su planteamiento es todavía una hipótesis. Este camino no está registrado en Panamá y es necesario hacer el debido proceso. Pero no son solo los ojos exploradores de Puleio los que ven la evidencia. Álvaro Brizuela, arqueólogo a cargo del proyecto, nota que la disposición de las rocas no es producto de la naturaleza. “Es una unión intencional de piedras que están en el suelo por algo. La naturaleza no se manifiesta de esa forma”.
Este camino, sin duda, fue construido por el ser humano. Como diría el explorador Puleio: ¡eureka!
Deja una respuesta