Cambio climático: Una amenaza real
Texto y fotos: Javier A. Pinzón
Basta observar cada instrumento de medición para documentar que nuestro planeta se está calentando a un ritmo más acelerado de lo que correspondería al proceso natural. Hay cambios importantes en la superficie de la atmósfera, la temperatura y el nivel del agua de los océanos, el tamaño de los glaciares, la cobertura de nieve y el vapor de agua atmosférico. Científicos de todas partes del mundo han verificado estas evidencias basados en indicadores del clima diversos e independientes.
El calentamiento no es igual en todas partes: las temperaturas más altas se registran sobre las masas de tierra y las más bajas sobre los océanos. De la misma manera, es mayor en latitudes más altas comparado con las áreas tropicales. Por ello, al sacar el promedio, el aumento no pareciera muy amenazador: 0,6 °C a 0,9 °C durante el último siglo.
Sin embargo, en 2016 el planeta batió su tercer récord anual consecutivo de calor, con una temperatura de unos 1,1 °C más con respecto a la media de la era preindustrial. El siglo XXI cuenta ya con 16 de los 17 años más calurosos desde que empezó el registro de temperaturas, en 1880. Por otra parte, en el ártico, la extensión del hielo estival de 2016 fue la segunda más reducida jamás registrada (4,14 millones de km2, por detrás de la de 2012). En algunas regiones de Rusia, la temperatura fue 6 °C o 7 °C más de lo normal. En el otro extremo de la Tierra, en la Antártida, durante la primavera austral (noviembre) la banquisa [capa de hielo flotante de los océanos polares] perdió casi dos millones de km2 respecto a la media de los últimos treinta años.
El nivel de los océanos sigue subiendo. Aunque se pensaba que este fenómeno era gradual, parece ser que se está acelerando, pues un estudio revela que el nivel de los mares ha aumentado del 25% al 30% más rápido de 2004 a 2015 que desde 1993 hasta 2004. Por eso las islas pequeñas son algunos de los lugares más afectados por dicho fenómeno. Pero ¿cuál es la causa?
El clima de la Tierra siempre está cambiando y eso puede ocurrir por muchas razones. Para determinar las causas principales de los cambios en el clima actual, primero se debe establecer si un cambio en particular es el resultado de fluctuaciones normales, producidas por fuerzas internas del ciclo climático. Por ejemplo: la variabilidad oceánica a gran escala, como las fluctuaciones producidas por el Fenómeno de El Niño (ENSO) en el océano Pacífico, con ciclos decenales y centenarios, son una fuente dominante de variabilidad climática interna.
Varios estudios formales han utilizado experimentos controlados con modelos climáticos para probar si los cambios del clima actual pueden ser atribuidos a las fuerzas internas del ciclo climático. Estos modelos son específicos para cada fuerza, por lo que se les llama “patrones dactilares”. Con el fin de producir una evaluación significativa, un modelo climático debe simular con fiabilidad los patrones dactilares asociados con cada una de las fuerzas, así como la variabilidad natural. Ningún modelo puede reproducir a la perfección todas las características del clima, pero muchos estudios detallados indican que las simulaciones que utilizan modelos actuales son suficientemente fiables para llevar a cabo evaluaciones de la atribución.
¿A qué se pueden adjudicar entonces estos cambios? Según la Organización Meteorológica Mundial, en estos cambios pueden incidir diversos factores.
FACTORES NATURALES
El Sol
El Sol es el principal motor del clima de la Tierra, pues proporciona la mayor parte de la energía. La producción de energía del Sol aumentó alrededor de un 10% de 1750 a 1950, lo que contribuyó a un aumento de temperatura en la Tierra de alrededor de 0,1 °C en la primera parte del siglo XX. Sin embargo, a pesar de que la Tierra se sigue calentando, los datos tomados desde 1979 no muestran un cambio a largo plazo en la producción de energía solar. Hasta 2011 esta producción solo se había incrementado un 2% con respecto a 1750.
Cambios en la órbita de la Tierra
La órbita terrestre es elíptica, de modo que alrededor del 4 de enero la Tierra está 3% más cerca del Sol que el 4 de julio. Este cambio en la distancia Tierra-Sol hace que el planeta reciba alrededor de un 7% más de radiación solar en la parte superior de la atmósfera a principios de enero que a principios de julio. Si el cambio actual en el clima se debiese a un cambio en la órbita de la Tierra, se esperaría una mayor diferencia en la radiación solar en la parte superior de la atmósfera entre enero y julio, pero no es así.
Precesión
La precesión es un cambio en la orientación del eje de rotación de un cuerpo giratorio. Durante largos períodos de tiempo la Tierra precede en su eje, cambio que altera de forma directa el tiempo y la intensidad de las estaciones. Los ciclos repetitivos en la órbita de la Tierra pueden influir en el ángulo y la distribución de la luz solar. La inclinación y oscilación del eje de la Tierra y el grado en que su órbita es elongada producen los ciclos de Milankovitch. Los científicos creen que estos ciclos desencadenaron y culminaron las edades de hielo durante los últimos millones de años. Pero estos cambios toman millones de años y, por lo tanto, no pueden explicar el calentamiento en este siglo.
Erupciones volcánicas
Otra posible explicación del calentamiento global son las erupciones volcánicas. Para atribuir esta fuerza externa al clima, los científicos han estudiado el efecto climático que tuvieron algunas de las mayores explosiones registradas. No obstante, estas no han estado relacionadas con un calentamiento climático. Por ejemplo, la erupción del monte Pinatubo, en Filipinas, refrescó el clima global en 1991. Este volcán expulsó gran cantidad de ceniza volcánica y dióxido de azufre hasta unos treinta kilómetros en la atmósfera. Estas finas partículas, llamadas aerosoles, permanecieron en la atmósfera superior y circundaron la Tierra por más de un año. Lo curioso es que esas partículas dispersaron la luz solar entrante y enfriaron ligeramente el clima global durante dos años.
FACTORES HUMANOS
A pesar de que el clima ha variado durante millones de años, el cambio que se ha dado en el último siglo no ha podido ser atribuido a ninguna de estas fuerzas naturales. Por el contrario, según el último reporte técnico del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el cual resume varios estudios independientes a escala mundial, el reciente cambio en el clima global está relacionado, de forma directa, con actividades humanas que incrementaron la liberación de gases de efecto invernadero como el CO2.
Las mediciones en muestras de hielo y aire tomadas de la atmósfera evidencian que la concentración de ese gas aumentó de 280 ppm (partes por millón) en 1850 a 409 ppm en abril de 2017, lo cual supera el límite de 350 ppm determinado como un tope seguro. Varios modelos climáticos alertan que no volver a este tope causaría daños irreversibles a nuestro planeta, como el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia y, con esto, la liberación de más carbono almacenado en la capa de hielo subterránea.
Al aumento del CO2 se suma un crecimiento paralelo de gas metano y óxido de nitrógeno, gases que también promueven el calentamiento. El 78% de estos gases provino del CO2 liberado tras la quema de combustibles fósiles y de procesos industriales. El 30% de CO2 liberado fue retenido en la tierra por las plantas, el 30% en el mar y el 40% restante quedó en la atmósfera. A su vez, la cantidad absorbida por los océanos está causando que el agua sea más ácida, lo cual afecta el balance de la cadena alimenticia de los animales marinos.
Según este reporte, la liberación de CO2 a la atmósfera aumentó de modo significativo a partir de la revolución industrial: se calcula que casi la mitad del CO2 liberado desde 1750 hasta 2011 ocurrió en los últimos cuarenta años. Para colmo, los bosques del planeta, que son sumideros naturales de estos gases, han disminuido, reduciendo también la cantidad de oxígeno liberado a la atmósfera.
La escala de tiempo de observación de estos cambios antropogénicos es corta, pero el efecto es claro, con un cambio de casi un grado en la temperatura global medida durante las últimas décadas. Este aumento en la temperatura incrementa el vapor de agua en la atmósfera y, como el vapor de agua es un gas de efecto invernadero, esto elevará aún más la temperatura.
El impacto
El impacto del calentamiento en las poblaciones humanas suele ser geográficamente heterogéneo, porque no solo depende de los cambios en las variables climáticas, sino también de factores socioeconómicos. Los cambios se observan con más facilidad a escala local, como la variación en las precipitaciones o el derretimiento de la nieve y el hielo, lo cual altera los sistemas hidrológicos, afectando las reservas de agua en términos de cantidad y calidad.
Estos cambios del clima también ocasionan modificación de los ecosistemas. Muchas especies terrestres, de agua dulce y marinas han cambiado su rango geográfico, actividades estacionales, patrones de migración, abundancia y sus interacciones con otras especies. Esto podría significar la expansión de enfermedades transmitidas por vectores, pestes en cultivos, así como la extinción de algunos animales y plantas que no pueden moverse o sus procesos de adaptación a las nuevas condiciones no son lo suficientemente rápidos.
Hacer frente a este problema global no es solo es una cuestión de políticas nacionales, también es un cambio que se debe dar de manera individual. Si se quiere detener esta tendencia en el planeta, cada individuo debe proponerse reducir su huella personal de carbono. Y por el bien de nuestro único hogar, este cambio debe comenzar ya.
¿Cómo reducir sus emisiones personales?
- En la medida de lo posible cámbiese a fuentes de energía limpia. Instale paneles solares en el techo de su casa.
- Prefiera el uso del transporte público o de medios de transporte alternativos, como la bicicleta o la moto eléctrica. Si ha de comprar un auto, que sea ahorrador de combustible o eléctrico, cada vez más populares.
- Evite usar plástico, que es un derivado secundario del petróleo; disminuir su uso reduce sus emisiones personales. Elija empaques de papel o de tela, porte su propio dispensador de agua y evite a toda costa las botellitas desechables, prefiera las marcas que no usen empaques plásticos.
- Compre local. Se gasta menos combustible para transportar productos locales desde el lugar de producción hasta el de consumo. Prefiera frutas y verduras frescas.
- Escoja marcas responsables con la ecología. Como consumidor, usted tiene el poder de elegir comprar a empresas que cumplan políticas de reducción de CO2. Evite los productos de empresas que no se comprometen con el ambiente ni plantean metas de reducción de emisiones.
- Modere sus porciones de proteína animal, especialmente carne de res, ya que la producción de este alimento está asociada con una gran liberación de gases de efecto invernadero. Una manera de empezar es optar por una dieta vegetariana al menos un día de la semana.
- Use electrodomésticos economizadores de energía, cambie sus bombillas tradicionales a bombillas LED, que ahorran un 10% de energía. Selle herméticamente su casa, para que el aire acondicionado y la calefacción sean más efectivas. Esto también ayudará a su bolsillo.